El naufragio de Caracas a un año de la liquidación de la Alcaldía Metropolitana

A un año de la liquidación de la Alcaldía Metropolitana, la estocada final del chavismo contra una institución devorada a mordiscos, la capital, que crece desparramada, luce desarticulada y existen menos instancias de Gobierno para canalizar reclamos por fallas de servicios. Casi 5000 empleados aguardan por su liquidación y los residentes del Área Metropolitana naufragan en el desgobierno institucional.

Caracas. Sus ojos hundidos y de párpados cansados delatan su mirada. En ocasiones parecen tomar la palabra y testimonian, azorados, el desvelo de Yexenia Morales, una residente del barrio La Parrilla de Petare, que vive con el agite de última hora.

Yexenia madruga para buscar el gas, comprar la comida, cobrar la pensión de su madre y para trasladarse a pie a todos lados. De todo aquello, dice, la tarea que más le fatiga es la de cargar agua para llenar, con los primeros soles del día, su único tanque. Un recipiente bocón, de un azul marino brillante, cuya reserva no despega del fondo desde que nació su última hija: hace un año.

Hace dos años que cambió su más generosa olla sopera, una bacinilla honda de peltre y una veintena de botellas plásticas por un tanque de 5000 litros que recibió de la extinta Alcaldía Metropolitana. Se trata de una labor anclada en el programa Agua Para la Vida, una iniciativa izada por el ayuntamiento durante el período de Antonio Ledezma para mitigar el problema de abastecimiento en la ciudad donde, se calcula, 80 % de las familias padece la ausencia del servicio.

“Fue una de la pocas cosas que pudimos disfrutar del gobierno de Antonio Ledezma”, dice Yexenia, mientras vierte el siguiente tobo en su tanque, una cubeta traída de la casa de su hermana en La Urbina.

A un año de la liquidación de la Alcaldía Metropolitana -la estocada final del chavismo contra una institución devorada a mordiscos-, la capital, que crece desparramada, luce desarticulada y existen menos instancias de Gobierno para canalizar reclamos por fallas de servicios.

Casi 5000 empleados aguardan por su liquidación y los residentes del Área Metropolitana, una nomenclatura de ciudad conformada por cinco jurisdicciones, naufragan en el desgobierno institucional que le tuerce el pescuezo a los municipios Libertador, Chacao, Baruta, El Hatillo y Sucre.

Máximo Sánchez, exconcejal del Cabildo Metropolitano, asegura que el precio de la liquidación de ese organismo lo pagan los caraqueños con la negligencia del Ejecutivo. Con las competencias menguadas en el tiempo, el ahora presidente del Concejo Municipal de Chacao asegura que la mayoría de la población desconoce el costo social y político de la eliminación de una instancia que tuvo la mayor red de salud, de escuelas y servicios.

Puede que parezca inverosímil a estas alturas, pero la desvalida Alcaldía Mayor ostentó por muchos años la Policía Metropolitana, un cuerpo de seguridad que llegó a tener 12.000 funcionarios y que, en la práctica, fue desintegrado por el presidente Chávez, para ser sustituida por la Policía Nacional Bolivariana, un cuerpo que nació con 4.500 funcionarios, una cantidad muy por debajo de los requerimientos.

La alcaldía llegó a tener un cuerpo de Bomberos Metropolitano, dotado de ambulancia, que sirvió para unir la mancomunidad de funcionarios de rescates en varios municipios”, recuerda Sánchez.

Hoy los caraqueños parecen más aislados. A juicio de Sánchez, el proceso de liquidación demuestra el talante antidemocrático del Gobierno, una actitud aupada por la victoria de la oposición en la alcaldía. Para algunos, la espada de Damocles fue desenvainada por el chavismo en 2009, cuando el poder legislativo, con mayoría chavista, aprobó la Ley Especial del Régimen Municipal a Dos Niveles, un instrumento legal que arrebató 11 de las 13 competencias de la alcaldía en la ciudad y más de 90 % de su presupuesto.

10 sueldos mínimos | trabajadores de la salud

Después de tener una infraestructura de salud distinguida, que incluía a los hospitales Vargas, J.M. de los Ríos y la Maternidad Concepción Palacios, Antonio Ledezma solo pudo salvar las competencias ambientales para su gestión iniciada en 2008, con 52,42 % de los sufragios. Ello le permitió instalar semáforos inteligentes y articular algunos esfuerzos para mejorar el mantenimiento de la ciudad.

La Alcaldía Metropolitana fue un monstruo que el Gobierno acabó a pedazos”, sentencia Máximo Sánchez.

Solo un año después de su elección Ledezma administraba un cascarón vacío. Y la mancomunidad de las cinco alcaldías de Caracas era más un espejismo, un espectro, que una realidad palpable. Más de siete hospitales y una red de ambulatorios le fueron arrebatados por el Ministerio de Salud. Ya no tenía ninguna potestad sobre las escuelas y el chavismo empezaba a desprestigiar la labor de una alcaldía que fue su mayor interés en Caracas.

Pero el último garrotazo del Gobierno, que fue aventado como un Decreto Constituyente, oficializado en la Gaceta 41.308, de fecha 27 de diciembre de 2017, no solo acabó con una alcaldía opositora. También aniquiló un concepto de mancomunidad, tal vez el más visible y exitoso de Venezuela, una fórmula de gobierno oficializada en la Constitución y en Ley de Poder Público Municipal.

Apenas sobreviven las experiencias de Alto Apure y la mancomunidad entre otras ciudades integradas por más de un municipio como los casos de Lecherías y Puerto La Cruz, en Anzoátegui, y Acarigua y Araure en Portuguesa.

José Gregorio Caribas, exconcejal metropolitano, asegura que de todo el entramado institucional apenas quedan algunos encuentros entre exempleados, quienes discuten, cada cierto tiempo, el pago de sus sueldos. “Casi 5000 trabajadores continúan cobrando sin prestar ningún servicio. Y el Gobierno prometió reubicarlos en dependencias del Estado”.

Por ahora, los funcionarios públicos aguardan por el finiquito de sus gestiones en una alcaldía que jamás pudo ponerse de acuerdo con Libertador, que solo aportaba 0,5 % de su presupuesto a la Alcaldía Metropolitana, el mínimo de lo requerido: 5 %. Entre los programas banderas, Caribas recuerda iniciativas como el Transmetrópolis, que buscaba articular opciones de transporte entre el este y oeste de la ciudad. 

Con la eliminación de la Alcaldía Metropolitana se violaron más de 17 artículos de la Constitución. No hubo referendo para los concejales y los trabajadores no han podido cobrar lo que fue su caja de ahorro. Hemos denunciado la situación. Solicitamos un derecho de palabra en la Contraloría General y ni siquiera nos han recibido”.

Trabajadores de la Alcaldía Metropolitana de Caracas Eladio Mata / Foto: Katherine Abreu

Urge una ruta común

Quienes resienten los problemas de servicio aseguran que urge una visión única y conjunta para planificar el crecimiento de la ciudad, una urbe que crece precipitada, a diferencia de sus servicios e infraestructura. Hoy, cuando la ciudad sufre el vértigo de la crisis, sus residentes aseguran que la capital luce más lejos de sí, de aquella urbe permeada por la modernidad, que era la entonces promesa de un país que lo tuvo todo a su favor: el petróleo, la afabilidad de su gente y la confianza de los extranjeros que llegaron para quedarse.

Para quienes se manifiestan en contra de la situación, el Área Metropolitana, que es espejo y vitrina del país, queda resumida en las fallas de servicios básicos, en la falta de agua, electricidad y el déficit de transporte, problemas que se mimetizan con la imagen de una metrópolis afantasmada, de aceras derruidas y luces oxidadas.

Foto: Luis Morillo

Pero no siempre fue así, en Caracas hubo una época de mayor esplendor en la que sus plazas quedaban retratadas en las postales que eran presumidas con echonería. Hoy la abulia y la indiferencia se instalan en su espacio más simbólico. El reclamo incluye obras inconclusas como el Parque Hugo Chávez, el Cardiológico de Adultos en Montalbán, la extensión de la Cota Mil y la Construcción del Parque Simón Bolívar en La Carlota.

Andreína Montejo, residente de la parroquia Altagracia, del centro de Caracas, resiente los problemas comunes: la crisis sanitaria en los hospitales, la inseguridad y el colapso del Metro, un tema neurálgico para los peatones.

En Caracas, los hospitales adscritos al Ministerio de Salud no solo le toman el pulso al desabastecimiento de insumos, también son espejo de una crisis compleja de agua que compite con el resto de las dificultades que someten al sistema sanitario: el déficit de medicamentos que asciende a 85 %, según el gremio médico.

La urbe sin agua es más que una ciudad de viviendas en caos. El colapso del servicio no solo entra por la puerta de hogares dispuestos a cargar tobos para bañarse y preparar algo de comida. Hoy las clínicas, escuelas, hospitales y oficinas son el testimonio más lúcido de una crisis en cuyo nombre se inscribe también la escasez de agua.

Ligia Monasterio dice que calma su sed con helados de vasito para no gastar la reserva de agua en su hogar. “Necesitamos que se atiendan los problemas de agua y transporte. Salir de la casa es también asumir el riesgo de quedarse varado”, dice Ligia. En una ciudad donde los acueductos escupen sedimento y el agua que falta en los hogares se desparrama en las calles de aceras rotas, la historia de Caracas sin servicio cobra el matiz de un cuento inverosímil: hay quienes lavan en sus trabajos o se ausentan para llenar los tanques a punta de manguera.

De acuerdo con el capítulo de Seguridad Ciudadana del estudio sobre Condiciones de Vida, a 82 % de los caraqueños lo asalta el temor de ser atacado o robado en los medios de transporte y 78 % se priva de los lugares de diversión y recreación. El estudio, elaborado por la UCAB, UCV y USB, agrega que 34 % de la población manifiesta la necesidad de mudarse de la ciudad, que para algunos se torna desconocida.

Un desafío común que descuella para los vecinos de los cinco municipios del Área Metropolitana es la construcción de un ideal compartido de ciudad, que permita a las autoridades abordar los problemas como un todo y aportar soluciones consensuadas para Baruta, Chacao, El Hatillo, Sucre y Libertador, que agrupa 64,90 % de los residentes de la capital.

Antonio Corobo vive en Petare, una parroquia de Sucre, donde el pesuvista José Vicente Rangel Ávalos gobierna por tercera vez, y recita con soltura los problemas de la ciudad. Se queja por las fallas de aseo en un municipio que produce 1100 de las 4000 toneladas diarias de basura que se generan en Caracas y critica con arrojo las fallas de alumbrado y la ausencia de patrullaje. Al igual que sus compañeros de asiento, que frecuentan la plaza Sucre del casco de Petare, reclama políticas que faciliten el retorno de una vida apacible.

Es necesario que se cumplan las leyes, que se frene el comercio informal, los bachaqueros, y que se atiendan los problemas cotidianos, el desabastecimiento”, afirma Corobo con su verbo sencillo.

Sabe que se trata de los mismos problemas que resienten los más de 3.333.000 habitantes de la metrópolis, que sufren por la paralización de 90 % de la flota de transporte y se declaran asediados por la violencia que genera un promedio de 200 ingresos mensuales a las morgues de la ciudad.


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