No todos pueden emigrar, por lo que muchos cruzan el caluroso puente en busca de trabajo. Algunos deben hacerlo por trochas, pues, de lo contrario, las autoridades colombianas les decomisan la mercancía. Sin embargo, todos persiguen lo mismo: llevar algo de dinero a sus hogares al final del día.

San Cristóbal. “La plata está hecha, lo que hay es que buscarla”, dicen quienes pasan a diario por el Puente Internacional Simón Bolívar de San Antonio rumbo a Cúcuta, en busca de un ingreso extra para llevar alimento a sus familias en Venezuela.

Cerca de 50.000 personas transitan todos los días, a pie, los más de 300 metros del límite fronterizo hacia Colombia. Unos, menos afortunados, deben cruzar el río Táchira usando las trochas cargados de plátanos, aguacates, pan, maltas y demás productos, que son vendidos no solo en el sector conocido como La Parada, sino también en el interior de la capital del Departamento Norte de Santander, ya que por el puente no es permitida la comercialización de alimentos sin los permisos sanitarios correspondientes. Con ese dinero, buscan llevar alimentos o bien satisfacer alguna necesidad que se tenga en el hogar.

Carlos se encontraba preocupado porque había extraviado su cédula. Oriundo de Maracay, estado Aragua, vino a parar tan lejos de su hogar porque en el centro del país no encontró oportunidad de empleo.

Me vine con mi hermano y ya tenemos mes y medio aquí. Vendemos aguacates en Atalaya, pero eso no es fácil. Hay mucha gente que hace lo mismo y uno debe marcar la diferencia para que le compren”.

Aseguró que debe reunir unos “pesitos” para regresar a Maracay, ya que debe sacar la cédula allá porque en la entidad andina no ha tenido suerte. Dice que luego de que lo haga volverá a trabajar en Cúcuta.

Ya en la zona comercial de Cúcuta, los vendedores ambulantes se encuentran por doquier. Sin embargo, llama la atención un sujeto que vende carteras, bolsos, monederos y adornos hechos con billetes venezolanos. En una acera cerca del Parque Santander se encuentra el hombre y no solo muestra sus obras, sino que también enseña los fajos de billetes con los que los elabora. Se dedica a comprar el billete del antiguo cono monetario y lo convierte en estos productos.

Cúcuta
Accesorios hechos con billetes del viejo cono monetario

Una cartera costaba 5000 pesos, el monedero 3000, pero si se le regateaba, podía dejarlos por menos. Y es que al cambio actual, 5000 equivalen a más de cien bolívares soberanos. Por un fajo de cien billetes que le llevaran, paga 10.000 pesos.

La mendicidad sí es algo que no cambia. En restaurantes, cafeterías y calles siempre hay quien pida una moneda. Otros más creativos tocan algún instrumento y, luego, pasan por las mesas en busca de algún incentivo económico. Sin embargo, pocos son quienes les dan algo de dinero a estas personas.

“5000 pesitos la cola en Western”, dice un joven, quien aguarda por clientes en las afueras de los locales dispuestos para que los cobradores de giros a través de Western Union aguarden su turno. Esta medida fue tomada por la Alcaldía de Cúcuta el mes pasado, dada la gran cantidad de personas que se agolpaban en la vía pública, entorpeciendo el libre tránsito y perjudicando al comercio formal.

Western Union
Este desorden imperaba en las cercanías de Western Union

Para quienes retornan también hay servicio de carretillas. Muchachos jóvenes, casi todos hombres, cargan los paquetes de quienes hacen compras en Cúcuta por unos cuantos pesos. Isaac es uno de ellos. Proveniente de Capacho, el joven a diario aguarda por clientes en La Parada, justo donde los buses dejan a los pasajeros.

Dice tener días buenos y otros no tanto.

“Ayer fue un buen día. Hice 30.000 pesos (612 Bs. S.) y compré arroz, pasta y unas cositas para la casa, pero hoy sí ha sido malo. Un señor me hizo caminar hasta el cementerio con las maletas. Yo le había pedido 10.000 pesos porque el camino es largo y cuando llegué allá me salió con 2000 pesos. La gente también se aprovecha de uno”, dijo lamentándose.

La mayoría de estas personas retorna antes de las 8:00 de la noche, hora en la que el paso fronterizo es cerrado para peatones y se abre para los camiones y gandolas que transitan desde y hacia Colombia. Al día siguiente vuelven a sus jornadas, bajo el sol inclemente de Cúcuta.

Fotos: Ana Barrera


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