A tres meses del segundo megapagón el Sistema Eléctrico Nacional sigue sin ver luz

Al cumplirse tres meses del apagón nacional del 25 de marzo, el Guri vuelve a calentar sus unidades, pero los venezolanos seguirán a media luz por un tiempo más.

Caracas. El sistema eléctrico venezolano llega al tercer mes del apagón general más nocivo de marzo pasado buscando luces para cubrir, al menos, la disminuida demanda del territorio nacional. Y en medio de la severa crisis de gasolina que retrasa su operatividad, no encuentra las turbinas de generación necesarias para aportar la energía que hace falta y acabar así con el racionamiento nacional.

Una investigación técnica que procura inventariar los equipos con los que cuenta el Servicio Eléctrico Nacional (SEN) para su normalización, detectó que existe una “gran diferencia” entre la cantidad de turbinas termoeléctricas que se compraron en los últimos cinco años, y la cantidad que se instaló. En el país hay 356 turbinas instaladas de diferentes tecnologías.

“Esa diferencia puede exceder más de 1000 MW que ayudarían a resolver el sufrimiento de la población”, afirmó el ingeniero José Aguilar, consultor internacional en el tema eléctrico, quien integra un equipo de especialistas dedicados a evaluar el estado del SEN y devolverle potencia y energía. El grupo, repartido en el país y en el exterior, repasó el tema de las plantas termoeléctricas y sus limitaciones, entre las cuales está que requieren de combustible ligero (diésel) para poder operar.

De las 356 turbinas termoeléctricas instaladas, muchas tienen poca vida útil, y de esas algunas estaban en Pdvsa y otras en Corpoelec o en su beneficio, pero lo grave es que tenemos esa gran diferencia. Se trata de turbinas que se compraron, pero que no están instaladas, no están en una base, estarán guardadas o acaparadas en diferentes galpones, no sabemos dónde están, señaló.

Añadió que tampoco saben si fueron adquiridas nuevas o usadas. De lo único que tienen certeza es que el sistema eléctrico no dispone de ellas para aliviar la restricción de energía. “Lo que llama la atención es que Corpoelec se ha convertido en gran acaparador de equipamiento de unidades termoeléctricas cuando el país está destrozado por la ausencia de generación. Cuando se ve gran diferencia entre lo comprado y lo guardado, parece más difícil justificar la adquisición de más equipos y sobre todo de turbinas de las cuales ya el país es dueño”, dijo Aguilar sin revelar más detalles de lo que a su juicio son señales de otro negociado con el SEN.

Se calcula que el Estado gastó más de 40 millardos de dólares diluidos en corrupción, en la última década, según informes de la organización Transparencia Venezuela.

“Venezuela necesita soluciones”, aseguró Aguilar, vocero autorizado del equipo que se centra en proyectos con tecnología probada y trabaja en el plan diseñado por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, reconocido como presidente interino por más de 50 países.

Un largo y tortuoso camino

En su repaso por la “logística coreográfica” entre las fases de generación, transmisión y distribución, bases del suministro de energía, el especialista advirtió que, a tres meses del segundo gran apagón, las autoridades del área no han destinado recursos para solventar los serios daños que evidenció u ocasionó la interrupción del sistema eléctrico. Por ejemplo, el estado de las turbinas de las centrales hidroeléctricas.

En Bajo Caroní, ubicado en Bolívar, reúne 52 grandes turbinas repartidas así: 20 en la central hidroeléctrica Simón Bolívar, en la represa de Guri; otros 20 en la central de Macagua; y 12 en la planta Caruachi, ubicada entre las dos primeras. De esas unidades, aproximadamente más de la mitad no está disponible, “en cero megavatio”, como consecuencia de los apagones, y la otra mitad presenta un terrible deterioro acumulado por falta de mantenimiento oportuno,  y por eso no puede trabajar a plenitud.

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“Esta situación restringe la capacidad de entrega de plantas que asisten al interconectado nacional”, aseveró. “La indisponibilidad en el Bajo Caroní excede más de 66 % y eso es inédito”, indicó.

Explicó que de los 15.746 MW de potencia instalada en la región de Guayana, lo máximo aprovechable es de hasta 6.200 MW. Antes del apagón podía obtenerse entre 9.500 y 10.000 MW.

La merma de energía se debió a la falla de los tres transformadores (AT), uno de los cuales explotó durante el apagón del 25 de marzo. El evento ocasionó gravísimos daños en las unidades de generación eléctrica ubicadas en la Sala de Máquinas 2, así como en los patios de Guri y en subestaciones del gran sistema de voltaje de la línea 765 que lleva la energía al centro y occidente del país.

“Esto todavía no se ha arreglado en su totalidad y hacerlo requerirá de mucho tiempo y voluntad”.

El racionamiento nacional, en dos bloques, impuesto luego del megapagón, representa entre 3000 y 4500 MW en la actualidad, dependiendo de si es un día laborable o un fin de semana. Una cantidad de potencia importante, a pesar de la percepción de que la falta de luz en todo el país, exceptuado Zulia, está superándose. Y podría evitarse con unas condiciones favorables que no existen hoy, aseguró el experto.

A pesar de las pocas mejoras de energía que proporcionan algunas unidades termoléctricas, esa auxilio “se vuelve sal y agua”, según Aguilar, porque muchas otras están perdiendo megavatios a medida que su mantenimiento indispensable se retrasa y se extiende.

Las severas restricciones en la distribución de combustible contribuyen a que los racionamientos se intensifiquen.

Las plantas hidroeléctricas de los Andes que ayudarían a aliviar la crisis en el occidente del país, están inoperativas por la falta de mantenimiento que arrastran mucho antes de marzo pasado.

En busca de la luz perdida

No obstante, no ha habido avances determinantes en el Sistema Eléctrico Nacional, a pesar de los esfuerzo de Corpoelec y de sus trabajadores que no se deben desconocer, aseguró Aguilar. Pero son “pañitos calientes”.

El Guri tiene operativa desde esta semana una de las 6 unidades de generación de la línea 765, que operaban antes de la primera interrupción nacional el 7 de marzo y permitían el suministro al país de forma regular.

“Es el primer logro desde el gran apagón”, afirmó Aguilar y aseguró que el aporte de 500 MW puede ayudar al aumentar a 730 MW y representa de 300 a 500 MW más por el agua que se envía a las centrales de Macagua y Caruachi.

Esta unidad de generación, ubicada junto a las otras en la Sala de Máquinas 2, es una de las mejores, pero quedó fuera de servicio por falta de mantenimiento y no por los apagones, como ocurrió con otras cuatro.

“De esas seis hay dos que no están bien y requieren recursos y mantenimiento, y para que funcione bien el SEN debe estar entre siete y ocho operativas”.

Hace casi un mes se incorporaron al Guri dos transformadores: uno de la subestación de Yaracuy y otros de la subestación San Gerónimo B, los cuales se procura restablecer niveles de energía, pero a un riesgo tan alto como el anterior.

“No pueden ocurrir fallas en esas dos subestaciones en los próximos 18 meses a 2 años, pues si ocurren no tenemos cómo responder en términos de recursos porque los estamos agotando para paliativos en Guri”.

Además, se dificultará hacer mantenimiento en esas subestaciones eléctricas. “Para hacerlo debe realizarse una severa restricción de servicio. Cada vez es más riesgoso el margen de maniobra”.

Pese a todo, una nueva interrupción del sistema eléctrico está relativamente descartada, según el ingeniero.

La cadena de apagones ocurrió porque no teníamos suficiente generación y se abusó de la transmisión de energía. Ahora con menos infraestructura de transmisión disponible, Corpeloec es más conservador en sus operaciones”. Además deben seguirse aplicando los dos bloques de racionamiento que aunque impone una severa dieta energética para el comercio, industria y zonas residenciales, está evitando más daños catastróficos de infraestructura, en estos momentos.

Y no se avizoran amenazas de El Niño. El embalse del Guri está lleno.

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Hidrología aparte

El 25 de marzo, el Guri marcaba una cota normal por encima del promedio. “Había disponibilidad de agua para la generación de energía, pero ya había problemas por la indisponibilidad de las unidades de generación y de transmisión”, afirmaron fuentes vinculadas al embalse. La falla contribuyó a que ocurriera el gran apagón.

Además, había una deficiencia adicional.

La red de estación hidrometeorológica de Edelca para evaluar los caudales está inoperativa en más de 90 %. Funcionaba para medir los aportes del Guri, pero no para otros cuya información es esencial para hacerle seguimiento a una crecida hipotética.

El estado de la red impide realizar pronósticos a tiempo para evitar crecidas imprevistas que obligarían a aliviarlo grandes cantidades de agua que ocasionarían inundaciones, como las ocurridas en 2017.

Si hay una crecida en la cuenca del Caroní y el embalse del Guri registra altos niveles de agua habría que descargar 15.000 litros por segundo, lo cual ubica en situación de peligro a la Planta Hidroeléctrica Manuel Piar conocida como la represa de Tocoma, con el agravante de que las obras están paralizadas. También peligrarían las poblaciones de San Félix y Cachamay.

La previsión de riesgos hidrológicos a través de estaciones de este tipo y permitir obtener datos exactos a los operadores puede salvar vidas y ahorrar dinero, ha advertido el Banco Mundial.

Una eventualidad de este tipo está descartada por ahora, advierte el ingeniero hidrometeorologista Valdemar Andrade. El embalse del Guri se recupera y puede llegar a la cota máxima de 271,00 msnm antes de lo previsto, debido a las fuertes lluvias de los últimos días. “Eso obliga a realizar alivios preventivos antes de tiempo, los cuales podrían estar entre los 5000 y 10.000 metros por segundo para resguardar la capacidad de almacenaje del embalse”.

Así estaría asegurada relativamente la capacidad óptima de generación del Guri desde el punto de vista hidrológico, dice Andrade, pero aclara que no sería suficiente. “Deben estar disponibles las turbinas, los generadores y sistemas de transmisión”.  Y no lo está en la actualidad. “Hace falta dinero y tiempo”.


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