Chamba Mayor: la sentencia de volver a trabajar a los 70 años

Jubilados del IVSS

Nicolás Maduro creó la Misión Chamba Mayor el 22 de enero de 2019, en ese entonces ordenó encargarse de ella al ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz. Según el mandatario el plan arrancaría en febrero de este año, sin embargo, lleva tres meses de retraso.

Caracas. Aura Mesa se jubiló a los 60 años de edad del Ministerio de Justicia, desde hace 15 no trabaja, su cabello está tupido de canas. Hace una cola en un Infocentro, ubicado en Capitolio, allí le entregan el número 17. Desde la calle que comparte con otras ancianas cuenta que está interesada en el plan Chamba Mayor, que promueve el Gobierno nacional desde el 11 de mayo para personas mayores de 50 años. “Es para una ayuda más, la pensión no nos alcanza”, dice.

El 26 de agosto de este año es el cumpleaños número 75 de la mujer, quien piensa cómo hará para escaparse a trabajar, debido a que su esposo y sus hijas no quieren que lo haga. Se le ocurre decir que irá a cobrar la pensión, luego recuerda que eso es solo una vez al mes, así que se sonríe y la mirada se le pierde en una nueva excusa que le dará a la familia. Aura se muestra interesada en limpiar oficinas, no piensa en la edad, sino en el dinero extra que obtendrá, así le cueste un regaño con los suyos.

El operativo para registrarse en Chamba Mayor se planificó en tres sábados: 11, 18 y 25 de mayo. Hasta la segunda jornada se registraron 158.000 personas en todo el país, según reseñó VTV; no obstante, cuatro días después, la Vicepresidencia Sectorial para el Desarrollo Social y Territorial informó que los afiliados eran 443.603, lo que representa 285.603 personas más. Al momento de realizar este trabajo no se había llevado a cabo el último operativo fechado para el 25 de mayo, por lo que el aumento de la cifra anunciada por la Vicepresidencia Sectorial no queda justificada y los datos corresponden hasta el 18 de mayo cuando se realizó la última jornada.

Nicolás Maduro creó la Misión Chamba Mayor el 22 de enero de 2019, en ese entonces ordenó al ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, encargarse de la misma. Según el mandatario el plan arrancaría en febrero de este año, sin embargo, lleva tres meses de retraso.

Imagen: http://vtv.gob.ve

La Dirección de Inquilinato contó con los servicios de Esther López durante 35 años. Allí se desempeñó como secretaria, recuerda que hacían los trámites de desalojos de inquilinos, reintegros, “todo lo concerniente a alquileres y denuncias que hacían las personas”, dice. Lleva 10 años jubilada y a sus 75 años de edad no piensa volver a trabajar.

“Tengo la pensión del Seguro Social y la del ministerio, no me alcanzan para nada, solamente en la pastilla de la tensión, la Losartán, se me van. Hoy (23 de mayo) salí y me quedé loca con los precios, el kilo de queso está en más de 30.000 bolívares. No me parece justa (Chamba Mayor) si tú has prestado un servicio de tantos años al gobierno, cómo ahora te van a poner a trabajar”, reprocha.

Por otro lado, Esther no se siente en condiciones de regresar a esas labores. “Ya uno con los años que tiene el cuerpo no da, uno sufre de dolores lumbares y agarrar una escoba ahora no es justo, no me sentiría para esa clase de trabajo”, dice.

Yo quisiera más bien disfrutar de mi jubilación, de uno sentarse en una parte, comerse un dulce y ahora tenemos prohibido todo eso, hasta de comerse un helado, porque no vas a sacar lo poco de la alimentación o las medicinas para eso”, asegura.

El salario mínimo y la pensión para jubilados y pensionados quedó a partir del 25 de abril en 40.000 bolívares, lo que equivalía a unos 7,09 dólares el 23 de mayo, calculados a la tasa oficial del Banco Central de Venezuela. La hiperinflación que vive el país desde finales de 2017 hace que los aumentos salariales sean insuficientes, además, apenas cubren 1,5 % de la Canasta Alimentaria Familiar. Para 2017 Venezuela registraba una población de 87 % en pobreza por ingresos y 61 % en pobreza extrema, de acuerdo con la Encuesta Nacional Sobre Condiciones de Vida (Encovi) que realizan las principales universidades del país.

Para López la calidad de vida ha disminuido, lamenta el precio del pasaje en transporte público en 500 bolívares y los 10.000 bolívares en efectivo que entregan los bancos cuando van a cobrar la pensión, mientras que les ordenan que el resto lo usen con la tarjeta de débito. “Uno no tiene ni para ir a un buen médico, hacerse un chequeo porque hasta en dólares te están cobrando. Los niños también están sufriendo esa carestía de todo, no alcanza ni para llevarlos al cine”, agrega.

El artículo 3 de la Constitución establece que “el Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados por esta Constitución”. En los últimos años se reportan protestas a diario en distintos estados del país, donde los ciudadanos exigen que se garanticen los servicios básicos. Otro de los reclamos frecuentes es la petición de mejoras salariales.

La página web de Misión Chamba Mayor está inactiva, según pudo constatar el equipo de Crónica.Uno.

Imagen: http://misionchambamayor.net.ve/

El Comité de Jubilados y Pensionados considera que si el Estado cumple con el artículo 80 de la Carta Magna que estipula velar por una vejez digna, ellos no tendrían que tomar las calles para reclamar sus derechos. Luis Cano, vocero del sector, también hace un llamado a los transportistas, pese a que entiende que la crisis los arropa a ellos, considera que los adultos de la tercera edad deberían pagar una tarifa menor del pasaje urbano establecido en 500 bolívares, en ese sentido, propone una tarifa en Bs. 300. “Montarse en el Metro es un viacrucis. Nos están condenando a una muerte prematura, nosotros ya no tenemos tiempo de esperar si esto mejora, lo que queremos es calidad de vida y una vejez digna”, exige.

El artículo 80 de la Constitución reza que es deber del Estado garantizar a los ancianos, el pleno ejercicio de sus derechos y garantías. Asimismo, consagra que es al Estado, con la participación solidaria de las familias y la sociedad, a quien corresponde la obligación de respetar su dignidad humana, su autonomía, garantizándoles atención integral, así como los beneficios de la seguridad social que eleven y aseguren su calidad de vida.

Liliana Tello es enfermera, se registró en Chamba Mayor la semana pasada, en los Valles del Tuy. Con 61 años de edad afirma sentirse “activa” para volver a trabajar. Relata que hizo cola para inscribirse. “A uno le preguntan qué profesión tiene, qué trabajos ha hecho”, dice. La mujer desconoce cuándo sabrá si quedó en alguna labor. “Dijeron que luego avisan”.

El sol pega en la cara y José Briceño trata de ocultarse recostado en una pared. A sus 72 años, con la cara surcada de arrugas, se le ve cansado, sin embargo, asegura que está interesado en unirse a Chamba Mayor. “Soy soldador. Hace como tres años que no trabajo, pero hacen falta los reales”.

Los ancianos comparten el cansancio, pero también la urgencia de tener una entrada de dinero extra, al ver que la jubilación no es suficiente. Mientras Briceño responde, salta Marianela Espín, quien piensa que se trata de una oferta laboral en vez de una entrevista. Con desespero cuenta que tiene una persona con discapacidad a su cargo, por esa razón dejó de trabajar. Es docente, pero ya no le interesa su perfil académico, la mujer implora por un trabajo en lo que sea. “Medio turno, medio turno”, repite con insistencia.

La falta de dinero hizo que Gloria se atreviera a montarse en un autobús de la avenida Baralt a vender caramelos. Siempre trabajó como cocinera. Hace tres meses decidió comprar algunas chucherías y ofrecerlas en las camioneticas del centro de la ciudad. Recuerda los detalles con precisión, no hay pena en su rostro. “La pensión no rinde, necesitamos una entrada de dinero”, cuenta con apuro.

Cada entrevistado muestra premura por el dinero. Obtener unos bolívares extras hace que algunos se les olviden los años, el lumbago o las molestias que causa el envejecimiento. Esther se indigna. Otros ya no temen ganarse un regaño con las hijas o subirse a una camionetica a vender caramelos. La necesidad se vuelve más extensa que los 75 años. Hombres y mujeres son sentenciados de nuevo a ganarse el sustento, ante la ausencia de políticas que garanticen “una vejez digna” como lo establece el artículo 80 de la Constitución.


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