Anzoatiguenses están condenados a un servicio precario de agua por malas decisiones y falta de inversión

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Un sistema vetusto y contaminado es el que surte de agua al millón de habitantes asentados en la llamada zona norte de la ciudad. Especialistas indican que lo que se vive en Anzoátegui es un verdadero drama originado por la indolencia de autoridades, que dejaron caer uno de los mejores sistemas de distribución de agua construidos en el país.

Barcelona. Franklin Zamora es un barcelonés, de 35 años de edad, que de los siete días que tiene la semana, cuatro de ellos los ocupa en llenar los 15 tambores de agua que tiene en casa de su mamá y con ello poder lavar, cocinar y cumplir con los quehaceres del hogar.

Su rutina arranca a las 5:00 de la mañana y puede extenderse fácilmente hasta la 1:00 de la tarde. Según sus cuentas, en cada uno de esos días hace más de 30 viajes con su carretilla y tres pimpinas de 20 litros que usa para surtirse de agua desde una toma que está ubicada a poco más de un kilómetro de su casa, en el sector El Rincón del Neverí, en Nueva Barcelona.

El trajinar de Zamora es el mismo por el que pasan cientos de familias anzoatiguenses día tras día a propósito de la escasez de agua en la entidad que, a juicio de especialistas, se produjo por malos manejos, falta de inversión y una nula voluntad para mejorar la distribución del servicio.

El drama de Zamora dibuja lo absurdo de la problemática del agua en la llamada zona norte de Anzoátegui.

El río Neverí, principal fuente de agua para el millón de habitantes —según el último censo nacional— asentados en la conurbación que comprende los municipios: Bolívar, Urbaneja, Sotillo y Guanta, pasa a menos de 200 metros de su vivienda, pero es agua que no puede utilizar debido a los niveles de contaminación en la parte baja de la ciudad.

Lo absurdo radica en que los cuatro municipios dependen precisamente del agua que proviene de la cuenca alta del Neverí y es trasladada por el llamado Canal de Caratal, un sistema de riego construido en los años 50 y cuya concepción original fue la de llevar agua cruda (sin tratamiento) hacia unos viñedos ubicados en la entrada de Barcelona. Actualmente, es el barrio homónimo más grande de la ciudad, El Viñedo.

Yo tengo que hacer esto todas las semanas. En donde vivo no hay agua por tuberías y tengo que cargarla porque si no, lo único que nos queda es esperar a que llueva para hacer un canal con una lámina de zinc y llenar los tobos con agua de lluvia. Esto le cambia la rutina a cualquiera. Cada vez que hago los viajes quedo adolorido de la columna, ¿cómo tengo un trabajo formal si tengo que vivir cargando agua?.

Y el cambio de la rutina también lo vive Francia Rosales, quien con un toque de humor negro asegura que hasta el florero de los santos llena cada vez que en su residencia ponen el agua durante 30 minutos.

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Ante la problemática ahora solo usa un baño de su apartamento, porque el de “las visitas” lo destinó como depósito de los envases que llena para almacenar agua.

Limpiar se ha vuelto algo impensable, siento que hemos retrocedido a niveles de la edad de piedra. Cómo es posible que ahora tú tengas que decirles a los muchachos que usen con moderación la ropa porque no hay agua para lavarla, esto no es vida. En la residencia donde vivo, según nos dicen, somos el último de la cola en la distribución del sistema de agua y por eso no la recibimos con frecuencia, hace 10 años era inimaginable esta situación porque contábamos con agua a diario. Hoy el bañarme con regadera quedó en el pasado feliz.

¡Simplemente no hay agua!

“¿Tú quieres saber por qué no tienes agua en tu casa? Simplemente porque no hay”, con esa contundente afirmación comienza el ingeniero civil y expresidente de Hidrocaribe, Glen Sardi Brandt, su explicación sobre la crisis del servicio de agua en el estado.

Sardi afirma que los cuatro municipios de la zona norte deberían recibir alrededor de 10.000 lts/seg a través de una aducción proveniente del embalse del Turimiquire. Decisiones gerenciales obviaron la construcción de ese sistema y en su lugar se levantaron dos plantas de potabilizadoras que recibirían alrededor de 6000 lts/seg, cifras que en la actualidad lucen lejos de alcanzar.

Las protestas por agua se han vuelto constantes en la geografía anzoatiguense / Foto: José Camacho

Con los 10.000 litros por segundo que venían del Turimiquire teníamos agua hasta para regalar. Hoy las plantas José Antonio Anzoátegui y El Rincón no llegan ni a 4000 litros por segundo. Lo que estamos viviendo aquí es un drama porque no hay agua para tanta gente, en la zona norte no tenemos agua porque año tras año las autoridades lo que han hecho es meter la pata hasta el fondo, se sacrificó un sistema óptimo por un canal colapsado, insuficiente e inseguro.

Para Sardi, mientras quienes dirigen Hidrocaribe no apliquen los correctivos pertinentes, los habitantes de la zona norte estarán condenados a cargar agua de cuanta toma consigan por la calle. A su juicio, el estado retrocedió más de 20 años en la prestación del servicio.

Ninguna otra zona del país tenía los proyectos e instalaciones para el correcto suministro de agua a sus habitantes como Anzoátegui, estos no se aprovecharon y los proyectos no se hicieron y hoy tenemos este drama con el agua. La única solución factible en este momento es optimizar lo que tenemos y hacer una nueva toma en el Neverí para elevar la producción de agua por lo menos a 6000 lts/seg y paliar la situación. La gente dice, ‘¿por qué no traemos agua del Turimiquire como se pensó originalmente?’ Porque eso representa, en primer lugar, mucho dinero y en segundo, tiempo que no tiene la ciudad.

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Necesidad por ineficiencia

Las poblaciones de Cantaura, El Tigre, Anaco, Guanipa, Píritu, Clarines y Puerto Píritu asentadas en las zonas centro-sur y oeste de la entidad no escapan a la crisis de agua. La única forma en que sus habitantes la obtienen es a través de pozos que, en muchos casos, ellos mismos tienen que financiar.

Oscar Robles reside en una comunidad denominada Villas Garban en la ciudad de El Tigre y refiere que cuando se hizo la construcción de las casas, la misma comunidad financió la perforación y adecuación de un pozo profundo del cual se surten más de 600 familias.

“Aquí no hay represas y por eso es que las comunidades viven del agua que se produzca en los pozos. Nosotros tuvimos que financiar la construcción de este y esa es el agua que usamos para todo. Te puedo decir que es de muy buena calidad porque sale clara y hasta donde sé, aquí en la comunidad no se ha enfermado nadie a causa del agua que se consume”.

La ciudad de El Tigre recibe agua a través del sistema de pozos. 60 % de los 250 sectores que la integran se surten mediante el campo Las Mercedes compuesto por 12 pozos profundos. El resto de los habitantes se surten de pozos periféricos como el de Villas Garban, este sistema puede alimentar a tres comunidades y cuando se agota el agua o tienen fallas en las bombas impulsoras, lo único que les queda a los tigrenses, sobre todo de los sectores populares, es comprar cisternas, las cuales venden un tanque de 900 litros por 50.000 bolívares.

Las zonas sur y oeste padecen la falta de agua por la incompetencia de quienes dirigen la empresa hidrológica. En esas poblaciones hay sistemas que no están siendo utilizados como el sistema de Cantaura que canalizaba el agua de los pozos y la represa de Clarines para llevar agua tratada a las comunidades de Píritu, Clarines y Puerto Píritu. Todo esto se desechó por meter agua a los cipotazos y ya vemos las consecuencias.

Deforestación y alarma

Rodolfo Gil es presidente de la Fundación Agua para Todos y además de coincidir con Sardi en que el descuido de la infraestructura y malas decisiones gerenciales han contribuido a generar la crisis del agua, también añade otro factor que considera aun más grave: el ambiental.

Para Gil, la deforestación ilegal que hacen conuqueros y empresas constructoras tanto en las cuencas alta, media y baja del río Neverí como en la propia represa del Turimiquire, que son zonas Abrae, ha contribuido a que se pierda el caudal del río en forma acelerada y el agua que baja hacia las plantas potabilizadoras llegue llena de sedimentos, por ello Hidrocaribe suspende constantemente el servicio.

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“El río Neverí mantiene un caudal aparente porque recibe agua gracias a una fractura en la pantalla de la represa del Turimiquire y al desvío del agua que debía enviarse a Barcelona y Puerto La Cruz, pero que no llega por no hacerse la aducción que traía esos 10.000 lts/seg hasta la ciudad. Esas áreas deforestadas son necesarias para preservar el ciclo de lluvia y de llenado tanto de la represa del Turimiquire como del río Neverí”.

Gil coincide con Sardi en que el retroceso que se evidencia en la prestación del servicio es de tal magnitud que se atreven a asegurar que actualmente Anzoátegui es el único lugar en el mundo donde se suspende el servicio de agua por turbidez.

En 2018 el vetusto Canal de Caratal presentó una fractura que dejó sin agua a 90 % de la zona norte de Anzoátegui / Foto: Cortesía

“Cuando ellos dicen que se suspende el agua por turbidez en el río eso es una tamaña irresponsabilidad. ¿Para qué se supone que fueron construidas las plantas potabilizadoras de El Rincón y José Antonio Anzoátegui? Para procesar el agua. Cuando ellos aducen esto quiere decir que en esas instalaciones no están haciendo su trabajo como debe ser y tampoco tienen los químicos necesarios para hacerlo. Por ello se generan los cuadros diarreicos como los de principios de año”, afirma.

Esos cuadros diarreicos a los que se refiere Gil fueron los generados por la epidemia de Shigella y Norovirus que cobraron la vida de 14 personas durante principios de año en la entidad y que según los análisis realizados por el equipo de salud pública, junto con importantes bioanalistas del estado, se originaron por la contaminación del agua que reciben los habitantes de la zona norte.

Estamos en una situación precaria, hace un mes realizamos una inspección al Canal de Caratal y encontramos de todo: basura, una gran cantidad de bombillos ahorradores altamente contaminantes, gente lavando carros y bañándose, invasiones en la orilla. Ese canal está contaminado y esa es el agua que recibimos quienes habitamos en estos cuatro municipios. Los niveles de retroceso en este sentido son incalculables, a las tuberías existentes en la ciudad no se les puede meter más presión porque si no, explotan. Es un tema de reorganizar todo el sistema de agua.

En Hidrocaribe hay una política de no declarar a los medios de comunicación por orden expresa de Caracas. En su cuenta Twitter @hidrocaribe la única información disponible es la de acciones sociales, retuiteos a la cuenta de Nicolás Maduro, cronograma del “ciclo de distribución del agua” —que tanto Sardi como Gil sostienen que es un “vil y vulgar racionamiento”— y una que otra limpieza o jornada de mantenimiento en instalaciones. No existen planes a futuro.

Con semejante panorama, Zamora se resigna a continuar haciendo sus viajes para no quedarse sin agua en el hogar.


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