Se instruyen en la UPEL y desde ya tienen herramientas para hacer diagnóstico en los barrios y colegios; y así brindar herramientas para evitar el consumo de sustancias ilícitas y de alcohol en la población infantil.

Caracas. Todo lo que se haga en pro de la infancia y la adolescencia, así sea repetido, es ganancia. Bajo ese principio —desde hace 40 años—, el profesor Hernán Matute Brouzés, quien además es fundador y coordinador general de la Cátedra Libre Antidrogas (Cliad), forma docentes para que sean multiplicadores de la prevención frente al flagelo de las drogas y el alcohol.

Desde el 2003 hasta la fecha ha promovido la realización de 21 semestres —dos por año— para crear Preventólogos y Asesores Comunitarios. Unos cursos donde se forma un voluntariado masivo de aproximadamente 100 estudiantes, cursantes de los últimos años de la carrera de Docentes de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL).

La idea, según Brouzés, es que desde las aulas de clase contribuyan a garantizar la vida, salud, seguridad, sueños y futuro de nuestros niños, adolescentes y jóvenes.

“Cualquier persona puede tener habilidad para ayudar a un muchacho que esté en riesgo, pero considero que la carrera docente brinda herramientas didácticas, metodológicas y pedagógicas, que le dan valor agregado y optimizan las acciones preventivas. Por eso mi esfuerzo en la continuidad de estos semestres”, comentó.

El contingente que está entrenándose en estos momentos —y se gradúa en marzo próximo— iniciará el trabajo de calle a partir del 15 de enero. Abordarán escuelas, comunidades, centros religiosos, albergues, plazas y todos aquellos lugares que se identifican como vulnerables.

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Claro está, la tarea no va sola. Trabajan de la mano de la Cliad y cuentan con una docena de expertos en Prevención de las Adicciones, así como con el apoyo y participación de una red de instituciones como Alcohólicos y Narcóticos Anónimos que brindan el aporte testimonial a esta labor; la cual, como dijo Brouzés, no te llena los bolsillos de plata, pero sí de satisfacción.

“Sabemos que el trabajo del voluntariado es difícil, precisamente porque la gente no ve ganancias monetarias. Muchos dejan esto en el camino, pero hay una masa de gente formada que lo hace convencida de que sí se puede lograr un cambio en ese niño o joven amenazado por las drogas y el alcohol”, sostuvo.

La acción de estos preventólogos y asesores comunitarios no tiene fecha ni hora en el calendario. Tampoco discrimina las zonas o rangos sociales.

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“Seguramente nos vamos a encontrar con madres que no quieren que les hablen a sus hijos de las drogas, porque apenas tienen 7 u 8 años. Pero nosotros, por ejemplo, en la carretera vieja Caracas-La Guaria, en La Vega o en la Cota 905 hemos encontrado casos de niños que conocen esas sustancias, e incluso nos hemos topado con pequeños que embolsan y etiquetan con nombres la droga que sus papás van a vender. Y para abordar esos casos se necesitan herramientas didácticas que, estoy convencido, las están adquiriendo estos docentes”, arguyó.

Una vez los preventólogos abordan la comunidad y logran hacer campañas educativas, entregan los lazos azules y colocan la bandera de la Cátedra Libre Antidrogas, como un símbolo del cambio en la zona, y en donde se hizo un decreto: ¡Sí a la vida! ¡Cero drogas!

La Cliad ya tiene 50.000 lazos azules que llevaran a los colegios capitalinos y un convenio en puertas con la Universidad Alejandro Humboldt, cuyos estudiantes se sumarán al contingente de voluntariado.

Foto: cortesía de la Cátedra


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