Desde que tiene uso de razón trabaja del lado de los menos favorecidos. Comenzó con la catequesis en Antímano y de ahí saltó a las comunidades, donde se metió de lleno procurando una mejor calidad para sus habitantes.

Caracas. Patear calle. Dos palabras que conocen al pelo los comunicadores sociales, pero que en la boca de Evelyn Martínez suena común, debido a que definieron su rutina juvenil por las barriadas caraqueñas. Patear calle, para lograr una mejor calidad de vida.

Se inició en este campo con los grupos de jóvenes de la iglesia de Antímano. “De ahí me viene la sangre para servir a las comunidades, pues desde la catequesis experimentamos muchas cosas. Cuando se inician las crisis en el país, me veo obligada a inmiscuirme en el tema político, pero sin participar en ningún partido. Lo hice para ser la voz de los que no eran escuchados, me quise convertir en el portavoz de sus penurias”.

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Cuando el terremoto de Cumaná, en 1997, Martínez se sumó a la organización Amisucre, creada por un grupo de médicos voluntarios. “Ellos hacían jornadas en los barrios. Me uní y creamos una red desde Caracas. Aprendimos desde las coincidencias, pues no todas las comunidades tienen los mismos problemas. Entonces hicimos alianzas con otras organizaciones como Senos Ayuda”.

Luego, en la red, iniciaron un proyecto comunitario y se empezaron a formar en periodismo, en cómo armar una noticia, a conocer la conformación de los consejos. La red tomó cuerpo y la llamaron Radar de los Barrios. Actualmente, ella es la coordinadora.

Al principio me dio susto, pues mi epicentro estaba en Antímano, y ahora se trataba de cubrir los problemas de varias comunidades. Pero fuimos saliendo al paso y en la medida que avanzó, creamos las jornadas de salud y las ollas solidarias.

Evelyn en una entrega de juguetes en el sector La Pedrera en Antímano.

El año pasado la gente de la Red —unas 70 personas— hicieron seis jornadas de salud. Este año solo han podido armar dos.

No es fácil porque no hay medicinas. Y no se puede ir a los barrios, llevar médicos y que ellos no tengan los tratamientos para los vecinos.

Con las ollas solidarias también tienen algunos traspiés. “Ya la gente no es tan solidaria, no hay comida en sus casas, menos para otros. Además en las comunidades muchas veces no hay agua y sin ese insumo es imposible hacer la comida”.

Evelyn tiene dos hijos de 14 y 19 años. La mayor estudia Comunicación Social y la ayuda con los talleres, y el menor colabora con los quehaceres del hogar.

Con todas las actividades de la red, muy poco tiempo le queda para lo personal. Pero, dijo, “asumo todos los compromisos con entusiasmo”.

En labores periodísticas en el barrio Bicentenario.

También le echa una mano a la Fundación Especialmente Amigos, con sede en Antímano y que trabaja en pro de los niños con síndrome de Down.

En su barrio todos la conocen. Aún así, a veces siente miedo por el alcance que tiene ser un líder comunitario. Durante la última campaña electoral, su casa amaneció llena de pintas en contra de la oposición. “No obstante, decidí seguir en la lucha, porque esto se trata de dejarle un futuro a mis hijos”.

Fotos: cortesía Evelyn Martínez


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