César Hernández comenzó hace dos años a liderar un proyecto tecnológico en una comunidad de bajos recursos económicos, desde allí incluso enseña a labrar y a cosechar la tierra

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Barquisimeto/Lara. César Hernández es un hombre que, pensando en el bienestar de la comunidad, enseña a labrar y a cosechar la tierra, para que las personas no solo lleven comida a su mesa, sino para que también aprendan a llevar alimentos a sus casas, con los productos provenientes del agro.

Este trabajo, que hace sin obtener dinero alguno, lo hace en el barrio El Cují, la segunda parroquia más poblada al norte de Barquisimeto.

Esta idea se le ocurrió después de que el Gobierno le asignara en diciembre de 2013 un infocentro, dotado con casi una docena de computadoras con software libre y una fotocopiadora.

El centro tecnológico se lo entregaron y, luego, todo corrió por su cuenta: el mantenimiento de los equipos, la papelería y el pago de los servicios.

“Pero eso no fue impedimento para sostenerlo en el tiempo y abrirlo todos los días. La gente recibe inducción para el uso de las computadoras, para hacer trámites y bajar planillas y todo eso sale gratis. Por lo único que se cobra es por las fotocopias pues eso nos permite reponer el material (una resma de papel nos cuesta Bs. 2.800) y mantener al día las máquinas. Este lugar vive lleno, porque se convirtió en una herramienta más para la gente del barrio, gente que no tiene recursos y que no puede pagar una hora en un centro de conexiones”, explicó.

Pero eso no es toda lo que hace. Hernández aprovechó que muchos de sus vecinos iban al infocentro y les ofreció enseñarles maneras de ganarse la vida. Les mostró que de la tierra salía más que monte; cultivó hortalizas, tomates, pimentón, ají y parchitas. Todo empezó en las áreas comunes del infocentro

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Los niños se incorporaron al proyecto

Y ahora tiene grupos, incluso hay 12 niños, que van a escuchar las charlas y luego experimentan con los cultivos en sus casas. De hecho ya hay cerca de 16 huertos en el barrio, según contó.

“La idea es que la gente con una pequeña siembra, incluso de menos de tres metros, pueda sacar un saco de ají o dos cestas de pimentón y llevarlas al mercado”.

Y eso ya lo están haciendo ahí mismo. Explicó que habilitaron un espacio del patio del infocentro y cada 15 días hacen un mercadito popular, para que los vecinos que ya tienen su cosecha, así sea pequeña, la vendan. “Claro eso no es mucho y, por ello, buscamos la ayuda de otros centros de acopio, pues esta es una zona desfavorecida que tiene poca comida”.

Hernández también enseña a las personas a la cría de lombrices para el abono, organziza el huerto con materia de desecho. Por ejemplo, de los tambores de las lavadoras hace el hábitat para las lechugas, y con el caparazón de una nevera construye un huerto pequeño para hortalizas. También elabora con láminas y palos reciclados las palas para remover la tierra.

La meta de este hombre es que hasta el café que se tomen las familias y las caraotas que se coman se coseche en el patio de sus casas. Para ello, indicó que ya tienen un proyecto para cultivar las negritas. “Desde ya sabemos que va a ser autosustentable”.

De la tierra a la música

En la cuadra, y también se escuchó de la gente que llegaba al infocentro, le preguntaba a Hernández sobre el próximo evento cultural y por el recital de poesía. Y es que su inquietud no se queda nada más en la tierra.

También enseña cuatro, organiza las parrandas navideñas y escribe poesías. “Es el cultor del barrio”, dijo su compañera Jenny Torres.

Además ayudó a construir el dispensario de El Cují, y ya trabaja para hacer a corto plazo una especie de biblioteca, y un café para expandir el infocentro.

“Es un verdadero apoyo en la comunidad y nosotros los jóvenes estamos haciendo de la agricultura algo sustentable. A mí me gusta este tema de la tierra y con el señor César estoy aprendiendo”, destacó Luis Quintero, vecino del sector.

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Los productos se comercializan en el mismo espacio del infocentro

Foto: Cristián Hernández


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