Docentes y alumnos protestaron en La Vega para exigir salarios y mejores condiciones laborales

mejores condiciones laborales

Sacudidos por la complejidad de la crisis económica, los maestros de la Red Educativa San Alberto Hurtado, integrada por cuatro instituciones de La Vega, salieron a la calle este martes para exigir al Ministerio de Educación que se honre el contrato colectivo de los docentes adscritos a la Asociación Venezolana de Educación Católica.

Caracas. Fue el escándalo del día. En La Vega los docentes salieron de sus aulas, acompañados de alumnos tímidos y sonreídos dispuestos a apoyar a sus maestros en el reclamo de mejores sueldos. Hubo quienes cargaron banderas, pancartas y hojas de cuadernos con el mayor de los reclamos: un salario sensato para vivir. Con 600 bolívares semanales, los educadores de la Asociación Venezolana de Educación Católica (Avec) no quedan al margen de la vorágine de la hiperinflación, la saña de la escasez ni de las fallas profusas de transporte público. Hay quienes toman hasta cuatro autobuses para cumplir con la labor de formar a una generación abandonada y ávida de afecto.

Sacudidos por la complejidad de la crisis económica, los maestros de la Red Educativa San Alberto Hurtado, integrada por cuatro instituciones de La Vega, son la prueba de las dificultades. Aseguran que viven, en un trozo diminuto de ciudad, la parálisis de todo un país asediado por el déficit presupuestario. Con el hambre y la escasez de transporte como tema recurrente, las aulas son un espacio de catarsis colectiva, donde los alumnos y maestros exponen sus quejas con igual intensidad. Los profesionales advierten que cada vez son más los niños que se ausentan por falta de comida. “Es un problema complejo que debemos solventar con urgencia”, sostiene Liliana Perales, una madre que acompañó la protesta para solidarizarse con la comunidad educativa.

Foto: Luis Morillo

Mirla Montiel es docente. Tiene 16 años de experiencia y dice que vive en carne propia las dolencias de los padres. Desempeña un doble rol. Es educadora por las mañanas y representante por las tardes. Cuenta que su hijo, al igual que sus propios alumnos, también se ausenta con frecuencia del salón por problemas en su alimentación. Luis, que es un niño inquieto y apasionado por el deporte, ahora se ha vuelto callado. La última vez me dijo que no rendía mucho en las prácticas de fútbol porque se sentía débil. El entrenador me mandó a llamar y le expliqué  mi situación, que era igual a la de él, contó la maestra residenciada en Altos Mirandinos.

La historia de Mirla, una maestra cuya vocación por el oficio de enseñar es su razón de vida, es recurrente. Dice que se alterna el arroz con vegetales y papas aliñadas con sardinas en los almuerzos. Hace rato que se salta el desayuno. Queremos que el Ministerio de Educación honre nuestro contrato colectivo. Pasamos hambre como todos los empleados públicos de este país. A nadie le duele la educación ni la generación de relevo que se queda sin instructores, reclama.

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Mirla es uno de los 300 educadores que ejercen su profesión en La Vega. Sostiene que lo hace con la convicción de cambiar su entorno, un barrio en ruinas y hostil, cuyos residentes no tienen otro propósito que el de comer el plato del día. Alfredo Infante, sacerdote la parroquia San Alberto Hurtado y portavoz de la red educativa de esa comunidad, asegura que solo en la Escuela Andy Aparicio, ubicada en la zona de la protesta, existen 82 docentes afectados por el rezago de sus salarios.

La manifestación de docentes, ocurrida este martes, también se replicó en otras parroquias de Caracas e incluso en otras entidades del país como Carabobo, Zulia y Miranda.

Foto: Luis Morillo

Voceros de Cecodap advierten que la alimentación, que era un tema apartado de la comunidad educativa, ahora es responsabilidad de las instituciones y juega un papel fundamental para el progreso académico de los niños. La organización que defiende el derecho de los niños y adolescentes sostiene que la cobertura de la matrícula estudiantil se redujo de 51 %, en 2006, a 33 %, en 2016.

Según la Encuesta Sobre Condiciones de Vida (Encovi) 2017, 2,8 millones de estudiantes asisten a clases de manera irregular por problemas en su alimentación y dificultades para trasladarse.

De acuerdo con Noelbis Aguilar, directora nacional de las escuelas de Fe y Alegría, los docentes de la Avec no están exentos de los problemas de servicios. De las 176 instituciones de educación primaria, media y diversificada que suma la red de educación popular solo 46 tienen comedores comprometidos con la comunidad.

Mercedes García, una educadora con 8 años de servicio en educación inicial en el Luis María Olaso, se sabe desprotegida. No tengo agua, comida en casa ni transporte para llegar. Aunque soy de La Vega, debo caminar para llega a mi lugar de trabajo.

Foto: Luis Morillo

Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), en octubre se registraron 1418 protestas en el país, la mayoría de ellas por motivos salariales.

Un modelo educativo en riesgo

Fe y Alegría, un movimiento de educación popular nacido en 1955, con un profundo sello venezolano, no solo está presente en el país. Su modelo de educación se reproduce también en otros 20 países de América Latina, África y Europa.

Este año, la organización celebra 63 años de su fundación y sus miembros ratifican que Fe y Alegría es más que una escuela. De acuerdo con Luisa Pernalete, coordinadora de Convivencia y Ciudadanía, la institución no solo tiene el reto de formar a quienes cursan educación primaria y secundaria en los 174 centros que tienen en todo el país, también cuentan con cinco institutos universitarios y 25 emisoras de radio conectadas en red, a través de las cuales se imparte educación a distancia. Tienen a su disposición más de 200 Centros Comunitarios de Aprendizaje, 77 núcleos de capacitación laboral, más una sede de formación e investigación y otra de profesionalización para docentes en ejercicio.

Estamos convencidos de la importancia de enseñar, no solamente desde las prácticas pedagógicas que se imparten en cada aula, sino de impulsar las capacidades para que cada estudiante obtenga las herramientas necesarias para que tenga un mejor presente y futuro, señala la docente.

Pernalete recuerda que Fe y Alegría nació en la parroquia 23 de Enero, en la época de la dictadura de Pérez Jiménez, para dar respuesta a necesidades educativas del sector. Con el transcurso de los años el proyecto fue creciendo e innovando gracias al esfuerzo de quienes creyeron y pusieron su fe en este movimiento educativo.

Fotos: Luis Morillo


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