Azotes imponen “códigos carcelarios” en comunidades de Cúa

En el sector Santa Cruz tirotean las manos de quienes roban a los vecinos. Peor aún, en otros barrios hacen que los homicidas caven su propia tumba y después les quitan la vida

Yohana Marra/@yohanamarra

Cúa. Quieren vivir igual que en las cárceles. Cuando los pranes regresan a sus barrios pretenden que los vecinos adopten ciertas reglas aprendidas tras las rejas, impuestas por ellos, pues de lo contrario los castigan con la muerte y si corren con suerte los expulsan de la comunidad.

Así sucede en todos los sectores de Cúa, estado Miranda. En otros son más sanguinarios que otros, para demostrarse entre bandas cuál tiene más poder y capacidad para hacer demostrar su liderazgo.

Un vecino del barrio Santa Cruz de Cúa comentó, bajo anonimato por miedo a venganzas, que nadie puede robar por su casa porque buscan hasta debajo de las piedras al responsable, después le amarran las manos y le disparan.

Las reglas de quienes tienen el dominio en la zona son claras, por eso los habitantes pueden dejar abiertas las puertas de sus casas, por la plena confianza de que castigarán al que robe. Y así es tras las rejas, nadie se puede meter con las pertenencias del otro porque lo paga caro.

“Hay barrios que hacen peores cosas. Por ejemplo en Nueva Cúa, Pinto Salinas y La Fila usan hachas para cortarles las manos a los ladrones”, soltó.

La norma se extiende para cuidar a los familiares o visitantes de la comunidad, ya que si asaltan a uno de ellos pagarán las consecuencias. “La visita es sagrada como en la cárcel, allá no puedes ni mirar a un familiar porque las pagas feas. Bueno, aquí es así”.

Tan acostumbrados está la gente a estas intimidaciones que si alguno ve dinero en el piso es incapaz de tomarlo. “Si una persona va caminando y ve un carro abierto cruza a la otra acera, porque eso es que hay ‘una atmósfera prendida’, es decir, que andan buscando que alguien caiga, entonces la gente se aleja”.

Cavan su propia tumba

Cuando un hampón del barrio asesina a un inocente el castigo es mucho peor: lo matan, pero antes lo hacen cavar su propia tumba. En otras oportunidades los entierran con las manos afuera, para que la población sepa que lo que era.

El vecino, quien tiene trato cercano con delincuentes por su labor comunitaria, sostuvo que en los Valles del Tuy se ve de todo: desde un antisocial que amarran de un carro y arrastran por todos lados, hasta que guinden los cuerpos picados en sitios visibles.

“Estas cosas las hacen públicas para que la comunidad vea quiénes son los que tienen el poder y que deben respetar. Tenemos que quedarnos callados, porque sino te comprometes con el hampa”.

Por si fuera poco, los azotes de Santa Cruz de Cúa, específicamente, no permiten que nadie venda cualquier tipo de drogas. Solo pueden hacer negocios con la marihuana “porque no le hace daño a los jóvenes”, pero piedra, perico y otras sustancias están prohibidas. En otros barrios la cosa cambia, según como orden el pran.

“Los pranes dicen que la piedra trae muchos policías al barrio y muchos locos a la comunidad. Entonces pueden robar a alguien, por eso no les gusta. En Santa Cruz llevan el sistema de las drogas los sindicalistas y esos no consumen, solo venden”, agregó el residente de Cúa.

Foto: Cristian Hernández


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