Hace tres años Salomé Cabrera, educadora egresada del Pedagógico , se ideó un proyecto de aula con el cual busca bajar la conflictividad, incentivar la participación y fomentar el liderazgo. Su proyecto ya comenzó en la parroquia La Vega

Mabel Sarmiento Garmendia/@mabelsarmiento

Caracas. Lograr entenderse, aceptar al otro, saber comunicarse y dar chance al de atrás. Nada de eso es fácil, aunque parezca difícil creer los niños son los que menos usan y desarrollan estas cualidades porque no las conocen, pues no se las enseñan y, quizás, no hay modelos positivos en sus casas, escuelas o comunidades.

En ese punto es que nace el proyecto Juegos por la paz, originario de la educadora Salomé Cabrera, quien hace tres años se planteó un reto y comenzó a idear formas de comunicación  y de inclusión a través del juego, pero no del tradicional, sino más bien de prácticas lúdicas que invitan a la participación de las mayorías.

La idea, según contó Cabrera quien trabaja con niños con cualidades especiales, era traspasar las barreras de las aulas y hacer de los educandos seres participativos, líderes, tolerantes y comunicativos.

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Niños de todas las edades pueden participar en estos entretenimientos

Cómo lo logró

Juegos por la paz es un emprendimiento que está germinando en las aulas de una escuela La Vega, una parroquia donde hay altos niveles de violencia y conflictividad.

Es un trabajo de hormiga, pero por algo se empieza. La docente se ingenió hacer en grande juegos como ludo, la vieja, sopa de letras, con el propósito de incluir por lo menos a 20 personas.

“Como educadora sentí la necesidad de ampliar la oferta de los temas que en el aula se desarrollan. No soy diseñadora gráfica, pero me propuse hacer de los juegos algo con valor, con creatividad y que permitieran la participación y la resolución de conflicto. Básicamente es la adaptación de los juegos tradicionales, pero en donde la clave es la amplia participación. Por ejemplo con el ludo en vez de cuatro personas se incorporan 20. Todos a la vez montados en un tablero hecho en una lona de dos metros y medio de ancho”.

El objetivo, explicó, es que los niños dejen sus diferencias a un lado y se suban al tablero y trabajen en equipo. Esta propuesta ya se empezó a aplicar en la escuela Josefa Gómez Delfino, en donde “compraron” la idea de la docente graduada en el Pedagógico de Caracas. Por los momentos se aplica en toda la etapa primaria.

Cabrera es especialista en enseñanza especial y en temas de la diversidad enfocada en la valoración hacia el otro. “Nos hemos dado cuenta que cuando los niños juegan en grupo se miran a los ojos y no en el reflejo de la pantalla de los juegos electrónicos. No digo que eso sea malo, pues con estos aparatos obtienen otras destrezas, sino que con las prácticas en el campo se compenetran más, llegan a entenderse y a superar las diferencias. Además se hacen personas más grupales y aprenden a resolver los conflictos en comunidad”.

En otros colegios esta técnica se lleva, pero a través de los talleres. También en comunidades de Baruta y Chacao se han hecho juegos públicos actividades.

“Los educadores debemos poner un granito de arena para ampliar la formación, no quedarnos en las paredes del salón, ver cuáles son las necesidades de los niños y con los juegos llevarles el conocimiento. Esto incluso puede ser aplicado en el bachillerato, pues mi propuesta de la sopa de letras tiene contenido en matemática y castellano que es adaptable a ese nivel”.

Juegos por la paz también está siendo aprovechado en las fiestas infantiles. “Hay mamás que preocupadas porque sus hijos pasan más tiempo frente a la computadora o delante de los juegos, me invitan a sus eventos, pues han visto que con estas técnicas se aprende, se divierten y lo más importantes es que respetan al otro”, dijo.

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En comunidades de Baruta y Chacao se han hecho juegos púbicos

Para seguir los pasos de este emprendimiento Cabrea puso a disposición su cuenta en Facebook y @juegosporlapaz en tiwtter e instagram.


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