La crisis de los servicios no discrimina fronteras en Venezuela. En Choroní, el transporte desde y hasta Maracay es cada día más escaso, mientras que las idas de luz y la falta de gas son constantes en un lugar que, por su lejanía, a veces pasa inadvertido. Esto —aunado a la crisis económica— ha alejado a turistas y desmejorado la calidad de vida de sus habitantes, a tal punto de que hasta actividades como el trueque se han vuelto comunes.

Caracas. La parte más interesante del viaje a Choroní ahora forma parte del recuerdo de quienes solían ir a este pueblo turístico de la costa aragueña. Atrás quedaron los días en los que la diversión de dicha travesía empezaba al montarse en una de las “guaguas” para recorrer las diversas curvas que atraviesan parte del Parque Nacional Henri Pittier y que hoy solo viven en la memoria de propios y extraños; de habitantes y turistas. Es el fiel reflejo de una crisis que arropa y afecta a cada comunidad del país e incide en su día día.

Yuraima Brazón es una comerciante de 53 años cuya vida ha estado completamente ligada a Choroní. Desde los 15 años se encarga de atender un pequeño local de ropa playera cercano a Puerto Colombia. Lamenta que, con el pasar de los años, la cantidad de personas que visitan su pueblo haya disminuido; el factor económico es el que más influye junto con el traslado.

Antes ese terminal tenía muchos autobuses, rara vez la gente venía para acá en taxis a menos que trajeran mucho equipaje. Ahora si acaso sube una unidad y claro, eso nos afecta a nosotros. Ya no vendemos como antes, señaló.

Al respecto, Alfredo Peñaloza -quien se dedica a hacer carreras de taxi desde Maracay a Choroní- mencionó que diariamente trabajan entre uno y dos autobuses en dicha ruta y que “si no se llenan [de pasajeros], no salen. Por eso a veces hay días, como los domingos, en los que no sale ninguno pues no hay suficientes pasajeros para ir a Maracay”, indicó Peñaloza.

Es por ello que muchos usuarios, bien sea turistas o habitantes de la zona, optan por desplazarse en taxis. Una carrera de Maracay a Choroní cuesta entre 20.000 y 30.000 bolívares soberanos y comúnmente es pagada por puestos. Es decir, en un carro de cuatro puestos cada pasajero debe desembolsillar entre Bs. S. 5000 y 7500 mientras que en autobús el costo del pasaje oscila entre 800 y 1000 bolívares “dependiendo del día y la cantidad de gente que haya”, como refiere un ciudadano que frecuenta el terminal de Choroní.

Tanto ir como salir de Choroní supone un viacrucis para quienes deben viajar constantemente. Aquí hay gente que está desde las 5 de la mañana esperando autobuses. Fácilmente pueden ser las 3 de la tarde y uno todavía estar esperando en el terminal de Maracay, informó Soraya Sandoval, secretaria que vive en la ciudad jardín pero viaja cada dos semanas al pueblo donde fue criada para visitar a sus padres.

Otros usuarios dispuestos en dicho terminal se quejaron pues a otros poblados distantes, como Ocumare de la Costa, sí “van y vienen” unidades. Fácilmente, un autobús de Ocumare puede estar dos horas ahí vacío esperando pasajeros, mientras que la cola para Choroní da para llenar dos unidades, subraya Sandoval.

Las fallas en servicios como la electricidad y el gas también son una constante en este pueblo costeño del estado Aragua. Al menos tres veces por semana sufren cortes eléctricos, según pobladores, y se prolongan por bastante tiempo. Debido a esto, algunos comercios pueden pasar hasta un día completo sin vender ya que no es posible utilizar los puntos de venta y el efectivo es escaso.

Ana Ibáñez, empleada de una posada ubicada a pocas cuadras del Puerto Colombia, menciona que el turismo también se ve afectado por esta problemática, puesto que algunas posadas y hostales no cuentan con plantas eléctricas que suplan estas fallas. Respecto al gas, menciona que en ocasiones se han quedado sin reservas incluso con personas hospedadas allí. Los camiones con bombonas pueden durar hasta dos semanas sin llegar a la comunidad.

Los apagones constantes y prolongados, pese a ser comunes en todo el país, toman por sorpresa a quienes buscan pasar un rato distinto en Choroní. En ocasiones las fallas eléctricas duran tanto tiempo que los turistas se ven forzados a desplazarse hasta Maracay para obtener víveres y comida debido a que los comercios no cuentan con puntos de venta disponibles y la señal telefónica es prácticamente nula.

La falta de alumbrado público, a su vez, ha hecho proliferar la inseguridad en el lugar y es motivo por el cual muchos visitantes prefieren “recogerse” a tempranas horas de la noche.

Tal es el caso de Marelva y Yonder Guzmán, quienes viajaron desde Puerto Cabello a pasar el fin de semana en Choroní. Indican que la soledad de las modestas calles del pueblo hicieron que su estancia fuera breve y se limitara, principalmente, a disfrutar de la playa durante el día.

En la misma posada nos advirtieron que tuviéramos cuidado de salir tan tarde porque hay lugares donde no hay luz y a ciertas horas es muy solo. Lo que hicimos fue salir sin pertenencias pero la vida nocturna aquí ya no es tan animada como antes, señaló la pareja.

Foto: Alberto Torres

El trueque como método de pago

La crisis económica y la escasez de productos esenciales como harina precocida de maíz, arroz y algunas proteínas ha provocado que esta práctica antigua sea cotidiana en la Venezuela de hoy. A todo esto se le suma las fallas de luz y servicios telefónicos que afectan el funcionamiento de los puntos de venta, por lo que en ocasiones los enseres se vuelven métodos de pago.

En Puerto Colombia —también conocido como El Malecón— es normal ver personas que llegan con productos de primera necesidad para cambiarlos por pescado. Es una relación ganar-ganar porque los pescadores llevan alimentos escasos a sus casas y uno resuelve cuando no hay carne o pollo en los negocios o el precio es muy caro, dice un joven consultado cerca del lugar. El kilo de carne de res en algunos negocios se consigue por encima de los Bs. S. 12.000 mientras que el pollo ronda los Bs. S. 8000.

Otras personas, incluso, van desde Maracay u otros poblados cercanos, como Jimena Utrera, quien junto con su esposo todos los domingos viaja a Choroní a cambiar panes por pescados. Nosotros tenemos una panadería y, como no abrimos los domingos, venimos para acá a hacer trueque. Traemos lo que nos queda del sábado, los panes que no se vendieron y así no tenemos pérdida.


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