Escasez de condones ahuyenta a la clientela de las trabajadoras sexuales

Prostitución, Salud

Los consiguen en Bs. 200, de marcas desconocidas y no confían en la calidad del producto. Dicen que ellas no se van con un hombre sin protección porque es bastante lo que está en juego. “Hay mucho sida por ahí”, comentaron.

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Caracas. Trabajadoras sexuales se las ven feas por la escasez de condones. Aseguran que no los consiguen con regularidad y que cuando encuentran preservativos se los venden a Bs. 200 cada uno. El desabastecimiento de este producto, dicen, ahuyenta a la clientela. Si antes se iban con cinco o siete hombres, ahora es una suerte si llegan a cuatro en un día completo.

“He dejado de irme con un hombre por no tener condones. Ellos no quieren que uno los atienda sin protección y nosotras tampoco nos movemos de aquí en esas condiciones. Y menos ahora que hay tantas cosas raras. Aquí se ve cómo hay mujeres infectadas de Sida  y con enfermedades de transmisión sexual”, dijo una de las trabajadoras sexuales que tiene como lugar fijo de captación la plaza Alí Primera, al lado del Teatro Nacional y a quien se le reserva su identidad.

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Además que no consiguen condones dicen que salen a trabajar con el estómago vacío.

Solo en este espacio capitalino se contabilizaron cerca de 15 trabajadoras sexuales, 9 de ellas se ven entradas en años. Ya a las 9:00 am estaban desfilando en grupo por el lugar. Con monos, pantalones, chores y con sus carteras terciadas iban de una esquina a la otra.

“Está dura la cosa, ya no es como antes. Estoy pensando en retirarme. Uno sale a la calle ahora sin comer porque la plata no alcanza”, contó la mujer.

Otras que se acercaron a escuchar lo que ella dijo indicaron que un ratico en una habitación de un hotel de la avenida Lecuna sale en Bs. 400.

“Entonces si compro un condón en 200, pago la habitación para el cliente, la mía para dormir en la noche (mínimo 1000 bolos), las tres papas diarias si las hago, más lo que tengo que mandarle a mis hijos, tengo que acostarme con cinco tipos como mínimo para sacar unos 8.000 bolos al día. Por eso digo que con esta crisis ya no es rentable, además la inseguridad y los abusos en la plaza se incrementaron. Hay quienes trabajan en locales, pero aquí en la calle es donde se ve lo verdaderamente feo. Yo pagué cana por desfigurar un rosto, también tengo lo mío, pero aquí es duro” contó.

Antes ellas iban a la Sanidad o al Ministerio de Salud  a buscar los condones. “Hace tiempo que no los dan. Ahora los hoteles donde trabajamos los consiguen y los venden en la recepción, pero son de cualquier marca. Uno tiene que hacer de todo y esto ya no está dando. Hay mucha competencia, llegan incluso muchachitas menores de 15 años. También están las malandras que quieren cobrarle a una la protección. Me están pidiendo comenzando 800 bolos, cuando ni siquiera me he ido con el primer hombre”.

De mala calidad

La mayoría dijo que sale a veces a trabajar sin preservativos y con la barriga vacía. Jhonatan Rodríguez, fundador de la Organización StopVIH, explicó que no solo escasean los condones -el Ministerio de Salud no ha hecho compras de nuevos lotes masculinos y femeninos-, sino que además no se consiguen las pastillas anticonceptivas.

Dijo que en algunas farmacias del país hay preservativos, pero son de marcas desconocidas y, por tanto, las personas desconfían de su calidad y tienen costo elevado que imposibilita su acceso. “Lo otro es que desde hace mucho tiempo no hay campañas oficiales de prevención de embarazos y de enfermedades de transmisión sexual”.

En relación con las trabajadoras sexuales destacó que no existe un programa dirigido especialmente a ellas. “Más bien los organismos del Estado acosan a esta población, las extorsionan y golpean. Son víctimas de agresiones y violaciones de sus derechos humanos”.

Rodríguez señaló que cada vez es más frecuente la presencia de estas mujeres en las calles de todo el país, al tiempo que agregó que debido al aumento de la pobreza se seacentuó el trabajo sexual. Incluso, comentó, cada vez son más jóvenes y desertoras del sistema educativo.

Yonatan Matheus, director General de Venezuela Diversa, informó que hace poco hicieron un recorrido por los alrededores de Nuevo Circo para saber cómo están haciendo las trabajadoras sexuales ante a la escasez de preservativos, y determinaron que están comprando los protectores en los comercios chinos. “Están envueltos en sobres verdes y anaranjados. Tienen nombres como Te amo. Tentación y Momentos y no cuentan con el aval del Instituto Nacional de Higiene”, dijo.

Matheus desconoce cómo están entrando al país y cómo se distribuyen. Subrayó que la baja calidad de los métodos de protección sexual son un riesgo muy grande para la población, pues no hay controles de enfermedades como hepatitis y de transmisión sexual. Denunció que el programa de VIH- Sida que lleva el Ministerio de Salud en estos momentos está desarticulado.

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Muchas los consiguen en los comercios chinos pero dicen que no tienen controles sanitarios.

Invisibilizadas 

“Toda mi vida me he prostituido. Mis hijas lo saben. Antes de que se lo dijera una lengua viperina, preferí hacerlo yo misma. Una estudia Idiomas y la otra se está preparando para aeromoza”, contó una de ellas.

En la plaza además de las prostitutas, hay indigentes, borrachos y muchos niños que juegan con latas y con pelotas hechas con papel. “Aquí debería venir el Inam y llevárselos. Son hijos de algunas mujeres que mientras están en una habitación con un hombre los dejan todo el día deambulando. Uno los ve, no comen, no van a la escuela y están expuestos a todo tipo de peligros. Aquí se arman peleas, se ve el consumo de drogas. Por eso te digo esto aquí es feo”, añadió.

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Denuncian que mientras las madres están en una habitación con un hombre dejan a los niños en la plaza.

A este lugar de vez en cuando se acercan religiosas y también evangélicos a leerles la palabra de Dios. “Pero ya no vienen como antes. Tampoco lo hace la gente de los ministerios que nos traían condones y nos invitaban a hacernos los exámenes de rutina. Yo, por ejemplo, lo hago por mi cuenta. Todos los meses voy a Sanidad y tengo mi carnet”, relató la mujer.

Sobre este tema no hay cifras ni estadísticas. De las trabajadoras sexuales nadie habla a menos que ocurra un hecho violento que las relacione.

Para 2013 algunas estaban afiliadas a la asociación civil Ambar, organización que ha realizado varias investigaciones sobre embarazo precoz, prostitución infantil y explotación sexual en Caracas. En ese momento se contabilizaban cerca de 531.000 trabajadoras sexuales en el ámbito nacional. Para entonces se manejaba un subregistro de 70%, principalmente de menores de edad.

La misma organización admite que hoy proliferan más y abarcan más zonas. Se les ve por las avenidas Lecuna, Andrés Bello, en Catia, Sabana Grande, Chacaíto y plaza Caracas y en grupos de cinco a 15 muchachitas entre los 14 y 16 años.

Lo crítico de la situación es que muchas tienen poco conocimiento -o ninguno- sobre las enfermedades de transmisión sexual, ni siquiera del VIH. Tampoco saben cómo prevenir estas enfermedades.

Fotos: Cheché Díaz


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