La situación de los hermanos Ibarra continúa siendo precaria, el hermano mayor volvió a casa para ayudar a sus hermanos y a su abuela. Se debate entre estudiar y trabajar.

Maracaibo. Una semana antes de marcharse a Colombia, Ana Mabel Ibarra (la guajira) dejó al mayor de sus hijos, Elin Daniel, de 13 años, al cuidado de una tía. Le dijo: guajiro te voy a dejar aquí, yo voy unos días para Maicao a trabajar para traerles cosas” Ella se fue tranquila. Pero esta semana todo cambió cuando el adolescente decidió visitar a su abuela y a sus siete hermanitos en el barrio Brisas del Morichal al oeste de Maracaibo.

“Los conseguí a todos tirados en la cama llorando del hambre, le pregunté a mi abuela: ‘¿qué paso?’ Y me dijo: ‘tu madre no ha enviado más dinero y los muchachos tienen dos días sin comer’”, contó. Enfrentarse con la penosa realidad lo hizo salir a “resolver” un poco de comida para sus hermanos, pero antes llamó a su progenitora.

Elin Daniel tiene 13 años, es el mayor de los hermanos abandonados por su madre hace dos meses

Mi mamá me dijo que no quería saber más de muchachos, yo le dije: está bien lo que estáis haciendo, gracias, pero acordate que vos tenéis hijos y que jamás los podéis comparar con el hombre que estéis o con lo que sea que estéis viviendo porque tus hijos son lo más grande que tenéis, y lo que vos estáis haciendo está mal hecho.

Luego de estas palabras, la mujer cortó la comunicación y no atendió más la insistencia de su hijo.

Para el joven, la actitud de su madre es extraña, asegura que ella jamás se había comportado así. “Nunca en la vida”, reitera. Teme que su cambio se deba a temas escabrosos.

“Yo pienso todos los días antes de acostarme que ella no está trabajando en algo bueno, porque ella se fue de aquí arregladísima. Ella se peleó con los tíos míos que la recibieron en Colombia, la botaron porque llegaba tarde todos los días. Se fue con un primo y dicen que se la pasa bebiendo”.

El miedo se apodera del hombrecito, al que le ha tocado madurar a causa de la situación familiar, de solo pensar que su abuela se muera: “Si ella se va será un dolor muy grande, tendremos que salir adelante solos porque yo sé que mi madre no regresa para acá”.

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Quiere un futuro mejor

Elin Daniel cursa séptimo grado de bachillerato, es el único de sus hermanos que estudia. Mientras esperaba que un poco de maíz se ablandara dentro de un pote de pintura para hacer chicha, relató que le parte el alma ver a sus hermanos llorando de hambre.

“Ayer me pagaron un reloj y pude comprar plátano, yuca y un poquito de queso, eso fue lo que cenamos. Desayunaron medio plátano, por eso estamos haciendo chicha de maíz con sal para que se llenen”.

El jovencito explicó la receta que le calma el hambre a sus hermanitos: “ponemos a remojar el maíz para que bote el afrecho, después lo ponemos a hervir y le echamos sal, eso es lo que vamos a comer”.

“Yo no quiero dejar de estudiar porque sé que estudiando ayudo más a mis hermanos, pero ahorita ellos necesitan comida y no pueden esperar, tengo que ayudar a mis tíos a mantenerlos”.

A Elin le preocupa cambiar sus estudios por el trabajo. Comenta que la necesidad que pasan sus hermanos es también su responsabilidad, por eso quiere trabajar para llevar el pan a su casa. Sin embargo, el anhelo de superación lo sobrepasa. La disyuntiva le saca lágrimas amargas.

Cada vez que sale de su hogar, los demás hermanitos le dicen “guajiro me traéis pan”. “Eso me da mucho dolor, por eso yo trabajo para ellos”, sostiene. Actualmente, el adolescente trabaja en un abasto con un primo en la mañana y en la tarde va al liceo, pero confesó que “ruletea” en los autobuses y con lo que le regalan completa la comida de sus hermanos.

Antes de bajar la chicha de la cocina de dos hornillas le echó sal, al tiempo que sentenciaba: “yo sé que mi madre no vuelve para acá, por eso tenemos que luchar”.

Fotos: Mariela Nava


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