Deudos advierten que el comercio de osamentas prospera en el Cementerio General del Sur

cementerio general del sur

A la profanación de tumbas, un problema que ha recrudecido el último año, los visitantes adhieren la improvisación de asentamientos informales por personas en situación de calle. A propósito del Día de los Muertos, que se conmemora este 2 de noviembre, las familias afectadas hacen hincapié en la deficiencia del servicio de aseo y en la anémica vigilancia de un recinto que es lugar de paso para quienes residen en los barrios más encumbrados de la parroquia Santa Rosalía.

Caracas. A pocas horas del Día de los fieles difuntos, la Alcaldía de Caracas intenta restaurar en tiempo récord el Cementerio General del Sur. Este martes los obreros brincaban las tumbas para despejar lo que alguna vez fueron caminos, trochas y atajos de un lugar que se queda sin sus residentes: las osamentas que reposan en tumbas de puertas abiertas y lápidas resquebrajadas. Con palas, machetes y algo de cemento fresco, los obreros continuaban este miércoles sus labores de última hora, en un intento por borrar la huella de los estragos en el camposanto más importante de la ciudad.

Los caminos tupidos de espesa vegetación, el ambiente enrarecido por el acecho de ladrones y las tumbas despedazadas corroboran la desidia en un cementerio que, a juicio de los deudos, reproduce la falta de gerencia en sus 346 hectáreas. A diferencia de otras ocasiones, este año la gerencia del Cementerio General del Sur se presenta con la que fácilmente podría ser su mejor carta de gestión: una jornada integral de mantenimiento. Según Carlos Donys, trabajador de la alcaldía, se trata de la faena más exigente en sus 9 años de servicio en la municipalidad.

Para Iris Henríquez de Mendoza, familiar de un difunto, no existe despliegue que pueda revertir la arremetida de quienes incursionan en las criptas para negociar con la muerte. Hay quienes incluso aseguran que en el General del Sur hay más tareas pendientes que muertos sepultados. La más prioritaria para Iris, cuyo esposo jadea el sacrilegio cometido en la tumba de su padre, es la seguridad. Cuenta que hace un mes los comerciantes de osamentas extrajeron los restos de su suegro y también provocaron destrozos en el panteón donde yacía junto con otras ocho personas aproximadamente.

“No sabemos cómo fue exactamente lo ocurrido, pero mi esposo tomó fotos de los destrozos ocasionados al panteón ubicado al fondo del cementerio”, afirma Iris. Estadísticas extraoficiales, aportadas por representantes de la Iglesia en el camposanto, dan luces sobre el alcance del problema. Se presume que más de 60 % de las fosas están profanadas y hasta ahora los deudos no han encontrado una salida “humanamente posible” para acabar con la venta de huesos.

A la profanación de tumbas, un problema que ha recrudecido el último año, los visitantes añaden la improvisación de asentamientos informales por personas en situación de calle. A propósito del Día de los Muertos, que se conmemora este 2 de noviembre, las familias afectadas hacen hincapié en la deficiencia del servicio de aseo y en la anémica vigilancia de un recinto que es lugar de paso para quienes residen en los barrios más encumbrados de la parroquia Santa Rosalía.

De acuerdo con la Alcaldía de Caracas, esta semana algunos familiares visitaron por adelantado los sepulcros de sus difuntos. Norelis Rosillo, habitante de la comunidad, ve con buenos ojos la limpieza de un espacio que tiene gran valor patrimonial, pero la mayoría asegura que es insuficiente. En torno a los trabajos, Xiomara Toro, representante del gabinete del Plan Ciudad —un programa con el que el chavismo aspira recuperar la capital— dijo que trabajan para recuperar los servicios funerarios en el Distrito Capital.

A juicio de Miguel Carreño, jefe del gabinete Económico del Ejecutivo local, hay un trabajo avanzado para recuperar los crematorios y terrazas del Cementerio de El Junquito. Asegura que el gobierno de Érika Farías pretende ampliar el número de fosas en ese cementerio para cubrir la demanda de terrenos en Caracas. Mientras esa promesa se materializa, el pasado martes 30 de octubre, los familiares de Eugenia de Vidal, una residente de Los Jardines de El Valle, aguardaban para cremar a su madre en El Junquito.

Como si este no fuera un momento sumamente difícil, la Alcaldía de Caracas y las falta de planificación nos hacen las despedidas más dolorosas. En Venezuela se sufre en vida, en la enfermedad, en la muerte y después de ella, contó Aberto Vidal, sobrino de la difunta.

La práctica de profanar sepulcros no se limita a Caracas. En Valencia, los creyentes de la religión yoruba también echan mano a los huesos de los cementerios locales. Este martes, el alcalde de esa ciudad, Alejandro Marvez, informó la captura de tres hombres, presuntos responsables de la profanación de varias tumbas, entre ellas las de los sacerdotes José María Rivolta Chávez, Hogares Crea de Valencia, y Guillermo Villa.

Un museo con más de 140 años de historia

Quienes visitan con frecuencia  los cementerios del país parecen vivir en luto permanente. Para algunos, el dolor es doble. Es renunciar a la posibilidad de permanecer con sus familiares y luego a lo que queda de ellos. Los que han probado el sinsabor de las tumbas saqueadas, creen que las profanaciones ocurren a plena luz del día, cuando “los carroñeros de huesos” se hacen pasar por deudos. Se trata de un negocio redondo que deja dividendos a quienes se encargan de la seguridad, según especulan los afectados.

Ubicado en la parroquia Santa Rosalía, el Cementerio General del Sur fue inaugurado en 1876 durante el primer gobierno de Guzmán Blanco. Su construcción devino en la clausura de 27 cementerios que incumplían las normas sanitarias en Caracas. En el lugar los vivos imponen la rutina. Las tumbas son caminerías, casas y fogones. El deterioro no solo cobra terreno en el campo, también se posa en las esculturas que guardan valor patrimonial. En especial las que están en el bulevar principal, que da acceso a la zona central que fue declarada Monumento Histórico Nacional el 9 de junio de 1982 a través de la Gaceta Oficial N.º 32.492. Se trata de un reconocimiento que exige salvaguardar y conservar la institución, una tarea pendiente que corre por cuenta de la Alcaldía, la directiva del recinto y el Instituto de Patrimonio Cultural.

El mausoleo de Joaquín Crespo, un monumento de estilo dórico, considerado el más importante del campo, no escapa del zarpazo del hampa. Del panteón, que data de 1898, solo quedan ventanas con vitrales resquebrajados. El hurto de los restos de Crespo y de su esposa Jacinta, denunciado en marzo de 2013, es aún una incógnita por despejar.

Fotos: Archivo y Alcaldía de Caracas


Participa en la conversación