Alta exposición al ruido hace que marabinos sean propensos a la sordera

El exceso de decibeles que produce el transporte público en Maracaibo es la causa número uno que está a punto de convertir la ciudad en una cuna de sordos. Cuidar la audición es importante desde el nacimiento hasta la vejez. En los ciudadanos de la tercera edad podría causar desequilibrio y demencia.

Maracaibo. Desde su nacimiento, el ser humano está expuesto a un ambiente agresivo desde el punto de vista auditivo, sin embargo, la falta de educación para la prevención de la sordera no representa una prioridad para muchos. Los ciudadanos que viven en Maracaibo corren el riesgo de quedarse sordos debido al exceso de decibeles —unidad de intensidad de ruido— que produce la metrópolis.  

El primer contaminante del sonido es el tráfico. El parque automotor, especialmente los autobuses, son los que más afectan el oído de los marabinos. Según Rafael Muñoz Montenegro, presidente del capítulo zuliano de la Sociedad Venezolana de Otorrinolaringología (Svorl), solo el ruido del tránsito en la ciudad alcanza los 80 decibeles, que no son permitidos “porque el oído se deteriora, hay unas células que son irreversibles en algunos casos y además el ruido es acumulativo”.

La exposición a los sonidos del ambiente, como los que vienen del televisor y la radio, los aparatos electrodomésticos y el tráfico, deberían ser normalmente indefensos, pero los ruidos muy altos pueden dañar las estructuras delicadas del oído interno, causando pérdida de audición inducida por el ruido (noise-induced hearing loss, NIHL, por sus siglas en inglés).

El oído es el único órgano externo que trabaja las 24 horas del día, el que pone alerta y el que le permite a los seres humanos desarrollar la comunicación, el lenguaje y la expresión.

Por eso alertó sobre la agresión del ruido ambiental en Maracaibo que, a su juicio, es continuo y acumulativo: “Maracaibo es una ciudad muy escandalosa, por eso estamos sometidos a un trauma acústico, esto nos lleva a ser una sociedad de sordos”.

Los marabinos son alegres por naturaleza y, por ende, muy ruidosos. Para Muñoz, “somos luz, calor y sonido”, por eso habla de una desventaja: no existen en la región controles de ningún tipo con relación al exceso de ruido:

“Se dice que en las ciudades modernas no debe haber más de 60 decibeles de sonido en el día y 45 en la noche. Nosotros estamos entre los 75 y 80 decibeles”.

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Un cuidado para todos

El especialista con amplia trayectoria en el área señala que el oído es un órgano que hay que cuidar en todos los extremos de la vida, niñez, adolescencia y adultez. Desde el momento en que la mujer sale embarazada debe prevenir el cuidado en la audición del niño durante el desarrollo, con un buen control prenatal: “Mundialmente, las estadísticas hablan de que por cada mil nacidos vivos sanos, tres pueden tener una alteración mínima de la audición”.

“Psicológicamente se ha comprobado que los niños que fueron sometidos a música pesada o ruidosa son más violentos”.

Una vez nacido el niño, el doctor Muñoz recomienda hacerle una prueba de emisiones otoacústicas. “Afortunadamente, el Gobierno compró unos aparatos y los envió a todas las maternidades del país, que son capaces de medir si el niño viene con defectos o no, pero eso está mal implementado actualmente”. Durante los primeros seis meses de nacido es cuando el bebé desarrolla la memoria rítmica para el desarrollo del audio, en esta etapa es recomendable estimular el órgano con música suave.

En el caso de los jóvenes, el cuidado es importante debido a su rutina. Estos tienen un descontrol total del sonido, según explica el otorrino:

“Escuchan la música a un nivel muy alto, el uso del transporte público y usar audífonos con volúmenes altos los afecta, esos son los mayores agresores de la audición. La exposición a estos factores puede ocasionar que un joven pierda la audición prematuramente”.

Para la sociedad, la pérdida de la audición está ligada a la vejez y aunque las personas de la tercera edad son las más afectadas este no es un trastorno exclusivo de la edad. En el caso de los ancianos, el oído puede convertirse en un problema sumamente serio, que va desde la sordera hasta la demencia. “Si no escuchamos, nos aislamos, si no escuchamos, no pensamos y la memoria se va deteriorando. En los países desarrollados, como en Europa, los ciudadanos deben practicarse exámenes obligatorios y les colocan auxiliares auditivos para evitar que caigan en demencia o pérdida de la memoria”.

Muñoz explicó que las personas que comienzan a perder la audición tienen muchos efectos psicológicos: se deprimen, sufren de nervios y eso contribuye a disminución de la calidad de vida. “Los abuelos van perdiendo la memoria cuando dejan de escuchar “.

El especialista en audición reveló que 20 % de su consulta de ambos sexos y todos los grupos etarios, va a su consultorio por dos causas: “una porque no escucha y otra por la pérdida del equilibrio, que está totalmente ligada al oído”. Atribuye el alto tono de voz con el que se comunican los maracuchos a que se están convirtiendo en una sociedad de sordos. “Las personas que hablan fuerte es porque no oyen bien y no tienen retroalimentación. Uno habla duro porque no se escucha”.

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¿Cómo cuidarnos?

Hay tres aspectos importantes: bajar el volumen al ruido, alejarse de los sitios cacofónicos y de ser posible utilizar tapones de oídos protectores.

“Si le enseñamos a nuestros niños lo grave que es la agresión del sonido en sus oídos, tendríamos una cultura más preventiva. El simple hecho de encender la licuadora cerca de los niños, daña su audición porque es un ruido de alta frecuencia”, sostuvo el especialista.

De un tirón

La pérdida de audición inducida por el ruido puede ser inmediata o puede tomar mucho tiempo hasta que uno la note. Puede ser temporal o permanente y puede afectar uno o ambos oídos. Aun cuando usted no pueda notar que está dañando su audición, podría tener problemas en el futuro. Por ejemplo, tal vez no pueda entender a otras personas cuando hablan, sobre todo por teléfono o en un lugar ruidoso. Si bien no es posible determinar ahora cómo le podría afectar el ruido en el futuro, sí se sabe que la pérdida de audición inducida por el ruido se puede prevenir.

Estos son los niveles promedio de algunos sonidos comunes, medidos en decibeles:

  • El zumbido de un refrigerador
    45 decibeles
  • Una conversación normal
    60 decibeles
  • El sonido de tráfico pesado en la ciudad
    85 decibeles
  • Las motocicletas
    95 decibeles
  • Un reproductor de música al máximo volumen
    105 decibeles
  • Las sirenas
    120 decibeles
  • Los petardos y las armas de fuego
    150 decibeles

Foto referencial: Flickr


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