El único Instituto que no había sido víctima del hampa en la UCV era el de Inmunología. Este domingo 4 se unió a la lista. Pero la inseguridad también se afinca con los estudiantes dentro de los salones.
Caracas. “La autonomía la disfrutan los ladrones, no los estudiantes, ni la comunidad universitaria. Aquí entra el que le da la gana, hace lo que quiere y el personal de seguridad no hace mucho, en parte por las limitaciones en sus implementos para trabajar”, dijo Luisa González.
El hampa, la inseguridad y el miedo toman cada vez más los espacios de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Estudiantes, profesores, obreros, trabajadores y visitantes intentan frecuentar cada vez menos el campus que ahora definen como zona roja.
“Hasta dentro de la universidad tenemos miedo. Hemos escuchado de robos en salones, en pasillos de las facultades, en los estacionamientos. Cada vez es peor”, relató Daniel Barboza, estudiante de Derecho.
Dijo que aunque él no ha sido víctima, procura llevar solo lo necesario. “Hay clases en las que necesito la laptop y la traigo con miedo. Cuando camino por la UCV procuro no sacar el celular, uno no sabe quién está pendiente de las cosas de uno”, detalló.
Oriana Rivas, estudiante del tercer año de Medicina dijo que cuando deben caminar de un laboratorio a otro procuran trasladarse en grupo. “Es horrible esa sensación porque uno viene a estudiar, y nos atracan en donde menos te lo imaginas”, expresó.
Aunque no hay cifras oficiales, el Movimiento Estudiantil a través de sus redes sociales ha informado que ha habido hasta 100 robos en una sola semana.
En las mañanas es muy frecuente ver el paso de los estudiantes. Pero en las tarde y, principalmente en las noches, no es común verlos en los jardines o estudiando en los pasillos. Andan en grupos, con pasos apurados y procuran estar en zonas iluminadas y cerca de las entradas y salidas.
Por los estacionamientos, aseguraron, es muy poca la vigilancia que observan y, por tanto, prenden o aparcan los carros con rapidez. “Antes hablaba con los compañeros, esperaba incluso que arrancaran y me quedaba arreglando algo en la maleta. Ahora ni pensarlo, unos minutos aquí es mucho peligro”, narró un estudiante de Medicina.
Los ladrones no solo atracan en espacios abiertos, como “Tierra de Nadie” o los pasillos. Ahora se las ingenian para ingresar a los laboratorios y hurtar los pocos aparatos con los que funcionan. Hace un mes ocurrió en el Instituto de Medicina Tropical, ahora fue el edificio que está al lado, el de Inmunología.
Este es un Centro Nacional de Referencia de Inmunología Clínica y además es colaborador en esa especialidad ante la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ahí, luego del robo los trabajadores se sienten expuestos a que vuelva a ocurrir algo parecido.
“Fueron dos sujetos que amarraron al vigilante, le quitaron el manojo de llave y entraron como ‘Pedro por su casa’. Por donde iban pasando arrancaron las cámaras de seguridad, pero igual quedaron grabados”, informó González trabajadora del módulo dos del Instituto de Inmunología.
La computadora de la recepción, el video beam del auditorio y cuatro equipos de computación entre CPU y monitores del laboratorio de Biología Molecular, figuran entre los objetos hurtados.
“El departamento de seguridad nos ofreció toda su ayuda, dentro de sus limitaciones. No tienen ni una linterna, cuentan con dos motos para patrullar toda la Ciudad Universitaria y no usan armas. ¿Así cómo van a contrarrestar la violencia?”, reflexionó.
El laboratorio está cerrado temporalmente. Ahí veían clases estudiantes de postgrado, pero no se sabe cuándo puedan volver a las prácticas. Los trabajadores y estudiantes señalaron que recuperar los aparatos perdidos es difícil, debido a los altos precios.
Fotos: Angeliana Escalona.
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