Cuadra de San Jacinto estará lista en marzo y no en noviembre como prometió la Alcaldía

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De la zona de desarrollo especial, cultural y económica prometida por el Gobierno, apenas está el anhelo. Trabajadores consultados aseguran que el proyecto se concluirá parcialmente en marzo y no en noviembre como esperaba el despacho local. La obra, según dijeron trabajadores, presenta un 40 % de avance y en este momento el empeño está puesto sobre las fachadas, cuya rehabilitación encargaron apresurar.

Caracas. Hoy, 127 años después de la construcción del Pasaje Linares, un lugar de alta fama que los caraqueños reconocen por las recién extintas piñaterías, la estructura es solo una fachada sin cuerpo, un cascaron vacío. Pese a ello, el gobierno de Érika Farías hace alarde de un proyecto ambicioso que aspira recuperar una de las manzanas fundacionales del casco, donde se promete construir un museo para la ciudad y locales comerciales de interés turístico.

En la Caracas “socialista”, esbozada por la Alcaldía de Libertador, el Pasaje Linares y otras seis edificaciones de la manzana de San Jacinto —enmarcadas en el Conjunto Urbano de San Francisco— la ciudad exhibe su cara más afable. Visto desde la planificación municipal, el centro tiene un peso turístico vital y el comercio de bienes y servicios palpita a toda hora, incluso después de cada tarde, cuando los empleados públicos salen a contrarreloj para escapar de la sordidez de una metrópolis fantasma. De todo aquel idilio, seguramente de Érika Farías, apenas se avistan los escombros de un eje, aún en ruinas y el vaivén de camiones pesados, que cargan con las paredes desechas de un complejo que es Bien de Interés Cultural, según la Gaceta 36.762 de fecha 11 de agosto de 1999.

De la zona de desarrollo especial, cultural y económica prometida por el Gobierno apenas estáel anhelo. Trabajadores consultados por Crónica.Uno aseguran que el proyecto se concluirá parcialmente en marzo y no en noviembre, como esperaba el despacho local. La obra, según dijeron empleados, presenta un 40 % de avance y en este momento el empeño está puesto sobre las fachadas, cuya rehabilitación encargaron apresurar. “Nos pidieron que termináramos los frisos y la recuperación de los frentes para comenzar a pintar”, dijo un albañil.

Ni esa construcción, con la que se pretende revitalizar el centro, escapa de los problemas propios de una economía en recesión. La falta de arena y otros materiales de construcción ralentizan una obra que está en cuenta regresiva y que podría ser la mayor carta de presentación de una alcaldesa que aúpa, entre los más pobres, la ocupación ilegal de propiedades privadas. En medio de los retrasos que han signado la obra, hay quienes cuestionan el avance de un proyecto que, en abril, costó el desalojo de 19 comerciantes de piñatas y más de 400 empleados.

Susana Leal, encargada de una tienda de textiles en San Jacinto, teme que ocurra lo mismo con el Hotel León de Oro, una estructura de más de dos pisos, construida sobre las ruinas del antiguo Convento de San Jacinto entre 1890 y 1893, y que fue sometida a un plan de rehabilitación que inició en 2009 y que no se ha concluido en casi 10 años.

Para el arquitecto José Loreto Gómez, especialista en restauración colonial, el puje de la Alcaldía obedece a una reorganización económica y deja en un segundo plano la preservación del patrimonio. “No hay ningún interés por restaurar los bienes arquitectónicos, por salvaguardar lo construido”, enfatiza. Aunque con distancia, hay quienes piensan que el centro es un remedo de La Habana, pero con el espectro de los turistas.

No se puede negar que el Gobierno tiene el casco histórico como una tacita de plata, pero lo esencial es la seguridad, que la gente tenga dinero para comprar, que haya transporte y la gente tenga comida en la mesa, dice Mónica Durán, una residente de Altagracia que hace vida laboral en el centro.

La Guardia Patrimonial, que fue bandera de la administración de Jorge Rodríguez para resguardar los bienes históricos de los vándalos, garantizar el orden y la limpieza del lugar fue sustituida por la Milicia. Hoy el hedor se apoderó de los espacios públicos y las puertas de la Catedral Metropolitana, la Basílica Menor de Santa Capilla y el Concejo Municipal de Libertador son urinarios y baños públicos.

Según la memoria oral de la ciudad, San Jacinto era el lugar donde llegaban arrieros y pequeños negociantes de frutos, de animales y brebajes envasados en frascos bocones. Ahora solo hay buhoneros. Y desde hace un mes, una lona blanca y azul eclipsa los cuatro costados de la manzana, incluido el León de Oro, que suma más de siete años cerrado desde que el Gobierno hizo una inauguración fallida en 2011.

Con un rezago de 60 % en las obras del Pasaje Linares y las estructuras contiguas, es mucho lo que queda por hacer en el sector. “Pareciera que lo importante es mantener bonito el espacio por donde pasa la novia y no los lugares comunes. ¿Quién responde por los problemas de inseguridad en La Hoyada, en Capitolio, Parque Carabobo y todas las estaciones del Metro?”, se cuestionaba este lunes Víctor Mendoza, trabajador del Banco de Venezuela.

Fotos: Luis Morillo @luizmorillo15


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