A través del fútbol le sacan el diablillo a los chamos de Petare

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Más de 3.500 niñas, niños y adolescentes son entrenados de manera gratuita por el profesor Jesús Gianfrancesco, quien usa un balón para hacerle frente al ocio, las drogas y las armas.

Caracas. “Estuve a punto de descarrilarme y me mandaron a estudiar a Mérida, cuando regresé al barrio quise retribuir eso bueno que hicieron conmigo, ayudando a rescatar a los muchachos del barrio”.

Así se expresa Jesús Gianfrancesco, un hombre humilde nacido en Cariaco, estado Sucre, que de chico trajeron a Petare aun sin saber que tenía un destino aleccionador debajo de la manga.

Crecer en Petare, la parroquia más grande de Latinoamérica y en donde viven cerca de 600.000 personas, no fue fácil.

Vio desfilar ante sus ojos pistolas, drogas y la facilidad para tener las cosas. Pero no cayó en la tentación y lo logró, quizás aupado por los sermones de la familia, y tras ingresar al Pedagógico de Caracas, donde se tituló en Licenciado en Educación Física.

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Una selección de 500 niñas ya está entrenándose en fútbol

Con el título calientico decidió echarle pichón a un trabajo que muchos dejan a un lado: buscar a los chamos descarrilados, y a los que son blanco fácil para caer en las redes de la delincuencia y llevarlos por el camino correcto. La herramienta con la que salió a la calle fue un balón de fútbol.

Dos décadas en la cancha

“Eso fue hace 20 años. Llegamos a una cancha de tierra ubicada en Palo Verde calle 15. Con el tiempo la alcaldía de turno nos las arregló y allí estamos, codo a codo con la población infantil y juvenil de José Félix Ribas, y barrios aledaños como Vista Hermosa y Julián Blanco. Yo buscaba metérmeles por debajo, con cariño y no con imposición. Nada hacía con abrir una escuela, con llevarlos a la cancha a que se llenaran de tierra y que no se les diera cariño. Bueno, yo procuraba hacer eso, los trataba (y lo sigo haciendo) con mucho amor”, relató.

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El profesor Jesús tiene 20 años inculcando valor

Gianfrancesco hizo hincapié todo el tiempo en esa frase: ‘dándoles cariño’, y es porque él consideró que en estos momentos ellos son la población más vulnerable y más abandonada, la que adolece de todo y a la que menos atención se le presta.

En un abrir y cerrar de ojos, este profesor llegó a tener 300 muchachitos y hoy día tiene bajo su brazo protector a 22 escuelas de fútbol en todo el municipio, las cuales suman 2.500 niños y adolescentes, 600 niñas, y 450 menores de 5 años a los que llaman la selección “compotica”. Todas las clases que imparte son gratuitas, así como los uniformes y los refrigerios.

“Nos ayudamos con la Fundación Pasión Petare, que es la que se encarga de buscar el financiamiento, pero nosotros no le pedimos dinero a los representantes. Nuestra labor va más allá de enseñar un deporte, no queremos convertirlos en Messi, sino hacer de ellos hombres y mujeres de bien. Los entrenamos para un futuro sano. Aquí en Petare abundan las drogas, las armas y las champetas (matinés al aire libre). Es prácticamente una “guerra” la que tenemos, enfrentarse a esos antivalores es fuerte, pero no decaemos”, dijo.

En estas dos décadas ha visto de todo, pero guarda en mente las gratificaciones que salen del camino. Como por ejemplo dos niños que luego de que les mataran a su hermano, entregaron las armas  que tenían. “Y hoy son buenos jugadores y están estudiando. Eso me llena de orgullo”.

Apoyo social

Además del trabajo en la cancha, el profesor Jesús -junto al resto de sus colaboradores 66 entrenadores- busca cupo para los chamos fuera del sector escolar, les ayuda a tramitar la documentación, con comida y si hay algún caso de salud, también le mete el pecho. En vacaciones les organiza planes vacacionales a los más chicos y a los adolescentes les mete un intensivo de fútbol, pues a estos equipos les tiene el ojo puesto el Deportivo Petare.

“La idea es que den el todo por el todo al deporte, para evitar el ocio, pero también es un requisito irrenunciable que antes de cada práctica los chamos hagan sus tareas y no falten a la escuela”.

También los entrenadores pasan por un filtro para poder formar parte de este proyecto. A todos se les instruye en el tema de los valores y el buen trato. Sin esa preparación no pueden dar las clases que se imparten de lunes a viernes, todas las tardes, ni preparar los campeonatos que se hacen los fines de semana.

Jesús Gianfrrancesco no tiene hijos ni está casado. Su compromiso es con este emprendimiento dedicado a los niños con menos recursos y el cual le ha dado frutos significativos como ser merecedor del premio Por la Paz otorgado en 2015. “Y allí me quedo, de Petare no me voy, allí está mi corazón.

Para mayor información Facebook Pasión Petare y su número 04129913776

 Fotos: Cheché Díaz/cortesía Jesús Gianfrancesco


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