Comunidad regional se activó ante crisis venezolana para intentar contener sus efectos (y III)

Comunidad regional se activó ante crisis venezolana para intentar contener sus efectos (y III)

El politólogo Xavier Rodríguez Franco considera que la negociación en Dominicana es entre los países acompañantes y el Gobierno, no entre el Gobierno y la oposición. Crónica.Uno preparó un seriado para analizar el estatus y perspectivas de las conversaciones en Santo Domingo.

Caracas. Para este lunes 5 de febrero está convocada la sexta —¿y última?— ronda de conversaciones entre el Gobierno y la oposición. Las negociaciones, que se iniciaron el pasado 1° de diciembre, no han logrado arrojar humo blanco entre las partes. La negativa del Gobierno a desmontar la fraudulenta Constituyente y convocar elecciones conforme a los parámetros democráticos internacionales, serían las principales trabas.

En dos trabajos previos al presente, el experto en negociación Miguel Martínez Meucci y el analista de opinión pública, Félix Seijas han ofrecido sus lecturas sobre la conducción de las discusiones y las razones para la inexistencia de un acuerdo. En esta última entrega, el politólogo venezolano radicado en Houston, magíster en sistemas políticos de América Latina y experto en entorno parlamentario, Xavier Rodríguez Franco, enfatiza en el peso de la comunidad internacional en las discusiones. Advierte también sobre la medición de fuerzas entre el ala militar y y el ala civil del Gobierno.

La voz cantante

En su análisis, Rodríguez-Franco parte de la diferenciación entre la actual negociación y todas las que se han registrado en el país en los últimos 15 años, incluyendo la de 2002-2003 y las de 2014 y 2016. En su opinión, en esta oportunidad “pareciera más bien que la comunidad internacional vendría a ser el actor que está negociando con el Gobierno”.

Considera que en el proceso desarrollado en Dominicana desde el 1° de diciembre pasado, “la oposición está más bien como observador y sin capacidad alguna de conflicto para condicionar el derrotero de la negociación”.

La capacidad de cada parte de representar una amenaza creíble para la otra parte es uno de los elementos teóricos de una negociación política, pero en este caso, advierte, “no estamos ante una negociación con capacidades conflictivas equiparables entre los actores”.

Señala que por un lado, la oposición perdió su mayoría popular, su liderazgo ha sido fragmentado, y su músculo político minimizado. Mientras el Gobierno ha erosionado su base electoral, dejando de lado “su histórica disposición a medirse en elecciones y ser un campeón electoral”, lo cual condiciona sus cartas para la negociación.

Esta situación hace ver que el foco de este proceso es más bien una comunidad internacional preocupada que propicia su participación activa para contener los efectos políticos, sociales y económicos que ya está teniendo la crisis, concretamente en la comunidad latinoamericana, afirma.

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Ala militar vs. ala civil

Rodríguez Franco explica que a lo largo de las 10 sesiones de trabajo sostenidas entre las partes no ha sido posible alcanzar un acuerdo que implique el desmontaje de la fraudulenta Constituyente y la realización de elecciones transparentes porque para el Gobierno, el único acuerdo posible es aquel que le permita diversificar su capacidad de continuidad en el poder y preservar el control del sistema electoral.

Cuando el Gobierno no cede a la petición de elecciones transparentes, no quiere decir que sea su punto de honor, sino que el control del sistema electoral es el único capital político que le queda. Ya perdió el apoyo electoral, perdió el apoyo internacional y va perdiendo su piso económico porque cada vez se produce menos petróleo. Lo que le queda es su permanencia en el poder. Por eso no hay avances, sostiene.

Aunado a lo anterior, señala, están las sanciones internacionales: El Gobierno sabe que su circulación de capital económico ha mermado y ha entrado en impagos. Eso lo hace depender mucho del control militar respecto al narcotráfico. El narcotráfico hace que el ala militar sea el ala más fuerte del Gobierno. Para el ala civil, representada en los hermanos Rodríguez, eso es un desafío. Por eso, lo que exige el Gobierno en Dominicana es que cesen las amenazas de nuevas sanciones para diversificar su recaudación y equilibrar su esquema de legitimidad económica interna, que cada vez más se apoya en el narcotráfico.

Por otra parte considera que la Asamblea Constituyente es un Frankenstein institucional que intimida y disuade a la oposición, mientras que genera un clima de concordia dentro del chavismo; un clima que el partido ya no garantiza porque no funciona como funcionaba en los tiempos de Chávez para disuadir y conciliar a las facciones del chavismo.

La redefinición necesaria

En su opinión, todo apunta a que en la reunión del lunes no habrá acuerdo. Ante este escenario, dice Rodríguez-Franco, la oposición debe pasar por un proceso interno de restructuración orgánica y de objetivos.

Explica que hasta ahora, la Mesa de la Unidad ha sido una coalición de partidos que se entienden a sí mismos bajo los parámetros de un país democrático, con elecciones y actores convencionales. Pero como Venezuela ya no es una democracia convencional, el primer paso de la oposición debería ser cambiar su esquema de comprensión del entorno político y el segundo redefinirse a sí misma, a sus objetivos y estrategias.

Eso pasa por saber cuál es el capital político, lícito e ilícito, con el que cuenta el Gobierno, entender cómo actúa el Gobierno y cuáles son sus prioridades. Y por otro lado que la oposición se replantee si seguirá siendo una unidad político electoral, si eso sigue teniendo sentido en el estado actual de cosas, o si será un movimiento de protesta permanente. Para ello habría que cambiar radicalmente la forma como se percibe a sí misma y cómo perciben la lucha política, señala.

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Nuevos métodos de lucha

Advierte que un factor común a todos los procesos de transición política es la capacidad de la oposición de diversificar sus métodos de lucha y acción política.

Eso va a tener que ocurrir tarde o temprano. Esperemos que en Venezuela empiece a ocurrir. Las distintas escisiones que ha tenido la MUD en los últimos tres años hablan de la necesidad de un proceso de maduración del liderazgo y de la sociedad para entender que las elecciones no son la única forma de acción colectiva que tiene una sociedad.

Entre esos métodos alternativos señala la movilización y la protesta, pero también el establecimiento de alianzas intersectoriales, de comunicación con el exilio y de cooperación para traer ayuda humanitaria. En otras palabras, establecer una agenda de acción política propia y permanente. Eso tendrá que hacerse para poder volver a hacer creíble la idea de cambio político en Venezuela.

Foto cortesía @mirexrd


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