Desde hace cuatro años, las maestras y los representantes han denunciado la problemática. Las cartas solicitando ayuda reposan en las alcaldías Distrital y de Caracas, en la Vicepresidencia, en los bomberos, en Defensa Civil, en el Ministerio de Educación y en Fede. Pero como no tienen el respaldo de un consejo comunal no les asignan los recursos para la rehabilitación.

Caracas. Desde hace cuatro años, maestras, alumnos y representantes viven en una sola angustia debido a que el constante movimiento del tierra en el barrio Puerto Escondido de Las Mayas, parroquia Coche, está afectando a la Unidad Educativa Nacional Mary Isabel Márquez de Mejía.

A la fecha, seis salones —de 21— permanecen cerraros con candados por la fuerte humedad, el mal olor de las cloacas y las acentuadas grietas en paredes y piso. El muro perimetral que los protege de la carretera vieja hacia Las Mayas se está desplazando y detrás de las aulas hay una caverna donde cabe una persona de pie y, ahora, es paso permanente del río de aguas servidas que baja del barrio. 

Tres veces, en aproximadamente un año, un grupo de representantes ha protestado por la situación cerrando la vía principal. Pero ni esas quejas ni las cartas que reposan en las alcaldías Distrital y de Caracas, en la Vicepresidencia, en los bomberos, en Defensa Civil, la Lopna, en el Ministerio de Educación y en la Fundación de Edificaciones y Dotaciones Educativas (Fede), han surtido efecto.

Tres grados están afectados por la humedad en los salones.

[irp posts=”41044″ name=”Aseguran que con los $ 2.6 millones del Suena Caracas se podrían mantener 1.327 escuelas”]

Una representante que hizo la denuncia a Crónica.Uno, y que pidió el resguardo de su nombre, indicó que Fede planteó la posibilidad de reparaciones profundas y de canalizar las aguas servidas.

“Pero nos dijeron que ese presupuesto debía ser manejado por el consejo comunal de la zona. El único que podía ayudarnos de repente nos dejó solos porque les asignaron dinero para la casa comunal y, en consecuencia, no se puso hacer nada por la escuela. Aunque los bomberos nos han dicho que de nada vale que se haga una inversión en la estructura, pues el problema es todo el sector que está en movimiento. Nos dijeron que el barrio está cediendo, empujando la carretera y a su vez a la escuela”, contó la representante.

Ahora la institución, cuya matrícula es de 594 alumnos, trabaja con horario de contingencia: un grupo de estudiantes recibe dos días de clases a la semana y el otro tres días. Los más afectados son los grados 2do, 3er y 4to, que tienen su programación académica interrumpida.

Todas las cloacas del barrio caen en la escuela.

Lo otro que denuncian es que el agua que sale por los grifos del colegio tiene mal olor y sabor. Presumen que es porque las residuales minaron las tuberías. Los niños, principalmente de preescolar, ya están presentando infecciones en la piel.

Ya hay una caverna por donde se cuelan las aguas residuales.

En este plantel que es bolivariano, el Programa de Alimentación Escolar (PAE) no funciona precisamente por el hundimiento. Además del problema grave de la infraestructura también el hampa los azota. “Quizá ya no como antes, debido a que queda muy poco… Ya se han llevado casi todo”.

Este martes de nuevo los bomberos de nuevo visitaron la institución.

La representante lamenta que esta institución —de casi 50 años— no sea tomada en cuenta por las autoridades. “Más bien de una población de 660 niños, ya la matrícula va por 594 alumnos, precisamente por los problemas de la edificación”, sentenció.

Según los especialistas del cuerpo de bomberos, es el cerro que están cediendo y afectando la escuela.

Fotos: Mabel Sarmiento Garmendia


Participa en la conversación