“Emigrar en busca de tranquilidad es lo más difícil que me tocó en la vida”

Elio, un contador de 33 años, fue secuestrado dos veces en Caracas. En la última experiencia estuvo cerca de la muerte, por eso semanas después se marchó a Panamá.

Caracas. Elio (nombre ficticio por seguridad) cambió su país por la tranquilidad de Panamá, después de que lo secuestraran dos veces en Caracas. Aceptar que se perdería el crecimiento de sus pequeños sobrinos, quienes son la luz de sus ojos, que no vería a sus padres y hermanas ya era suficiente ante la decisión de irse de Venezuela.

El 24 de diciembre de 2006 fue el primer encuentro con el hampa, y aunque parezca sacado de un chiste, pasó la Navidad con los delincuentes, pues lo mantuvieron vendado y atado dentro de una casa durante 10 horas.

Aquel día, que no se borrará de su memoria, salió del trabajo directo a casa de una amiga, en El Paraíso, para llevarle un pan de jamón. Lo soltaron a las 3:00 am del 25 de diciembre en la vía de Charallave, por el aeropuerto Caracas, tras las negociaciones que su papá sostuvo con los delincuentes. “Después de eso me encerré, me daba pánico salir de mi casa”.

Ocho años después lo secuestraron por segunda vez. El domingo 8 de junio de 2014, lo interceptaron unos delincuentes a bordo de otro vehículo, mientras esperaba que el portón de su edificio, en la urbanización Montalbán, se abriera; regresaba del cine.

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“Me bajaron de mi carro a punta de pistola, me llevaron a dar vueltas en un secuestro exprés. Me golpearon, esta vez sí fueron muy agresivos, a diferencia de mi primer secuestro. Sentí en varias ocasiones que estaban dispuestos a matarme, les importaba poco quitarme la vida”, relató el contador de 33 años.

Este hecho bastó y en pocas semanas se fue. No hubo mucho tiempo para organizarse, la vida valía más y sintió que estuvo a punto de perderla, de no ser porque sus padres hicieron el esfuerzo de sacar de donde no tenían para que lo liberaran.

“Ellos querían divisas, dólares o euros. Mi papá tuvo que entregar algunas pertenencias de valor. Yo estaba muy mal con todo eso, en una noche me quitaron todo, pero igual tuve que salir a trabajar. Llegaba a mi casa traumado, sentía que alguien me estaba siguiendo”, soltó a un año de aquel momento tan terrible.

Su carro apareció dos semanas después completamente desvalijado. La respuesta de las autoridades era que no había forma de saber cómo había pasado.

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Incapaz de vivir en Caracas

“Emigrar en busca de tranquilidad es lo más difícil que me tocó en la vida. Estar lejos de mis padres, mis hermanas, mis sobrinos y mis seres queridos es muy duro. Pero el nivel de inseguridad que siento en Caracas me pone nervioso, no me gusta. Ya no me siento capaz de vivir ahí”, escribió el caraqueño.

El mes pasado volvió a la capital de Venezuela, asustado, pero necesitaba ver a su familia. Solo tuvo chance de quedarse una semana, suficiente para darse cuenta de que la paranoia continuaba siendo parte de él.

“Cuando estuve ahí sentí que Caracas se ha convertido en una ciudad donde la gente no quiere salir, le da miedo estar en su propias calles. La impunidad se ha apoderado de todo, los antisociales hacen lo que les provoca sin ninguna consecuencia”, expresó.

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Elio no sabe si regresaría al país porque le da miedo. Aunque admitió que vive en un lugar donde tiene calidad de vida y mucha más seguridad, igual prevalece en él la angustia de saber que su familia quedó en Caracas bajo tanto peligro.

Foto: cortesía Elio


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