“Hago cola todos los días sin saber qué voy a comprar”

Daysi Escalona es ama de casa y sale todos los días con sus dos chamos a buscar comida lo más barata posible. Su marido es montacarguista y es la única entrada de dinero en su hogar.

Caracas. Daysi Escalona tiene 46 años de edad y vive en la Cota 905. Sale de su casa todos los jueves a eso de las 5:00 a.m. Es ama de casa y tiene tres hijos. Una hija mayor de 23 años que ya no vive con ella, otra de 15 y uno pequeño de 3 años. A los dos últimos no los deja solos en la casa “por la inseguridad que se apoderó de la Cota 905″.

La razón por la que sale tan temprano los jueves es porque ese día le toca comprar comida o algún producto a precio regulado según el terminal de su número de cédula (6-7). Esa mañana antes de ir a hacer cola en el Central Madeirense de El Paraíso, tuvo que ir con sus dos chamos a llevar a su sobrino de 12 años al médico, ya que su hermana no podía porque tenía que trabajar.

“Fui al Centro de Diagnóstico Integral (CDI) que está cercano a El Pinar. Pensé que me iba a tardar más, pero salimos rápido”, dijo. A las 10:00 a.m. de ese día estaba sentada en una gavera roja mientras cargaba a Yeiferson, su hijo de tres años de edad que dormía en sus brazos en plena acera de la avenida Baralt.

Su marido es el único sostén económico de una casa con cuatro miembros. “Mi esposo trabaja como montacarguista. Él me da el dinero y yo salgo a ver qué consigo de comer para llevar a la casa”, relató.

Cuando llegó al Central Madeirense de El Paraíso ya era muy tarde para hacer la cola. “Había demasiada gente, mucho desorden y me daba miedo quedarme ahí con mis hijos y mi sobrino”, contó.

Colas en Av Baralt / Foto Cheché Diaz
La gente va preparada con sillas y paraguas para hacer su cola.

Luego de intentar hacer la cola en El Paraíso, agarró una camionetica que la dejó en Capitolio para bajarse en el Día a Día ubicado a pocos metros del Centro Comercial Metrocenter, al llegar al lugar vio que estaba cerrado y el Farmatodo que está al lado, vendió temprano los pocos pañales que le quedaban, según le dijo el vigilante de ese local.

Hasta ese momento ya había gastado 205 bolos en los pasajes para buscar un local donde hacer la cola. Ahí en Capitolio agarró otro autobús para subir toda la avenida Baralt hasta la esquina el Guanábano. “Comencé a caminar la Baralt pero de bajada, porque mi hijo está dormido desde hace rato. Hago la cola pero sin saber que voy a comprar porque no ha llegado el camión”, aseveró.

Escalona, al igual que las más de 50 personas que hacían la cola con ella, no tenían idea de si iba a llegar el camión. Y si llegaba tampoco sabía si tendrían suerte y la mercancía que llegara la venderían ese día.

“Mi hija no puede comprar porque es menor de edad, pero siempre hace la cola conmigo. Hace poco no le pidieron la cédula y le vendieron un paquete de pañales que nos sirve para Yeiferson”, relató.

Escalona no tiene un empleo, es ama de casa. Todos los días, así no le toque comprar por su número de cédula, sale con sus muchachos a la calle a ver qué puede conseguir de comida. “Eso sí: lo más barato posible, porque la masa no está para bollo”, dijo entre risas.

Comentó que siempre intenta no llegar tarde a su casa, porque caminar de noche por el barrio es muy peligroso. “Se escuchan los tiros. Siempre trato de estar en la casa antes de las 6:00 p.m. de noche eso es muy feo”, aseguró.

Fotos: Cheché Díaz.


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