Hasta dos horas de cola pueden hacer los ciudadanos para comprar canillas o campesinos. En las panaderías, bajaron las ventas por la escasez de materia prima.

Caracas. Desde las 4:15 pm, Génesis Pacheco se unió a una cola a las afueras de una panadería ubicada en la avenida Fuerzas Armadas, pero no fue sino hasta las 6:00 pm cuando la joven, de 16 años, pudo ingresar al establecimiento para comprar las tres canillas por persona que ofrecían a 200 bolívares cada una.

En su casa viven cuatro personas, y aunque la búsqueda del pan se ha hecho cuesta arriba, no han perdido la costumbre de comerlo a diario. “En mi casa vieron la cola y me mandaron a comprarlo. Ya ahorita adquirimos cualquier tipo de pan, pero hemos tenido que bajar las raciones, porque no lo podemos comer a cada rato como antes”, relató la muchacha.

A partir de las 5 de la tarde, entre el tráfico y los vendedores ambulantes, las largas filas afuera de las panaderías —y otros establecimientos— se han vuelto habituales en la concurrida avenida.

En un recorrido realizado por Crónica.Uno se contabilizaron cinco colas en algunas panaderías ubicadas a lo largo de la Fuerzas Armadas —desde el puente con el mismo nombre, hasta la altura de Las Flores—, en las cuales se maneja el mismo procedimiento: una vez que el producto sale a la venta, los consumidores pasan de cinco en cinco o de 10 en 10, para comprar tres canillas o pan campesino, que es lo que suelen elaborar más en los locales.

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Graciela Hernández contó: “salgo de una cola para meterme en otra”, y por el pan, la hace todos los días, sobre todo por los cuatro nietos menores que habitan en su casa. “En total somos siete personas y hemos bajado las raciones. Lo hacemos más que todo por los niños, que antes lo comían con su vasito de leche, pero ya ni eso podemos ahorita”.

Aunque el pasado 17 de agosto, William Contreras, superintendente nacional de precios justos, informó que multarían a las panaderías que tuvieran colas para la compra del producto, los comercios y los trabajadores igual deben lidiar con las largas formaciones y aparte, batallar para encontrar los insumos, porque no solo la escasez de la harina de trigo les afecta, también impacta la ausencia de azúcar y margarina, ingredientes claves para la elaboración de otros tipos de pan y dulces.

“La situación es grave”, fue lo que alcanzó a decir el encargado de un pastelería en la avenida Urdaneta y quien no quiso entrar en detalles ante la problemática.

El presidente de Fetraharina, Juan Crespo, apuntó que aunque han llegado toneladas de trigo panadero ello no ha sido suficiente para mantener en 100 % la producción en los molinos. Explicó que para la fabricación de pan se requieren de mínimo 120.000 toneladas de ese insumo al mes y lo que importa el Estado es mucho menos.

Leodan Gudiño —panadero de un establecimiento ubicado entre las avenidas Fuerzas Armadas y Panteón— señaló que a pesar de vender el pan a partir de las 10:00 am, ha tenido que reducir las cantidades que ofrece por la menor disponibilidad de materia prima.

“La harina está escasa, la margarina también. Las ventas han bajado en 50 % porque aunque llegan los suministros, ya no son las mismas cantidades”, resumió el hombre.

Las panaderías han optado por sacar sus canillas o campesinos dos veces al día —en la mañana y en la tarde—, para poder estirar los pocos ingredientes que les llegan.

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La maleta del carro: la nueva vitrina

En la prolongación Zuloaga —cercana a la estación del Metro La Bandera— las colas por el pan comienzan desde las 6 de la mañana, incluso antes de que los establecimientos suban sus santamarías, pero al caer la tarde, son pocas las opciones para la compra del pan.

Ante a la escasez, surge la informalidad en la venta del producto: hay quienes lo ofrecen en la maleta de un carro, que ubican justo al frente o al lado de las panaderías de la zona. Ofertan 4 canillas a 1.000 bolívares, pan de sándwich a 1.500 bolívares y campesino a 300 bolívares.

Uno de los vendedores —quien prefirió el anonimato— indicó que el producto lo elabora en casa, y para conseguir los ingredientes —leche, huevos y harina— “se rebusca”, aunque explicó que su hermano es dueño de una panadería a quien “de vez en cuando le sobra un saco de harina y me la regala”.

Una cuadra más adelante, una pareja de recién casados ofrece pan campesino adquirido por medio de una empresa. Comentaron que la necesidad los llevó a la venta del pan, y al día pueden llegar a colocar al menos 350 unidades.

Muchos, para ahorrarse las colas de las panaderías o simplemente porque ya no están disponibles en los establecimientos, optan por esta nueva alternativa. En menos de cinco minutos, cerca de seis o siete personas pueden comprarle la mercancía a los informales.

Foto: Mariana Mendoza


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