“ He intentado suicidarme, ya no puedo con esta enfermedad ”

Salud

Hace seis años a Víctor Hernández le diagnosticaron insuficiencia renal y ahora vive atado a una máquina de diálisis y esperando por una donación.

Mabel Sarmiento Garmendia / @mabelsarmiento

Caracas. Víctor Hernández, de 40 años de edad, llegó a eso del mediodía a la unidad de Hemodiálisis del hospital Clínico Universitario arrastrando los pies. “Ya no puedo más con esta enfermedad”, se le escuchó decir mientras colocaba un mantel quirúrgico en el sillón donde durante tres horas recibiría la diálisis.

Hace seis años le diagnosticaron insuficiencia renal y desde entonces su vida cambió por completo, y no por el régimen alimenticio y de salud que le dijeron los médicos debe cumplir rigurosamente, sino porque a raíz de la enfermedad su esposa y sus tres hijos lo abandonaron.

“Ha sido duro. Allá en Barlovento trabajaba la tierra y en la construcción con mi papá. Me vine a Caracas y hacía algunas veces de albañil  y otras de buhoneros, pero siempre me rebuscaba. Luego no pude llevar más dinero a la casa y me  quedé solo”.

Tres veces a la semana le colocan las diálisis, mientras le llega una oportunidad para un trasplante, aunque las esperanzas de Víctor son casi nulas. Se siente con las defensas bajas.

“La doctora me dice que aguante, pero ya no doy más. Todas las partes donde me pueden tomar las vías de acceso colapsaron y la que tengo en el abdomen es la última, si se contamina se acaba todo. Me siento mal. No se imaginan, estoy adelgazando mucho y me estoy poniendo más negro. Cumplo con el tratamiento que gracias a Dios me lo dan aquí. Pero no me alimento, no tengo plata. Hoy me vine sin comer y esto es fuerte. Los choferes de Barlovento no me quieren dar más la cola y no puedo faltar a las terapias”, relató.

William Mujica, coordinador del área de Hemodiálisis del Clínico Universitario (existen en el país cerca de 140 unidades de este tipo), explicó que el Seguro Social envía los medicamentos, pero que no alcanzan para la demanda que tiene de pacientes propios y referidos de otros centros hospitalarios.

Cifras del mismo Seguro Social dan cuenta de que hay 14 mil pacientes con ese padecimiento, y ante esta situación no hay cama pa’ tanta gente.

Mujica cuenta con 12 máquinas para dializar, pero solo ocho están funcionando, lo que reduce la oferta de atención. De hecho hay casos, según indicó, a los que no les colocan el tratamiento tres veces sino dos, lo que a la larga acelera el colapso renal.

Las sesiones privadas cuestan un ojo de la cara. Al día hay que tener como mínimo cinco mil bolívares. En el caso del Clínico, el doctor aseguró que no pagan nada. Aún así al Estado le cuesta cada paciente entre 40 y 50 mil bolívares.

Víctor es uno de los 24 que acuden lunes, miércoles y viernes. Para recibir el beneficio se queda en una pensión por la Plaza Miranda, donde paga 100 bolívares por noche. “Es feo, las sábanas son sucias y es un riesgo para mí, pues me puedo contaminar. Los baños son comunes y hay gente muy extraña. Para llegar aquí me vengo a pie, despacio y parándome cada vez que puedo”.

Camina casi tres kilómetros y cuando llega al hospital espera el ascensor que lo lleva al piso 12.

“Estas unidades no deben estar en pisos altos, porque son pacientes críticos”, refirió el doctor Mujica además se quejó por la falta de un buen aire acondicionado, para mantener aclimatados los equipos.

Cuando ya faltaban 15 minutos para que la enfermera llegara para encender la máquina, a Víctor se le salen las lágrimas y dice “me quiero curar para volver a estar con mis hijos”.

Pero como dijo Víctor su vida depende de la donación. Él forma parte de una lista de espera de órganos (hígado, corazón, cornea, riñón) cercana a las cuatro mil personas. Un informe del ministerio de Salud con datos hasta el 20 de julio de 2014 indica que la tasa se ubicó en 1,7 donantes por cada millón de habitantes, cifra inferior a la lograda en 2013 que fue de 3,8 donantes por cada millón de habitantes. Esos números reportan que de 230 donaciones en 2013, la procura de órganos  bajó a 36, durante los primeros 8 meses de 2014.


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