El enemigo externo: un fantasma de la tiranía

El escritor argentino asegura que el único sostén del Presidente Maduro son la fuerza bruta y los militares. Y afirmó que ni a Colombia ni a Estados Unidos les interesa un país en ruinas.

Buenos Aires/Argentina. Me pregunto qué factores respaldan al Presidente de Venezuela, el chofer de ómnibus de evidente ignorancia supina sobre todo tipo de saberes, incluso de aquellos que emergen de la Constitución y por la que está obligado a no traicionar al pueblo que gobierna.

Con una derrota electoral reciente, la economía en estado de desabastecimiento absoluto (comparable al desastre soviético en sus últimos días), la seguridad interna a manos de grupos delictivos vandálicos, una hiperinflación desaforada, todo esto seguido de un largo etcétera que cada venezolano sabrá completar, el único sostén imaginable para el gobierno títere de vaya a saber qué interés (o sí, lo veremos más adelante) es el de la fuerza bruta. ¿Y dónde se encuentra eso? En las fuerzas de seguridad. Fuerzas armadas y fuerzas del “orden”.

En pleno siglo XXI podemos afirmar que la revolución llega tarde y se va temprano. En el caso de Venezuela, la revolución nunca llegó y lo que se fue es su riqueza, saqueada por un grupo de militares encabezados por un pícaro coronel bananero, un tal Chávez, cuya inteligencia destructiva y manipuladora solo es comparable con el peor Perón, el Perón que siempre fue, y que tuvo en su acto de despedida la formación de un verdadero complejo paramilitar asesino que llevó a cabo un genocidio sistemático doméstico para, luego de su muerte, convertirse en una fuerza represiva trasnacional de la mano del Plan Cóndor.

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Es indudable que el gran fantasma criminal de esos años era los Estados Unidos. El mundo ha cambiado, y el argumento de Maduro respecto al peligro de una agresión externa —eso incluye a Colombia—, no es más que una mentira. Ni yanquis ni colombianos están interesados en Venezuela. En lo más mínimo. Es tal el estado de ruina económica que a nadie le interesa. También carece de peso político internacional, más ahora que Cuba bajó la cortina metálica de su soberbia castrista a cambio de una impunidad negociada.

En sí, con Rusia ocupada en Siria, China ahogada en su involución económica (Irán no cuenta, está más confinada que Venezuela), el régimen bolivariano está solo, abandonado en la nada misma de su inoperancia. Y para colmo, cayó Dilma en Brasil, producto de su desidia económica y la acumulación de corrupción. Hablan de golpe, pero el golpe se lo pegó contra la Constitución de Brasil y con la ruptura de sus alianzas políticas.

El sostén, decía, es la fuerza bruta militar y policial. El estado de excepción decretado por un paranoico Maduro habilita a una represión indiscriminada de las personas que, de seguir el desastre económico, terminarán saqueando hasta la basura misma. La desesperación ganará a la población y semejante estado subirá por las raíces de toda la sociedad. ¿Cómo garantizará Maduro la obediencia de esa fuerza bruta para reprimir a los que tienen hambre?

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Y aquí, creo, vale una reflexión para la casta militar. ¿Cómo harán para que los jóvenes oficiales y suboficiales obedezcan? ¿Acaso los mismos viven aislados de todo este desastre? ¿No existe una cúpula con dos dedos de frente que pueda negociar con la Asamblea Nacional una transición hacia un gobierno menos, un poco menos nada más, corrupto?

La cadena de mando debe romperse por el lado del habitante venezolano que existe en cada uno de los militares y policías. No escuchan hoy, pero sepan algo. Si son cómplices de crímenes contra la población, les caerá el juicio real de un sistema legal que, tarde o temprano, los condenará. Como pasó con los criminales de guerra, con los asesinos de la Guerra de los Balcanes, como también con los represores de la dictadura argentina. Sí, a ustedes les hablo. Sepan que si disparan contra el pueblo serán perseguidos y juzgados. Y nada les quedará, más que la miseria de sus propios crímenes.

Por eso, el futuro es tan incierto para el pueblo de Venezuela como para aquellos que Maduro quiere utilizar como represores. Al fin, que piensen en algo: los narco generales también serán perseguidos y juzgados. Diosdado Cabello y su séquito son dueños de una fortuna delictiva, son una minoría, pero sepan los uniformados venezolanos que, de seguir así, también serán cómplices de ellos. Y por tanto, perderán todo. Es una cuestión de tiempo: o se someten a la legalidad que representa la Asamblea Nacional o serán juzgados. Y la cárcel no es un futuro promisorio.

En tanto, que los venezolanos vayan con mucho cuidado. No sea cosa que la contrainteligencia militar provoque la represión. Que Cabello infiltre el caos en la sociedad para justificar una masacre. Desconfíen de esto. Perón lo supo hacer para desenmascarar el “entrismo” en su propio partido, y también lo hizo al generar un magnicidio para lanzar una feroz represión ilegal, a través de la Triple A de López Rega.

El populismo militar es peligrosísimo, capaz de cualquier cosa, sin importar las víctimas. Cabello es un criminal, el titiritero de Maduro, ese es el verdadero cerebro de cualquier represión. Ese, debe ser aislado y confinado… Caso contrario, la paz será imposible.

Foto: Omar Genovese


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