Alcaldía de San Francisco deposita la basura del municipio en un botadero clandestino

Foto Mariela Nava

Los camiones o motovolteos que viajan al depósito son abordados por recolectores que hurgan entre los desechos para comer o para adquirir material reusable que puedan vender. Un kilo de plástico se compra en 1000 bolívares.

Maracaibo. Basura, el problema más grave que sufre el estado Zulia y que tiende a intensificarse cada día más. El gobernador Omar Prieto prometió que en los primeros 100 días de gobierno la ciudad de Maracaibo y el municipio San Francisco tendrán una cara “más limpia”.

Por su parte, la Alcaldía de San Francisco ya comenzó a recoger la basura, pero su destino final no es el relleno sanitario La Ciénaga, ubicado en el municipio Jesús Enrique Lossada —el único “apto” para la disposición final de los desechos— sino un botadero clandestino alejado de la ciudad, vía La Cañada de Urdaneta, en un sector llamado Los Bohíos.

Los recolectores

Adelina González, de 43 años, hace tres que llega al inmenso terreno todos los días a las 6 de la mañana. Ahí “se la juega”. La rutina consiste en esperar los camiones o los motovolteos —una nueva modalidad de trasporte para la basura en el sur— o los camiones compactadores. Otros en su situación no esperan ni siquiera que las unidades descarguen las toneladas de desechos que traen de su recorrido, sino que los abordan antes para “conseguir lo mejor”. Entre empujones, gritos y hasta robos busca el pan diario para sus hijos.

Con sus manos curtidas de hurgar, Adelina se espanta las moscas que casi se le meten a la boca con cada palabra y suelta:

Aquí en el saque a veces se hace 20.000 o 30.000 bolívares, dependiendo de la cantidad de mercancía, yo recolecto y clasifico el plástico. Botellas, bolsas o soplao’, eso me lo llevo a la casa, lo lavamos y lo vendemos por kilo, con eso compramos yuca, topocho y cueritos, eso es lo que como yo y mis cinco hijos.

Un kilo de plástico se compra en 1000 bolívares. La mujer de rasgos wayuu dice que muchas veces no da abasto pasar las 12 horas de la jornada “laboral” recogiendo plástico para comer más de una vez al día. Aclaró que tiene otro trabajo en la brigada ambientalista del municipio San Francisco, pero sin titubear suelta: Eso no me alcanza para nada, por eso me vengo para acá, esto lo hago por mis hijos porque yo no quiero verlos aquí, como los otros niños, quitándoles los gusanos a las arepas o a los panes para comérselos.

Escondido de todos

Este botadero a cielo abierto —no oficial— fue en otrora un saque de capa vegetal. Hoy los inmensos huecos cobran vida de nuevo como depósito de basura y sustento de más de 700 personas entre niños, ancianos, jóvenes, madres y padres de familia. Tal es el caso de Henry Oliveros de 34 años, que junto con sus tres hermanas, sus cuñados y su esposa van a diario a recoger sacos de plástico o fique para luego venderlos en el mercado de mayoristas Mercamara.

Esto era un saque y lo agarraron ahora para echar basura. Para acá nos venimos todos, porque ninguno de nosotros consigue trabajo. A nadie le gusta estar aquí con estos malos olores, dispuestos a enfermarnos, pero la necesidad nos obliga. Aquí los hombres nos metemos en la basura y las mujeres venden durofríos, en total somos ocho, pero no podemos dejar morir de hambre a nuestra familia, refirió el hombre, padre de cinco hijos, quien aclaró que al saque llegan camiones de ambos municipios a descargar la basura.

El peligro es latente en el terreno, que la mayor parte del tiempo está en llamas, según los moradores, para “evitar la acumulación rápida” de basura. Al parecer, los encargados de la seguridad —trabajadores de la Alcaldía de San Francisco— pasaron por alto que a menos de 500 metros de la entrada hay avisos que dicen “Peligro. Oleoducto Boscan Bajo Grande”.

El riesgo que corren, niños, ancianos, mujeres y jóvenes que a diario visitan “El saque” va más allá debido a la exposición a material biológico de hospitales y medicinas vencidas provenientes de módulos de Barrio Adentro.

Fotos cortesía José Ángel Nuñez


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