“Era tan unida a su tío que arriesgó la vida por él”

Jennifer Martínez, de 24 años, fue asesinada por defender a su tío Jim Medina de dos antisociales, que le dispararon para robarlo mientras comían empanadas en Lídice

Yohana Marra/@yohanamarra

Caracas. El martes muy temprano Marianella Chang llegó al hospital de Lídice con su hijo, de 10 años, porque le dolía mucho la barriga. Su esposo Jim Medina la dejó y arrancó a buscar a su sobrina para llevarla al trabajo.

Mientras estuvo ahí con su pequeño apareció una señora muy nerviosa, porque a la emergencia habían llegado un hombre y una mujer tiroteados. Marianella la escuchó, el corazón se le aceleró e inmediatamente llamó al celular a su marido pero estaba apagado.

Su presentimiento la llevó a bajar hasta la emergencia, donde se encontró con la mala noticia: Jim, de 36 años, había ingresado sin signos vitales junto con Jennifer Martínez, de 24, quien falleció minutos después mientras la operaban.

Ambos provenían del sector El Manguito de Lídice, donde a las 7:40 am bajo la mirada de todos los vecinos, dos sujetos se bajaron de un carro marca Chery, modelo Orinoco blanco, para robarle a Jim su arma de reglamento, su moto KLR y el celular.

Se habían parado en ese lugar para comer empanadas, antes de ir a sus labores. La viuda contó que los sujetos le dieron cuatro tiros a Jim después de asaltarlo y cuando pretendían dispararle de nuevo su sobrina Jennifer lo tapó con su cuerpo, pidiéndoles que no siguieran pues iban a matarlo.

“No sirvió de nada porque le dieron seis tiros a ella por la espalda a quemarropa. Simplemente la mataron por defenderlo, era tan unida a su tío que arriesgó la vida por él”, contó.

Jim era escolta para una empresa privada y dejó a tres hijos huérfanos, mientras que su sobrina trabajaba como recepcionista en una cooperativa del Seguro Social, ubicada en Bellas Artes. A diario la buscaba a casa, en Lídice, para llevarla hasta su sitio de labor.

“Dios sabe por qué hace las cosas, porque a esa hora Jim me lleva a mí y al niño al colegio, pero como ya perdí un hijo una vez, me asusté por el dolor de barriga que tenía el niño y me dejó en el hospital”, soltó la mujer.

Indignación a flor de piel

Marinella estaba acompañada por su hermana Marisela y otros parientes. Ambas estaban indignadas y a la vez impactadas con lo ocurrido. La viuda sacó las fuerzas de donde no las tenía para resolver todas las diligencias en la morgue de Bello Monte.

“No podemos seguir así, no podemos continuar con esta violencia porque vamos a terminar comportándonos violentos. No puedo creer esto que pasó, es doloroso”, soltó Marinella.

Jim era bastante conocido en la comunidad, de hecho Marisela, su cuñada, comentó que muchos vecinos fueron al hospital para apoyarlos. “Los valores no existen, no se respeta la vida de nadie ni de una mujer o un niño. En Venezuela no le tienen compasión a la vida, ellos no se metían con nadie. Aquí tienen que aplicar la pena de muerte porque sino no vamos a seguir igual”.

Foto: Cristian Hernández


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