La instalación fue reinaugurada en 2008 y entregada a una mancomunidad de tres miembros hoy en día dividida que exige el cese de actividades y el desalojo de sus primeros inquilinos.

Cristóbal Naranjo/ @cristobnaranjo

Caracas. El contraste entre el deteriorado campo de tierra de beisbol y el impecable y remozado terreno de fútbol, que, tras pasar una garita de vigilancia entre las calles 3 y 4 recibe a  visitantes y vecinos de la urbanización Montalbán II, en Caracas, quizás arroje algunas luces sobre el origen del conflicto que mantienen dos escuelas de fútbol infantil que hacen vida en el recinto deportivo y hasta ahora no han llegado a acuerdos para cohabitar pacíficamente desde su reinauguración el 23 de noviembre de 2008.

Y es que al igual que el pedregoso diamante, el Campo de Fútbol Popular de Montalbán antes era de tierra y sus primeros inquilinos desde 1987. Gracias a los buenos oficios del excontralor ya fallecido y vecino de la zona Clodosbaldo Russian, los miembros de la Escuela de Fútbol Montalbán acudieron a las autoridades de la Alcaldía Metropolitana, por entonces bajo la tutela de Juan Barreto, para solicitar la rehabilitación y reestructuración de dichos espacios, que hoy en día constan de una cancha principal de grama artificial con una tribuna, un edificio administrativo donde funcionan dos oficinas y un salón para reuniones y eventos; una cantina y una pequeña cancha.

Luego de terminar el remozamiento del complejo, la alcaldía acordó la creación de una mancomunidad conformada por la Asociación de Fútbol Montalbán, el Consejo Comunal Sector F de Montalbán II y la Escuela de Fútbol Montalbán para preservar y darle un uso “deportivo, recreativo y cultural” a la obra.

Dos años después se produce un divorcio entre las dos primeras partes y la EFM y nace la Escuela Comunitaria Libertador, que poco a poco ha ido desplazando y limitando el funcionamiento de la institución que en 2016 cumplirá 36 años de fundada hasta solicitarle esta semana el desalojo y cese definitivo de sus actividades en la instalación.

CAMPO DE MONTALBAN 3

Dimes y diretes

El rompimiento de la relación entre los miembros originales de la mancomunidad y la alianza entre el Consejo Comunal y los propulsores de la Escuela Comunitaria Libertador ha desatado una auténtica guerra entre las dos academias deportivas, que solo coinciden en un punto: las acusaciones mútuas del interés de utilizar el Campo de Fútbol Popular para llenarse los bolsillos a costa del correteo entusiasta de niños y jóvenes detrás del balón.

“Cuando estábamos unidos se les dio dinero para que tuvieran una mejor organización, pero nos dimos cuenta que esto era un negocio. Que el Estado nos había entregado un campo al Consejo Comunal que resultaba un negocio para una familia y no para la comunidad”, señala Gustavo Chacón, miembro del Consejo Comunal.

“Nos decidimos abrir una escuela popular porque este modelo no nos estaba funcionando. Logramos entonces fundar la Escuela Comunitaria de Fútbol Libertador. Esta ha sido una experiencia muy bonita porque inclusive en 2013 fuimos campeones en cinco categorías. El uniforme verde ha sido un orgullo para toda la comunidad de Montalbán”, apunta Chacón.

La ECL, sin embargo, no es del todo gratuita como admite el administrador de la mancomunidad José Gregorio Cova. “Ellos cobran por todo y nosotros solicitamos tres unidades tributarias al mes a cada representante que pueda pagar. El que no puede no es que se le echa de la escuela”, asegura el dirigente.

Según la directora de la Escuela de Fútbol Montalbán María Celeste González, la orden de desalojo solo persigue                 un fin: “Si nos sacan tienen más espacio y facilidad para montar sus torneos para adultos, donde cobran una gran suma de dinero”. Y ciertamente, Cova reconoce que 50 equipos de mayores participan en los torneos nocturnos con una inscripción de 80 mil bolívares por oncena, aunque hace una aclaratoria. “Nosotros le quitamos a los adultos para darles a los niños de comunidades como La Vega, Antímano y Carapita. Funcionamos por autogestión y solo organizando esos torneos podemos mantener la cancha, los vestuarios y el edificio sede”.

Por autogestión también opera la EFM. Y las cuotas que pagan los representantes son de mil bolívares al mes por infante, aunque muchos se atrasan, de acuerdo con González, sin que ello implique la expulsión del pequeño futbolista.

La petición de desalojo

Los elevados costos que genera el mantenimiento del Campo de Fútbol Popular de Montalbán y una supuesta falta de colaboración de los primeros ocupantes del terreno precipitaron la petición de desalojo, a decir de los representantes de la mancomunidad.

“Llegó un momento en que se fueron incrementando los costos de mantenimiento del campo y se le dijo a María Celeste González que tenía que pagar un arrendamiento y que tenía que aportar con el mantenimiento y se negó”, indica Chacón. “Si nos encargamos de todo podemos hacer una mejor labor y una mejor masificación del fútbol en la zona”, agrega.

Para Carlos Díaz, directivo de la Escuela Libertador, la expulsión de la EFM es un clamor entre los vecinos. “Es un mandato de la comunidad que no quiere que siga la Escuela de Montalbán. Los niños y los entrenadores pueden quedarse. Nos comprometemos a asumirlos”, asevera.

Pero González replica con un par de argumentos contundentes. “Nosotros solo usamos el campo los lunes y miércoles y dos viernes y sábados al mes y lo dejamos en buenas condiciones. La mayoría del tiempo está ocupado por la Escuela Libertador y los torneos de adultos y no tenemos suficientes recursos”.

“No es justo que nosotros estemos arrimados allí. Con 36 años y toda la labor que hemos hecho, la EFM debería ser considerada como un patrimonio del fútbol y el deporte venezolano”, subraya.

La tercera voz

La valoración de González dista de ser meramente afectiva. La EFM ha sido semillero de la Vinotinto. Por sus filas pasaron jugadores como Miguel Mea Vitali, Nicolas “Miku” Fedor, Emilio Rentería y hasta el exasistente técnico del ciclo de Noel “Chita” Sanvicente Maurizio Lazzaro.

Un entrenador que hace vida en los torneos capitalinos junto a la Libertador y a la Montalbán y pidió mantener su nombre en reserva dio su visión de la pugna: “No me parece que la Escuela Montalbán esté hoy en día casi mendingando horas para poder funcionar en ese espacio que ha ocupado por tantos años”.

“Creo que ambas escuelas son afortunadas de tener un complejo así, ya que en la capital carecemos de buenas canchas como esa. Si tuvieran una buena organización y mejor comunicación, les iría mucho mejor a todos ellos”, puntualizó el instructor.

Por lo pronto, de un lado de la cancha la orden de desalojo se mantiene y del otro se hace un llamado al alto Gobierno de respetar, no acosar, cohabitar y en el peor de los casos reubicar. El balón está en el círculo central y aguarda por la orden de un árbitro con buen criterio para dirigir un enfrentamiento que se tornó muy trabado desde el pitazo inicial y que por el bien de la comunidad solo debe disputarse en el rectángulo de juego.

Foto: referencial


Participa en la conversación