Los hombres ven en la prostitución un buen negocio

Por los alrededores de Plaza Venezuela hay un grupo de ocho chicos que se dedican al trabajo sexual. Entre sus clientes están los gays, mujeres y hasta parejas de ambos sexos.

Caracas. “Con un sueldo mínimo no podía vivir. Eso dura menos de una semana. Por eso trabajo en la calle ofreciendo mi cuerpo. Por lo menos lo que gano al día me da para pagar la habitación del hotel que me cuesta Bs. 1.800, el odontólogo, el gimnasio, las comidas y para mis cuestiones personales”.

Taylor Sebastián Durán —nombre de oficio— es uno de los ocho hombres que se dedican al trabajo sexual por los alrededores de Plaza Venezuela.

A sus 20 años tiene antigüedad en el campo. “Son cinco años en la calle y ahora quiero ofrecerme en sitio web como Latin Chicos. Porque uno corre mucho peligro, tanto por los abusos policiales, como por los ladrones. Nos golpean y nos roban. Esto es muy peligroso y ya no es lo mismo que antes. Además hay mucha competencia”, dijo Taylor, con una voz grave que contrastaba con su 1.72 de estatura. Su figura morena y delgada destaca bajo la luz ambarina de los postes.

A eso de las 6 p. m., comienza su rutina diaria por los alrededores de Plaza Venezuela, a la altura del banco Mercantil de la avenida Solano, o detrás del edificio de La Previsora.

“Me paro y comienzo a posar para captar clientela. Eso lo hago de 6 a 8 p. m. En esa cuadra hay hombres desde los 18 hasta los 27 años de edad. Algunos son de Caracas y otros de Maracaibo. Muchos hacen esto de prostituirse por necesidad, y para llevarle dinero a sus familias”, explicó.

Taylor contó que hay muchachos de buen físico, con buenos glúteos, con cuerpos bien formados y hasta con preparación académica. De allí que la competencia es un tanto dura, y para mantenerse dijo que invierten no solo en su cuerpo, sino en ropa moderna.

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En la avenida hay hombres desde 18 hasta 27 años

“Gasto cuatro veces más en ropa de lo que gano en un día. A veces salgo con camisa manga larga, otras veces en mono y con zapatos deportivos y en ocasiones semidesnudo. Pero eso depende del día”, relató.

Los días buenos son los viernes y sábados. El servicio más solicitado: sexo oral. La tarifa no baja de los Bs. 1.500. “Pero también hay casos en que el cliente pide de todo y se va sin pagar. Eso suele pasar. Imagínate cómo queda uno”.

Las personas que buscan los servicios de hombres como Taylor son, en su mayoría, del género masculino. No obstante, también se les acercan mujeres de cualquier edad y hasta parejas que quieren satisfacer algún deseo reprimido. En ocasiones hay drogas y alcohol de por medio, “y por eso uno debe fijarse muy bien a qué carro se sube”.

“Todo es un riesgo. Nosotros siempre les decimos el hotel [uno que está por El Rosal] y les exigimos el uso de condones. Hay quienes quieren pagar Bs. 20.000 por un servicio sin preservativo, pero yo digo que por esa cantidad no me busco la muerte”, sentenció.

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De El Valle a la calle

Taylor se crió en la parroquia El Valle, municipio Libertador. Es el mayor de tres hermanos y hasta los momentos, contó, no se ha sentido rechazado por su ocupación. “A mi mamá no le he dicho que me prostituyo, aunque lo sospecha. Pero está tranquila”.

Es bachiller y realizó cursos de Asistente Administrativo y Mercadeo y Publicidad: “No obstante, por la economía del país y ganando un sueldo mínimo, eso no me daba para vivir, sino para sobrevivir”.

Ahora, piensa en promocionarse en la web y continuar ofreciendo sus servicios en los avisos clasificados. Para la primera opción debe tener al contado Bs. 50.000, que cubre la cuota de inscripción en la página, serie de fotos y la firma del contrato. Eso es más o menos lo que se redondea en una semana y, para la segunda, debe comprarse un celular. “El que tenía me lo robaron hace poco”.

“Quiero trabajar desde ese nivel. Un poco más VIP. Dejar la calle, pues aquí uno tiene un pie en la cárcel o en el cementerio, en el mismo hotel”, expresó Taylor, quien además le confesó a su pareja —hace cuatro días— que se dedica a la prostitución. “También trabaja de noche y no se había dado cuenta, gracias a Dios está enfrentándolo con calma”.

Foto: Cristian Hernández


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