Casa por casa y reuniones “a escondidas” marcan activismo político en los barrios después del 23-E

Luego de la fecha que marcó una nueva dinámica en la política nacional, los dirigentes políticos de base se mantienen firmes en su labor de movilizar a la gente, esto pese a la persecución que se registra en algunos sectores y al nulo apoyo por parte de la dirigencia nacional de los partidos.

Caracas. Ir casa por casa, saludar a los vecinos, comerciantes y conocer sus problemas es una labor complicada dentro de cualquier comunidad, más aún si a esto se le suma la tarea de hacer política nacional, algo que en Venezuela nunca ha sido sencillo y que luego del 23 de enero, fecha en la que Juan Guaidó juró como presidente en cargado basándose en el artículo 233 de la Constitución, se hizo un poco más cuesta arriba.

Peticiones para movilizar a los residentes de un sector, transmitir un mensaje que no llega a través de medios comunicación y, en general, mantener la discusión política son solo algunas de las cosas que se les pide a los militantes de los partidos de oposición en Caracas, labores que deben realizar sorteando no solo la persecución de organismos de “seguridad” del Estado, como las Fuerzas de Acciones Especiales, sino también con casi nulo apoyo a las bases desde las direcciones nacionales.

Casa por casa en El Valle

En zonas históricamente opositoras, hacer política contra el Gobierno ha sido una tarea relativamente sencilla, ahí el activismo y las actividades de calle no son perseguidas ni reprimidas —en la mayoría de las ocasiones—; otra es la historia de zonas como El Valle, donde el chavismo ha tenido una presencia constante que apenas en el principio de 2019, 20 años luego del ascenso de Hugo Chávez al poder, empieza a disminuir.

Carlos Farías es miembro de Voluntad Popular (VP) y desde hace 10 años mantiene su acción política en El Valle de la única forma que, según él, se puede hacer: hablando con la gente, recorriendo casa por casa, visitando a la comunidad. Actividades que él señala eran muy difíciles de hacer con anterioridad.

Yo hago recorridos, tengo mi gente que me ayuda. Nosotros también tenemos cosas como el arepazo mañanero para la gente más necesitada. Lo hacíamos con los pocos recursos que tenemos, cuenta el dirigente local mientras recorre El Valle.

Farías explica que fue gracias al trabajo que empezó a desarrollar en la comunidad que poco a poco logró tener acceso en lugares a los que antes no podía acceder, dicho en sus propias palabras: “A caminar por donde no se había caminado nunca, a visitar las casas que no se podían visitar”.

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El Valle también fue escenario de protestas nocturnas en donde se evidenció el descontento de la población que ahí reside. Foto: Usuarios de Twitter

Esa apertura de zonas inaccesibles se acrecentó en enero de este año por el accionar de la Asamblea Nacional y de Juan Guaidó. Farías cuenta que cuando por fin logró hablar con los sectores en los que antes no podía hacerlo se encontró con gente que en su momento fue chavista o que lo sigue siendo, pero que está decepcionada de la situación actual del país.

En esas casas uno se encuentra con la gente que dice que no aguanta esto, que se pregunta cómo haremos para cambiar esto. Ese es parte de nuestro trabajo, el llevar la esperanza a la gente, decirles que sí se puede cambiar. Hay personas chavistas que todavía quedan siendo chavistas, pero que reconocen el problema que tenemos, ahí es donde entra uno, porque es gente a la que no le llega el discurso de Guaidó. Las noticias, el mensaje, no llega hasta abajo, comenta.

Pese al declive del chavismo en El Valle, que Carlos dice hizo que el “23 de enero marchara gente que nunca antes había marchado”, la labor de hacer política sigue siendo complicada y la falta de ayuda y poyo de la dirigencia nacional lo complica.

Mientras habla de la vida política en la comunidad, recuerda y añora los años en los que Leopoldo López llevaba las riendas de VP, dice que era una época en la que se trataba distinto a los dirigentes parroquiales en Caracas. “La verdad es que era diferente con Leopoldo, él llamaba a todas las parroquias y nos reuníamos y nos explicaban cuál era la línea. Todos tenían su derecho de palabra y daban a conocer su punto de vista”, narra.

Farías agrega que en la actualidad el trato es distinto, que solo se acuerdan de la dirigencia de base “únicamente cuando necesitan movilizar a la gente”.

Ahorita la dirigencia nacional nos busca solo cuando nos necesitan, pero el apoyo para el día a día no está en el ambiente. Uno de los que sí se ha portado bien con nosotros es Yon Goicoechea, se ha portado mejor con nosotros que los dirigentes regionales de Caracas que son los que tienen que velar por nosotros, o los propios diputados que están en la Asamblea Nacional, señala.

Pese al poco apoyo que recibe de la dirigencia nacional, Farías se mantiene haciendo política y tanteando el ánimo de los residentes de El Valle, que, según él, cada día más se mueve por la convicción de que pronto ocurrirá un cambio político en el país.

“Hacer política en Catia es poner en riesgo tu vida”

Catia ha sido y sigue siendo uno de los principales bastiones del chavismo en Caracas. Pese a esto, también fue uno de los escenarios en los que se desarrollaron protestas nocturnas durante los días 21, 22 y 23 de enero. Fue un hecho inédito para la comunidad, y como tal, tuvo sus consecuencias contra la dirigencia opositora en Catia.

Las protestas tuvieron como “novedad” la presencia de las FAES, grupo adscrito a la Policía Nacional Bolivariana que ingresó a los sectores populares para ejercer acciones de control público, algo que dejó secuelas: un alto número de víctimas y la intimidación contra dirigentes de base opositores. Este último fue el caso de Julio César Reyes.

julio reyes
Julio César Reyes, dirigente de Nueva Visión País (Nuvipa) y activista de Catia. Foto: Cortesía

El político de Nuvipa contó como luego de las protestas efectivos de las FAES invadieron su residencia y, frente a su esposa y sus tres hijos menores de edad, le apuntaron con un arma larga al rostro. Desde ese episodio, Reyes dice que en Catia hay miedo y que él y otros dirigentes se han visto obligados a “tomar medidas preventivas” para continuar con su activismo.

“Hacer política en Catia es literalmente poner en riesgo en tu vida, es que te maten, te secuestren o amenacen a tus familiares”, manifiesta Reyes.

El ánimo está intacto, asegura, pero lo ocurrido sin lugar a dudas cambió la forma de llevar a cabo la política en Catia. Desde esos hechos, evitan los eventos masivos y optan por actividades “más pequeñas”.

Yo creo que a pesar de que nos mataron a 2 vecinos en las protestas de entre el 21 al 24 [de enero], a pesar de que a algunas personas como a mí se les metieron en la casa, el ánimo del cambio es inevitable, eso lo saben, saben que pueden dar patadas de ahogado pero que el sentimiento no va a cambiar, comenta Reyes.

Ángel Cacique, otro dirigente político de Catia y quien tiene más de 40 años de experiencia, dice que en la comunidad hacer política tiene una forma particular, una dinámica que viene con el territorio. Es por eso que la forma de movilización y articulación podría ser vista inclusive como algo clandestino.

Nosotros funcionamos con algo que se hizo cuando la campaña de Capriles en el 2013, unos comandos que funcionaban como una pirámide, uno le dice a otros dos y esos dos a otros dos cada uno. Para la campaña montamos muchos de esos comandos, funcionó para lo electoral, pero con el tiempo la estructura se hizo laxa, explica.

Ángel Cacique (derecha) asegura que las estructuras de organización creadas para campañas electorales fueron poco a poco desapareciendo. Foto: Archivo

Cacique señala que la articulación dejó de existir y que, combinado con “un bajón político severo en 2018”, acabó prácticamente con la militancia en Catia. Sin embargo, luego del 23 de enero de este año hubo un resurgir motivado, en parte, por el deseo de un cambio político y por la inconformidad con la realidad del país.

“En la práctica la red se va articulando, pero lo hacemos por mensaje de texto”, comenta Cacique. Ese método, junto con las reuniones privadas, son la única forma de hacer política en la zona “ahora que la gente se está movilizando”, asegura.

Cotiza tras el alzamiento de los GNB está “más tranquila”

La madrugada del 21 de enero llegó con disparos y rebelión para Cotiza, una de los barrios más simbólicos de Caracas. Se trató de un grupo de casi 40 efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana quienes se sublevaron contra Nicolás Maduro y llamaron abiertamente a la rebelión.

Horas después del alzamiento, y de que aparecieran mensajes en las redes de los soldados llamando al pueblo a unirse, Cotiza respondió. Cientos de residentes del barrio acudieron al comando de la GNB en el lugar para apoyar a los rebeldes y fueron recibidos por otros uniformados, bombas lacrimógenas y perdigones.

Soraya Reyes, dirigente comunitaria en Cotiza, explica que desde ese día “la cosa está más tranquila”, pero que aún así la política no se puede hacer abiertamente.

El 21 de enero las protestas en Cotiza iniciaron en la mañana en apoyo a los GNB rebeldes y siguieron en la noche. Foto: Luis Morillo

“Lo que ha ocurrido fue un cambio luego de ese día. Se hace todo con mucha precaución”, sostiene, pero asegura que lo ocurrido no ha hecho que desaparezca el activismo. Todavía nos reunimos, lo hacemos cada 15 días, lo hacemos porque sabemos que el mensaje no llega y que tenemos que seguir explicándole a la gente.

Reyes cuenta que el activismo se trata de hacer, como en otras zonas populares, de forma comedida, de llamar la atención lo menos posible ya que inclusive después de que las manifestaciones del 21 y de otros días fueran reprimidas, la intimidación aún está en presente en el barrio.

No está confirmado, pero algunas personas nos han dicho que han recibido llamadas diciéndoles que los conocían, que sabían quiénes eran, y advirtiéndoles que no protestaran. Eso paso sobre todo en la avenida Panteón a finales de enero y desde entonces no hubo más protesta, dijo.

Desde el 23 de enero de este año, un cambio importante en la dinámica ocurrió en la política nacional y con el paso del tiempo algunos sectores históricamente “chavistas” han manifestado su inconformidad con la situación del país, algo que ha permitido las manifestaciones en zonas de Caracas en las que antes no se veían. Sin embargo, el hacer política de oposición sigue siendo un reto en varios rincones de la ciudad.


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