La falta de comida recrudece violencia contra supermercados, abastos y camiones

Según el Observatorio de Conflictividad Social, entre enero y abril se registraron 166 saqueos o intentos de saqueos, 56% más que el pasado año.

Mabel Sarmiento/Mayela Armas

@mabelsarmiento/@mayearmas

Caracas. “El día que me llegó la pasta, que ni siquiera era regulada, la gente se alborotó porque no alcanzó para todos los que estaban en la cola. Me empujaron y me ofrecieron unos tiros. Uno les dice que miren dentro del local para que vean con sus propios ojos que no hay nada y no entienden”, cuenta Marycarmen Ruiz, encargada de un local dentro del mercado municipal de Coche y quien ha sido víctima en varias ocasiones de las ataques de las personas cuando los alimentos se le acaban.  

Cada día la violencia en las colas de los supermercados, mercados municipales y abastos para comprar los productos de primera necesidad es más fuerte. Ya no sólo se escuchan insultos y se ven empujones. Por la desesperación que genera el hecho de no saber si llegan o alcanzan los productos, los vendedores son golpeados y amenazados de muerte.

Pero no solo hay agresiones a los comerciantes, la violencia ha llegado a saqueos o intentos de saqueos a los establecimientos y camiones, que entre enero y abril sumaron 166, según las cifras del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), 56% más que en el mismo lapso de 2015. De hecho, 81% de los saqueos se han registrado a las unidades de transporte en diversas partes del país.

Marco Ponce, director del OVCS, detalla que hay casos de saqueos que  han sido espontáneos, pero otros han sido organizados. “El saqueo es una protesta violenta, pero esa no es la forma y se rechaza”.

De acuerdo con la información de la organización, las mayores acciones violentas se han reportado en la Región Capital así como en los estados Anzoátegui, Bolívar y Zulia. Ponce agrega que “en el interior del país la protesta es mayor porque la situación es más crítica”.

Y en las últimas tres semanas el aumento de la violencia ha sido sostenido.

Marycarmen no ha sido la única afectada cuando llega mercancía al mercado de Coche, ubicado en el sur de la capital. Antonio Delgado, que tiene un puesto de venta de víveres, también ha sido atacado.

El día que Antonio tuvo pasta y salsa de tomate, dos de los tantos artículos que cuesta conseguir, por poco su puesto no lo saquean. Al mediodía se le acabaron los productos, pero las personas que quedaban en la fila se molestaron y empezaron a agredir al vendedor, querían meterse en el puesto. Tras la violencia que se generó, la Guardia Nacional intervino.

“La gente se volvió loca cuando todo se acabó, pero es que llegan pocos artículos y no podemos atenderlos a todos”, relata Antonio.

El director del OVCS señala que “la crisis económica está aumentando la conflictividad social. Las personas pierden la paciencia y ahora es más porque hay una crisis de alimentos”.

Para Jorge Díaz-Polanco, sociólogo y profesor universitario, “la gente que no tiene ingresos suficientes y lucha por la supervivencia. Lucha por lo que existe, porque hay poco y el Estado no da respuesta”.

La crisis prolongada

La economía atraviesa una prolongada crisis que se evidencia en una alta inflación y una escasez de comida, medicamentos, pañales, papel higiénico, champú y jabón. Pero los problemas no sólo obedecen a la caída de los precios del petróleo como insiste el Gobierno, en gran medida responden al modelo de controles que ha recortado los dólares a las empresas para adquirir materia prima y que además obliga a vender productos por debajo de lo que cuesta elaborarlos y por lo que cada vez se fabrican menos.  

Al caer la oferta nacional e importada, la disponibilidad de artículos es menor. Según Datanálisis, el desabastecimiento de rubros regulados en Caracas es 82,8%. 

En alimentos la escasez se vislumbra más fuerte. La Cámara Venezolana de la Industrias de Alimentos (Cavidea) informó que en abril la producción cayó 21,8% y detalló que por la falta de insumos se interrumpió la elaboración de: aceites, arroz, avena, galletas, harina de trigo, leche en polvo, mayonesa, refrescos, salsa de tomate, pan de molde, alimentos congelados, salsa para pastas, bebidas en polvo, cerveza y malta. Y está en riesgo la fabricación de harina de maíz precocida.

Fuentes del sector privado detallan que por la disminución de la producción, la distribución de artículos a los supermercados bajó 27% en los últimos dos meses. Por ello, la severa ausencia en los anaqueles de los rubros con más demanda.

Ponce apunta que “desde enero del pasado año se ve con preocupación el aumento de las protestas por la comida”.

No llega nada

En locales de El Valle y la avenida Baralt la gente hace horas de cola. Las encargadas de dos comercios en esas zonas que pidieron mantener su nombre en reserva cuentan que pasan días sin que llegue nada de lo que la gente más busca como arroz, pasta, harina de maíz o aceite.

Analistas señalan que hace un año los venezolanos pasaban horas de colas y conseguían comida o algún producto de higiene personal, hoy eso no sucede.  

Antes las personas hacían horas de cola y conseguían un producto, hoy no garantía
Antes las personas hacían horas de cola y conseguían un producto, hoy no garantía

Las vendedoras consultadas relatan que cuando aparecen harina de maíz precocida, arroz, pasta, papel higiénico, jabón o pañales tienen que pedir ayuda a los efectivos militares. Son pocos artículos y cuando se acaban, aquellos que quedan en las colas se alteran.

Jessica Gómez es vendedora de una tienda de ropa que busca pañales y leche para su hija de dos años y ya pasó un susto en una cadena de farmacia. “Los pañales se acabaron y las personas se amotinaron. Querían entrar a la fuerza. Casi me tumban y tuve que salir corriendo de ahí”.

El local al que acudió Jessica está ubicado cerca de la plaza Bolívar en el centro de Caracas. Ese día la gente se alborotó cuando se agotaron los productos. Llegó la Guardia Nacional para dispersar, pero al rato se volvió a hacer la cola, porque apareció un camión con jabón. En ese momento intervinieron los Tupamaros. Miguel, quien no quiso dar su apellido, es uno de ellos y dice que se encarga de “organizar” la cola junto con los efectivos. Apunta que tratan de “poner orden”.

Lo sucedido en ese comercio se repite en otros. En una perfumería en Coche las cajeras sufren cuando llega jabón o papel higiénico. Ni siquiera con la Guardia Nacional custodiando las instalaciones se salvan de las agresiones e insultos. “A veces prefiero que no llegue nada. Las personas quieren meterse a los depósitos para verificar que no hay mercancía guardada”, dice una vendedora.

En varios establecimientos de Caracas hay comerciantes que decidieron no recibir mercancía regulada para evitar los destrozos. Ya más de una vidriera y mostrador han sido víctimas de los ataques de la gente desesperada.

Por ejemplo, en el mercado de Coche los administradores mantienen cerrado uno de los accesos. Permanentemente tienen equipos antimotines custodiando tanto en la parte interna como externa.

“Cuando la cola se pone fea, es decir, con muchos gritos y empujones, uno no puede trabajar. Es un día de pérdida. A la gente no le importa destrozar la mercancía. Aquí está la GN pero incluso ellos se llevan sus empujones. He visto que les escupen las caras. La semana pasada hubo intentos de saqueos a cada rato”, cuenta José Villamizar, encargado de un puesto.

El sociólogo añade que “la violencia tenderá a aumentar. Si no se proporcionan los alimentos puede pasar cualquier cosa”.

La gente se desespera. Johana Rojas es una empleada pública que habita en La Pastora y llegó a la 1:00 am a realizar la cola frente a un comercio en la Avenida Baralt. “Estoy preocupada no consigo harina de maíz ni arroz. Y además no he recibido la bolsa de comida que ofrecen los consejos comunales”.

En ese local donde estaba Johana las personas esperaban por el camión que traería los productos que al final no apareció. Belén González, enfermera de Catia, estaba en la misma cola y asegura que “esto está cada día peor”.

No consigue comida para su familia. “Mis nietos necesitan leche y no hay. El Gobierno promete una bolsa de comida que no llega”.

El Gobierno decidió dar el poder de la distribución de productos a los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) y esas instancias entre otras atribuciones entregan bolsas de comida, que hasta ahora han sido una lotería.

En varias comunidades, el poder popular reparte las bolsas como les da la gana. En algunas zonas las bolsas se ofrecen cada tres semanas, pero tienen menos artículos de los prometidos; en unas parroquias los consejos comunales cobran por las planillas y en otras aún esperan por los productos.

Fotos: Cheché Díaz


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