Entre sábado y domingo, 21 personas fueron asesinadas durante incursiones militares en los municipios Piar y Sifontes. La versión oficial es siempre la misma: enfrentamiento.

Ciudad Guayana. La actuación del Ejército venezolano en el sur de Bolívar, a raíz de la instauración de la zona especial del Arco Minero del Orinoco, ha dejado masacres y no ha conseguido mitigar el problema: el dominio de las minas por parte de bandas armadas.

Los capítulos más recientes ocurrieron este fin de semana, según reseña el Correo del Caroní. El primero fue el sábado, El Manteco (municipio Piar). La segunda, el domingo, en Tumeremo, municipio Sifontes. En total: 21 asesinados.

La primera masacre ocurrió en una mina denominada Las Babitas, durante un operativo conjunto entre el Ejército y el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). 10 personas fueron asesinadas.

El domingo, en El Triunfo (Sifontes), la masacre fue de 11 personas. Por el lado de los funcionarios hubo dos heridos.

De eso no se habla

Las minas del sur del estado Bolívar han sido, en los años del chavismo, centros de contrabandos, pandillas, extorsiones y asesinatos. Pero desde febrero de 2016, con la creación del Arco Minero del Orinoco, comenzó un nuevo plan: sanear las minas de las bandas para la llegada de las empresas trasnacionales que explotarán el área del arco en el estado Bolívar.

Luego de la masacre de Tumeremo —ejecutada por el pran El Topo en marzo de 2016—, las incursiones del Ejército se hicieron más frecuentes. Hasta julio del año pasado, el alcalde de Sifontes, Carlos Chancellor, calculaba que más de 30 personas habían sido asesinadas en su municipio por el tema minero.

2017 comenzó ensangrentado: solo entre enero y febrero, según las denuncias de los familiares, más de 40 personas fueron asesinadas durante las incursiones del Ejército.

Más recientemente, en agosto, el municipio El Callao fue noticia de nuevo con siete asesinados en los sectores El Limón, Las Casitas, Las Lagunitas y El Paraíso.

Como siempre, la información oficial se limita a “enfrentamiento”. En los operativos, sin embargo, nunca hay bajas en el lado del Ejército. El silencio se impone. Y la sangre.

Fotos: Cortesía


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