Oscar Misle Terrero, fundador y directivo de Cecodap, compara a los chamos con la capital, que cumplió sus 450 años de fundada. Los define como muy abandonados, maltratados por las carencias que sufren, desencantados por la falta de oportunidades, pero a la vez, destaca que se sienten esperanzados y protagonistas de la historia.

Caracas. Los conversatorios y charlas que realiza la organización no gubernamental Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap) en escuelas y liceos publicos y privados de Caracas, le ha permitido a Oscar Misle Terrero conocer la realidad familiar y social de niños, niñas y adolescentes, así como darles herramientas para superar los problemas que los aquejan.

El educador, orientador, terapeuta familiar y escritor describe cómo son los chamos que habitan la ciudad capital, que arribó el 25 de julio a sus 450 años. Afirma que anteriormente el joven era pasivo, “bonchon”, indiferente, indolente, desordenado, sin embargo, se ha tenido que adaptar a la realidad que se vive en su entorno. “En los 32 años de Cecodap nunca había visto como de manera acelerada e intensa la violencia se va apoderando de la ciudad”.

“Es una ciudad poco amigable, hostil, violenta, pero hay un sentido de pertenencia y de vinculos con ella. El joven de Caracas está consciente de que no le ofrecen lo que necesita, sufre carencias de alimentos, no puede comer lo que quiere, cuando quiere. Eso genera indignación, les trae conflictos familiares porque empiezan a pelear por la comida, porque no tienen la conciencia de que eso que se compró tiene que durar la semana o tiene que distribuirse entre muchos miembros de la familia. Hay una insatisfacción y más porque el adolescente come porque lo necesita por su crecimiento.

Agrega que la ciudad no está en condiciones de ofrecerle a los muchachos protección, ni esparcimiento sin que sus vidas corran peligro. Tampoco les da oportunidades para que se desarrollen en un oficio porque las perspectivas no se ven claras, “entonces quienes tienen la posibilidad se van del país. Los jovenes se van por falta de oportunidades, el tema de la seguridad aparece siempre”.

Misle Terrero señala que el tema de la comida, la inseguridad y la imposibilidad de recrearse son las preocupaciones de todos los jóvenes. Esta realidad que los golpea, también los hace críticos sobre lo que les rodea, con todo, “son diferentes en cuanto a sus motivaciones, en cuanto a sus vinculos con organizaciones políticas, otros no, otros son espontáneos… Se plantean lo político como opción, quieren participar, quieren protestar, quieren expresarse. En los conversatorios, los jóvenes hacen un diagnóstico, incorporan en sus relatos el tema de la democracia, libertad, participación, justicia. Eso para nosotros ha sido inspirador, novedoso, vienen de familias que han sido militantes políticos, que cuando viene la crisis resurgen como líderes”.

El directivo de Cecodap, organización de Derechos Humanos que previene la violencia y promueve el buen trato a la niñez y adolescencia, además de mencionar a los chamos que tienen carencias en sus hogares, también describe a otros tipos de jóvenes que viven en la capital:

Están otros jóvenes que formaron parte de Caracas, eran los niños de calle, que encontrarían en las protestas una forma de sentirse visibles, de ser reconocidos y sentir que lo que están haciendo es valorado, le da un sentido a sus vidas; por esa vida que llevaron son capaces de arriesgar lo que tienen porque desde muy pequeños estuvieron vinculados a la muerte. 

Según Misle Terrero, estos jóvenes se sienten protagonistas de la historia, les recomienda protestar de formas pacificas, no violentas.

De acuerdo con el orientador, los jóvenes están tomando conciencia de su realidad, de la voluntad, de sus derechos y del momento represivo que se vive en la ciudad. “Van tomando conciencia de lo que significa ser ciudadanos desde la exigencia de este momento histórico a reaccionar, van incorporando en el discurso términos como democracia, libertad, solidaridad. Se sienten protagonistas de la historia”.

Explica que los muchachos “han cambiado la letra de la música, los contenidos de los chats, el contenido está teñido por el tema político. Los que están vinculados con el sector oficial sufren las carencias, la inseguridad, ellos pueden repsonsabilizar a la guerra económica, el acaparamiento del que bachqueo, es la oposición que quiere generar violencia”.

El educador  afirma que los centros educativos y las familias no están preparados para lidiar con ese joven que está tomando conciencia de su realidad y busca expresarse. Y advierte que deben canalizarse esas inquietudes para no generarles frustraciones. En ese sentido recomienda que:

“Los dirigentes políticos tiene que tomar en cuenta cáal es el rol que les corresponde y el Estado como tal tiene que tomarlos en cuenta más que juzgar o señalar que puedan ser manipulados por otros para hacer actos violentos; preguntarse por qué esos jóvenes están en la calle, por qué esos jóvenes encontraron en esos espacios la oportunidad de sentirse reconocidos, por qué llegaron a esta edad sin sentirse personas, sin sentirse ciudadanos, sin posibilidades. Un  joven en la calle tiene casi todos los derechos violados, no tiene familia, no tiene comida, no tiene casa, han sido abusados, podrían tener adiciciones. En ellos se hace visible el síntoma de una enfermedad social llamada abandono”.

Oscar Misle puso a la orden a Centros Comunitarios de Aprendizaje para reuniones en escuelas con niños y adolescentes

Con todo, Misle Terrero se declara optimista por la actitud que están tomando los jóvenes. Porque las actividades en los colegios y liceos generan esperanzas: los chamos se sienten escuchados, reconocidos, valorados.

“Caracas los necesita y se siente muy orgullosa de ese joven que está consciente de la realidad, que se ocupa y preocupa por la ciudad, y que se se ocupa para que se den los cambios necesarios con la participación. El gran llamado que yo haría es que se hagan por medios pacíficos, ya que por medios violentos nunca se van a lograr resultados. Les invitaría a que usen los espacios como familias, escuelas, liceos para el intercambio, para expresar lo que sienten y para promoverse como ciudadanos”.

Asimismo, sugiere a los padres entender que sus hijos no son los mismos con esta situación, que deben respetar su derecho a opinar, a participar, y protegerlos en el proceso: “Eso significa que si políticamente quieren tomar decisiones, deben saber cuáles son las consecuencias, si no los pueden acompañar, que les hablen, que tengan una conversación previa, para que cuando estén en el lugar escuchen la voz”.

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Fotos: Cortesía


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