Denuncian que la Dgcim es el centro de torturas del gobierno de Nicolás Maduro

DGCIM

Según testimonios de familiares de los militares y civiles presos políticos en la sede de la Dirección de Contrainteligencia Militar, los funcionarios les pegan corriente en sus genitales, les cortan las plantas de los pies con hojillas, les meten la cabeza en la poceta o, entre otras, les dan severas golpizas hasta desmayarlos durante su reclusión en la sede.

Caracas. Me arrastraron a un sótano donde me golpearon con tubos en las rodillas, los codos y los tobillos. Me golpearon en la cabeza hasta el punto de rompérmela y hacerme desmayar. Me sacaron con alicates las uñas de los pies y me colocaron corriente eléctrica en los genitales.

De esta forma torturaron al mayor de la Aviación, Adrián Leonardo De Gouveia de Sousa, luego de ser detenido de forma ilegítima el 20 de mayo de 2018, a las 10:00 p. m. Lo torturaron física y psicológicamente en la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) de Boleíta, donde lo llevaron.

En ese lugar solo se respira el miedo que provocan los severos castigos, según narraron sus familiares. Las celdas, convertidas en recipientes de víctimas de maltratos, albergan a miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) acusados de conspiraciones contra Nicolás Maduro y también a civiles.

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La tortura es un patrón que se repite con ferocidad en este recinto, al que le sigue el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). En Ramo Verde, donde mantienen a varios presos políticos, no llegan a estos extremos, según abogados consultados extraoficialmente por Crónica.Uno.

Por esto los familiares tienen miedo de hablar con los medios de comunicación, ya que su información pone en riesgo la integridad física de los presos políticos. Luego de las publicaciones son severamente castigados y ellos —los parientes— hostigados.

Me asfixiaron con bolsas plásticas impregnadas con polvo lacrimógeno, me sumergieron en agua hasta hacerme perder el conocimiento. Introduciendo violentamente una pistola en mi boca me sustrajeron una muela, denunció el mayor de la Aviación. De esta forma lo interrogaban en la Dgcim y al no obtener ninguna información, pues alegaba que no la sabía, lo maltrataron.

De los 100 casos de tortura que registró Provea durante 2018, 75 fueron cometidos por agentes de la Dgcim, el mismo cuerpo de seguridad que tenía bajo custodia al capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, quien falleció este 29 de junio como consecuencia de las torturas que recibió desde su detención, el viernes 21.

El artículo 43 de la Constitución refiere que el Estado debe preservar la vida de cualquier privado de libertad. El derecho a la vida es inviolable. Ninguna ley podrá establecer la pena de muerte ni autoridad alguna aplicarla. El Estado protegerá la vida de las personas que se encuentren privadas de su libertad (…).

En la mayoría de las detenciones los acusan de participar en conspiraciones para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. De hecho, Provea documentó que este organismo fue el que más torturas llevó a cabo en 2018.

En 2017 la Dgcim ocupó el tercer lugar en violaciones a la integridad personal, superada por las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) y la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). En un año pasó a ser la responsable de 17,4 % de los casos registrados.

El cambio en la dinámica del conflicto y el creciente temor del gobierno de facto ante un posible alzamiento militar, propició que por primera vez en los registros del Informe Anual de Provea los miembros de la FANB encabezaran la lista de personas torturadas. Históricamente, el perfil de las víctimas de torturas corresponde a hombres jóvenes y pobres, señalados por los órganos de seguridad como presuntos delincuentes, indicó la publicación de Provea.

La ONG de Derechos Humanos también registró que desde 2017 se han incrementado las denuncias por las prácticas de tortura y por desaparición forzada de los detenidos en la Dgcim.

La Dgcim es el centro de torturas de este régimen, ahí maltratan a todos los que creen que van en contra de Nicolás Maduro. Les violan sus derechos humanos, no los llevan a juicio, los trasladan a tribunales en carros blindados. Muchos son inocentes y militares con excelente trayectoria, detalló un pariente, bajo condición de anonimato. 

Desaparición forzada, parte del patrón de tortura

El general de brigada de la GNB, Héctor Hernández Da Acosta, estuvo incomunicado durante 40 días de sus abogados y familiares. Desde su detención ilegal, el 13 de agosto de 2018, fue víctima de desaparición forzada.

Una comisión del Sebin llegó a su vivienda, sin orden de allanamiento, y se lo llevaron. Esa noche su esposa e hijos también fueron víctimas de maltratos y robos.

Aunque diariamente su esposa y defensa acudían a la sede de la Dgcim —y otros cuerpos— para preguntar, no les dieron información hasta después de más de un mes.

En la Dgcim le dieron [golpes] en la zona donde tenía una operación y la herida quedó abierta, sangró mucho. No le dieron agua por espacio de dos semanas, fue colgado del techo como un pedazo de carne con las esposas. No pudo ir al baño durante dos o tres semanas, luego hubo torturas psicológicas diciéndole que iban contra la familia, contó un allegado al caso, quien pidió mantener su anonimato por medidas de seguridad.

Al general lo involucran en el supuesto atentado contra Nicolás Maduro, que ocurrió el 4 de agosto de 2018 en la avenida Bolívar. Y por negarse a grabar un video en el cual acusara del hecho a los políticos María Corina Machado, Leopoldo López, Juan Requesens y Antonio Ledezma, lo torturaron.

Según el Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias de la ONU en 2015, no existe tiempo mínimo para considerar que se ha producido una desaparición forzada. En 2017 el informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) documentó más de 90 casos de presos torturados, los casos más graves ocurrieron en el Sebin y la Dgcim.

Además de incurrir en el crimen de desaparición forzada, también cometen torturas y malos tratos, crímenes que pueden ser considerados como parte de un patrón, según Provea.

Cuartos de castigo en sótanos de la Dgcim

El familiar de un militar, preso político en la Dgcim, contó a Crónica.Uno que generalmente la primera semana de la detención es la más crítica, pues son maltratados severamente.

Los amarran a sillas por semanas, no les dan comida, a algunos ni siquiera los dejan tomar agua. También los encierran en cuartos de 2×2 metros y jalan una puerta de metal ensordecedora, según sus denuncias.

A los militares de menor rango los mantienen hacinados en celdas, sótanos abajo. Les afeitan el cabello y les dan bragas para vestir.

“El cuarto de locos”, en sótano 1, es a donde los llevan para castigarlos. Los obligan a hacer sus necesidades en bolsas y a convivir con el excremento hasta que a ellos les provoque retirarlo.

La abogada defensora de DD. HH., Tamara Suju, denunció que también hay otras áreas previstas para la tortura conocidas como “el trigrito, “el cuarto oscuro” y “el ascensor”.

Según la abogada Tamara Suju, este instrumento es utilizado en la tortura

A través de su cuenta en Twitter informó que actualmente hay un nuevo cuarto para los maltratos conocido como La Cava. En ese lugar frío, presuntamente, los meten desnudos durante varios días causándoles desmayos, deshidratación y dolores por la contracción de músculos.

En La Pecera se realiza la visita de familiares y abogados, pero ahí también los han torturado. Hemos entrado y no aguantamos el olor a sangre. Hemos visto marcas de sangre, ellos quedan esposados ahí días en los interrogatorios.

Un abogado consultado por Crónica.Uno contó que a los defensores también sienten recelo de acudir a Boleíta, por miedo a que los dejen detenidos. El terror que inspiran los funcionarios de la Dgcim se extiende de los presos políticos y sus familiares hasta los profesionales.

En la primera visita les toman una foto y deben llenar una ficha con una serie de datos personales como su dirección, teléfono de habitación y sus huellas dactilares. Es un procedimiento que ocurre en la Dgcim, ya que según el abogado consultado en Ramo Verde, en el Sebin y otros centros de detención para presos políticos o comunes no ocurre.

Cuando hablamos con nuestro defendido lo hacemos mediante una especie de locutorio que tiene un vidrio por medio. Hay una cámara, te graban, y está prohibido pasar alguna nota. Hay que dejar el celular en un casillero custodiado, dijo.

Tortura blanca

Les ponen una lámpara con luz blanca por días o semanas y los mantienen ahí a veces sin agua. Ellos pierden la noción del tiempo, no saben si es de día o de noche ni la fecha. Hasta les afecta en la visión, contó un familiar.

Este tipo de maltrato que denuncian los parientes es conocido entre las víctimas como tortura blanca. El abogado consultado indicó que sus defendidos por lo general la mencionan en sus declaraciones. Las celdas están ubicadas en sótanos y, por lo tanto, los detenidos no reciben luz solar, ocasionando severos daños en su salud, además de las enfermedades infectocontagiosas que contraen.

Las condiciones de aseo no son adecuadas, los que tienen menor rango están hacinados y deben usar una poceta para 60 personas.

En el testimonio de defensa también alegan que les cortan los pies con hojillas y esto les causa un enorme dolor para caminar.

De acuerdo con la comisión de Defensa de la Asamblea Nacional, 198 efectivos de la FANB —la cifra incluye al capitán Acosta Arévalo— están presos en los calabozos de Fuerte Tiuna o Ramo Verde. 92 pertenecen al Ejército, 23 a la Aviación, 25 a la Armada y 52 a la GNB.


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