Cecodap recomienda hablar de los suicidios sin tabúes

hablar del suicidio

En muchas ocasiones, el suicidio está relacionado con cuadros depresivos, pero también puede deberse a trastornos bioquímicos en las personas. Es un asunto de salud pública, no un problema exclusivo del ámbito privado, por eso la gente no debe sentir vergüenza de abordar el tema, dicen los expertos.

Caracas. En Cecodap saben que hay un incremento de ideas suicidas en el ámbito juvenil. Fernando Pereira y Oscar Misle, representantes de la organización, sostienen que es necesario hablar del suicidio sin tabúes porque el problema está más presente de lo que se cree.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado que cada 40 segundos ocurre un caso, y que por año se registran 800.000. “Hay más suicidios que muertos en una guerra, por malaria o enfermedades endémicas”, afirma Pereira.

Por ello, y aprovechando que el pasado 10 de septiembre se celebró el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, los dos educadores conversaron sobre el tema a través de las redes sociales de Cecodap.

Durante la sección de #CecodapLive, este jueves 12 de septiembre, explicaron que el suicidio, además de estar relacionado con cuadros depresivos, también puede responder a trastornos bioquímicos.

Depresión manifiesta y depresión silente

Misle se detuvo unos minutos en el tema depresivo para hacer una diferenciación necesaria a la hora de hablar del suicidio: existe una depresión típica o manifiesta y una atípica o silente.

Si yo veo que mi hijo está decaído, no quiere proseguir sus estudios, tiene cambios alimentarios, se descuida, pierde interés por la vida, lo que le daba placer no lo gratifica, se le nota desmotivado y empieza a escribir, indagar y enviar mensajes sobre el suicidio hay que estar alertas, dice.

Pero también hay que activarse ante la posibilidad de una depresión silente:

Si no manifiesta tristeza, si siempre está alegre, si quiere ser el popular del grupo, si no falta a clase, si nunca da señales de que le duele, afecta o preocupa algo podemos estar ante una depresión silente.

También las adicciones, la autoagresión y los juegos peligrosos —explicó Misle— pueden ser empleados para mitigar el dolor y pueden llevar a no valorar la vida.

Todos estos signos visibles o invisibles pueden ser “atajados” por los padres, familiares, amigos, maestros u orientadores y pueden ayudarlos a evitar intentos de suicidio.

Una de las primeras causas de muerte en los jóvenes

Trabajamos con adolescentes de entre 15 y 19 años, y ahí se hace presente el tema. La OMS nos dice que la tercera causa de muerte en el caso de varones es el suicidio, después de accidentes y homicidios. En las chicas es la segunda, después de las relacionadas con la maternidad, agrega Pereira.

El problema surge por razones en la escuela, por no saber cómo manejar conflictos que abruman, porque se ven desbordados, porque no se aceptan como son, con su orientación sexual, condición étnica o lugar en el que está ubicado.

Para Misle, lo más importante es desmontar los mitos que hay en torno al suicidio: “esas son cosas de muchachos”, “eso es para llamar la atención”, “no podemos hablar de eso porque podemos darles ideas”.

Un elemento que para los especialista es importante es el hecho de que en algún momento el joven haya expresado que se quiere suicidar.

Ninguna de las personas que formen parte del entorno de este joven deben desestimar esa expresión o etiquetarla como una “muchachada”; ella es un signo que puede ayudar a evitar un desenlace irreversible.

Venezuela sin una política pública para atender situaciones de suicidio

Aunque los casos de suicidios parecen ser cada vez más, el tema es esquivado por distintos actores sociales. Uno de los más importantes: el Estado.

“Venezuela es uno de los países que no tiene una política ni un plan en la materia como sí lo tienen otros países en nuestra región donde están definidos los protocolos a seguir o los planes de formación en las escuelas”, explica Pereira.

En la región —detalla el educador— también hay ministerios de salud que tienen programas definidos.

“Nosotros lamentablemente nos enfrentamos al tema de la oscuridad y del tabú, de no saber qué hacer, cómo hablar, cómo abordarlo porque no contamos con estrategias definidas ni material de apoyo que clarifiquen las rutas a seguir”.

Para Misle, cuando hay un suicidio se generan situaciones muy complejas: la culpa que lleva a la negación; la vergüenza y el duelo.

“Es importante asumir que hay que hablar del suicidio, pero también es importante asumir cómo hay que hablarlo: tomando en cuenta la edad del niño que murió, las condiciones en las que murió, cómo viven el duelo las personas del entorno”.

A juicio de los expertos, no se puede pasar la página y ya. Consideran que hay que hacer un proceso de reflexión y análisis de lo ocurrido.

Lo que las personas, especialmente los jóvenes, vivieron en torno al suicidio —acotan los orientadores— lo van a relacionar con lo que ven en redes sociales o en series de televisión, y así, lo que parecía un hecho lejano se convierte en algo cercano que es necesario manejar profesionalmente.


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