Nelson y Juan desde hace cuatro años trabajan junto en el rescate de animales de la calle. En un terreno abandonado en plena avenida, construyeron un refugio donde tienen cerca de 60 de perros y gatos
Mabel Sarmieto Garmendia/@mabelsarmiento
Caracas. Hacer el bien por el prójimo es una tarea que todos se proponen alguna vez en la vida. Pero a veces ese bien no se le hace al vecino, al familiar enfermo o al hambriento que todos los días espera en la estación del Metro, sino a otros seres que igual demandan la atención de una mano amiga: los animales.
Y en esa labor desde hace cuatro años anda Nelson Caldeira, trabajador de una charcutería ubicada en la calle el Progreso de Carapita, municipio Libertador.
“Bueno esto lo comenzó Juan Zambrano, un señor como de 60 años, y yo seguí sus pasos. Aquí en Carapita, principalmente en este sector, hay muchos animalitos sin un hogar y también hay vecinos que los abandonan sin ningún pudor. Los dejaban en un terreno baldío empezando la calle, pero luego allí se construyó un parquecito y nosotros tomamos un pedazo para albergar a los perros y gatos deambulantes”, contó.
Ese lugar quedaba justo en la entrada de la calle El Progreso, y a unos 30 pasos de su trabajo. Pero a pesar de la atención que recibían allí los perros y gatos más pequeños se salían y los carros los atropellaban.
“Además cerca hay un ambulatorio y entonces comenzaron las quejas. Y uno tiene que ser consciente, solucionar un problema no puede traer otro. Así que decidimos llevarlos a otro lugar donde se les pudiera garantizar por lo menos la vida”, dijo.
Y ese sitio fue un jardín abandonado. No son más de seis metros lineales por tres de ancho. Pero en ese lugar hay dispuestas más de sesenta cajitas de cartón y madera que simulan un hogar para mascotas.
Está a un lado de la intercomunal de Antímano a una cuadra de la estación. “Todos los días de 7:00 a 8:00 am paso, les llevo comida, limpio el lugar y atiendo al que necesita alguna cura. Afortunadamente a la gente no le ha molestado el albergue, pero sí estamos pendientes de procurar un hogar mejor. Ya hemos enviado cartas, incluso al Metro y a la Misión Nevado”.
A la fecha las respuestas no han sido muy positivas. Pero por lo menos no los han obligado a echar a los animales a la calle.
La Misión Nevado les colabora con algún alimento de manera irregular. “Por eso nos gustaría que alguien vea la iniciativa y nos ayude con más. Hemos contado con sujetos de buen corazón, con vecinos que nos donan alimentos y con veterinarios que sin cobrar nos brindan asistencia médica. Pero es un trabajo arduo. La gente lo que hace es abandonar allí a las crías de sus mascotas, cuando deben procurarles un hogar”.
Caldeira además de atenderlos en la mañana (su amigo Juan Zambrano lo hace en las tardes cuando sale del trabajo), gestiona adopciones. “Pero el objetivo es que estos animalitos estén en lugar más adecuado, que no se mojen cuando llueve o cuando el sol esté inclemente tengan como refugiarse”.
En el albergue hay gatos y perros de todos los tamaños. Ya los vecinos y comerciantes de la zona saben del proyecto y de vez en cuando les llevan comida, e incluso dan cariño a los meninos que se salen de las casitas.
Esta es una labor sostenida por cuatro manos. “Ojalá alguien puede tender su mano amiga. Con eso no solo ayudamos a los animales abandonados, sino que ayudamos al ambiente y a una comunidad más sana y agradable”, señaló Nelson detrás del mostrador desde donde atendía a los clientes de la charcutería. “Ahorita (eran casi las 11:00 am) no puedo ir al refugio de las mascotas, porque está el patrón, pero todos los días, muy temprano voy y les doy de comer. Ya en la tarde lo hace Juan. Es algo que nos nace”.
Fotos Angeliana Escalona
Participa en la conversación