Comerciantes de Sarría trabajan enrejados hasta el techo por miedo al hampa

Trabajadores prefieren abrir sus puertas solo a clientes conocidos. Temen no solo a los delincuentes que merodean la zona, sino también a las balaceras que frecuentemente se forman en los barrios aledaños.

Shaylim Castro/@ShayC_

Caracas. Pinto Salinas, El Carmen, Los Erasos. Esos son algunos de los barrios cercanos a la Calle Real Los Cortijos, en Sarría, zona ubicada en el municipio Libertador, muy cerca de la avenida Andrés Bello. Cualquiera que no conozca del sector, lo pensaría dos veces antes de entrar, pues sus callejones estrechos, escaleras y calles solitarias dan un panorama de temor a trabajadores, visitantes y hasta a los propios residentes.

Abastos, lavandería, barbería, licorería y hasta una panadería comparten un común denominador: todos despachan tras las rejas. Algunos, solo atienden a clientes conocidos, precisamente por el temor que le tienen al hampa.

Francisco Cuerllelo, con un acento italiano que por momentos puede confundir a sus oyentes, es el encargado de una barbería ubicada en la zona desde hace 65 años y aunque indicó que trabaja con susto, todavía se da el lujo de cerrar su negocio a las 7:00 pm.

A pesar de la presencia de borrachos que observa en las tardes, su mayor preocupación son los tiroteos que se forman a cualquier hora del día.

“Las balaceras entre bandas son constantes. Cuando escucho algo, me escondo en el baño. Tú no sabes si te puede llegar una bala perdida de repente”, dijo.

En su local siempre atiende con la puerta cerrada y solo deja entrar a aquellos que sean conocidos. Dijo que no se siente seguro en ningún momento y no cree que la presencia de policías pueda mejorar la situación, “porque ellos piden plata”.

El panorama no cambia mucho para el dueño de una lavandería, que por motivos de seguridad no reveló su nombre. Para él la delincuencia está desbordada y esa ha sido la razón principal para que los negocios pongan rejas.

“Hace menos de una semana intentaron secuestrar a un comerciante. Y eso se ha vuelto normal. Los encañonan y aprovechan para robarse los carros”, contó.

Su negocio, de herencia familiar, antes lo cerraba a las 8:00 pm, pero con el peligro que reina en el sector, ya a las 4:00 pm apaga la luz y baja la santamaría.

También comentó que su esposa fue directora de un colegio ubicado en Pinto Salinas y los tiroteos formaban parte del día a día de los alumnos. Él también ha tenido que acostumbrarse a la situación y a estar siempre pendiente de los movimientos raros en las calles. “Si veo algo extraño cierro rápidamente”.

Pero no solo los trabajadores se las ven negras, pues los residentes en varias ocasiones, han sido víctimas el hampa. Y a cualquiera que pillen en las noches los motorizados aprovechan de pegar el quieto y llevarse pertenecías.

Movimiento de drogas

Por la cercanía a varios barrios, residentes y trabajadores comentaron que es normal ver el microtáfico de drogas. Algunos presumen que cuando ocurren los tiroteos es debido a la disputa de los territorios para la venta.

Pero por ahora muchos se sienten más seguros con las rejas, ya que de los policías no ven ni la sombra. Por ello en los negocios se van adaptando a despachar “de lejitos”.

La seguridad ciudadana en esta localidad, que está en las faldas del parque Nacional Waraira Repano, fue desplazada por la violencia. De allí que muchos dueños de locales prefieren prevenir antes de lamentar y no fiarse de ningún cliente ni porque tenga “buena pinta”.

Foto: Angeliana Escalona


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