El cadáver de Endy Galarraga, de 16 años, fue levantado al día siguiente de su homicidio. Al menor de edad le dispararon cuando iba a visitar a su novia en el barrio La Lucha de Río Chico, estado Miranda.

Caracas. Endy Javier Galarraga, de 16 años, fue asesinado la noche del pasado martes 27 de febrero, cuando iba hacia la casa de su novia en el barrio La Lucha de Río Chico, estado Miranda.

Según testigos, el adolescente fue abordado por varios hombres, quienes le gritaron que corriera pero de igual forma le dispararon en la cara. Luego le robaron sus zapatos marca Nike.

Sus familiares contaron que murió en el sitio y que su cadáver fue levantado al día siguiente, a las 10:00 a. m. cuando acudieron funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc).

Luego su cuerpo fue trasladado hasta la Medicatura Forense de Bello Monte, pues la morgue de Caucagua no funciona adecuadamente.

Era hijo único y estudiaba primer año de bachillerato en un liceo ubicado en Las Mercedes de Río Chico. Vivía en el sector San Miguel.

Más de una semana para retirar cadáver de joven

Familiares de José Antonio Toro, de 22 años, pudieron retirar su cuerpo de la morgue de Bello Monte luego de más de una semana, en vista de que no contaban con los recursos económicos para comprar una urna y costear una fosa.

El joven fue asesinado el pasado 22 de febrero en el sector Los Cascabeles de Ciudad Tablita, en Antímano, por funcionarios de la Fuerza de Acciones Especiales (Faes) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB).

Su madre, quien por temor no quiso revelar su nombre, contó que robaron comida, bombillos y celulares de la casa. Además la agredieron cuando abrazó a su hijo para que no se lo llevaran.

Denunció que lo sacaron a la fuerza de la casa y le dispararon en un taller cercano. Era padre de una hija de un año.

Él no tenía antecedentes ni estaba armado, dijeron que tenía un arma. Sí tenía amigos en otros pasos y es posible que por los amigos haya caído. Una persona no debe morir así, ellos tenían que tocar la puerta y detenerlo si era necesario, contó un pariente.

Foto referencial: Francisco Bruzco


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