Los recientes hechos de violencia en Santa Rita y Valencia revelan la vulnerabilidad de los mecanismos de resguardo público y demás actores del hipismo criollo.

Cristóbal Naranjo/ @cristobnaranjo

Caracas. El doble programa de esta semana en el Hipódromo Nacional de Valencia (Hinava) no tuvo más espectadores que caballerizos, jinetes, entrenadores, propietarios y otros pocos empleados que hacen vida en el óvalo cabrialense. En las dos tribunas, las sillas permanecieron vacías y las taquillas cerradas.

Y es que ante el asesinato de tres personas en las instalaciones del segundo circo de carreras del país, ocurrida el pasado viernes 26 de febrero, la Junta Liquidadora del Instituto Nacional de Hipódromos (INH) decidió realizar las reuniones 10 y 11 de 2016 sin acceso al público general para resguardar la vida de los aficionados.

La asistencia a los hipódromos venezolanos se ha vuelto peligrosa. Y desde el año pasado, el turf ha ganado más espacio en las páginas de sucesos que en las secciones deportivas de los diarios.
En Santa Rita, la lucha de dos bandas por el control del coso de la Costa Oriental del Lago ha dejado un reguero de sangre, que se desencadenó en diciembre con el asesinato del entrenador Erick Chourio, hermano de un expran de la cárcel de Sabaneta, por un tema de apuestas. Alías “Pepito” culpó del hecho a la banda de alías el “Puchungo” y allí se desató una guerra entre los dos grupos, que, tuvo entre sus numerosas víctimas al caballerizo Deivis Bozo, además del atentado al preparador Mervin José Balzán.

Ante la situación de violencia en el escenario del estado Zulia, las autoridades del INH ordenaron el cierre indefinido del hipódromo, que se encuentra bajo vigilancia de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y al que solo ingresa personal identificado para atender a la población equina.

Ajuste de cuentas
En el caso de Hinava, el suceso del viernes 26 no guarda relación con la disputa zuliana y- extraoficialmente- se maneja la versión de un ajuste de cuentas entre bandas de la región central. Un propietario que tiene ejemplares en Valencia y La Rinconada y pidió no ser identificado admite que hay preocupación de una eventual extensión de las mafias ritenses hasta Carabobo.

“Existe temor, pero se supone que el INH tomará previsiones para evitar que propietarios o entrenadores vinculados con los hechos de Santa Rita puedan tener acceso al hipódromo de Valencia con respecto a alojamiento en caballerizas o aprobación de entrada de animales”, señala el propietario.
El presidente de la Unión de Entrenadores de Valencia Renny Verastegui descarta que la violencia occidental se traslade al Cabriales. “El caso de Santa Rita es una disputa muy regional entre bandas y además la ubicación de ese hipódromo en la Costa Oriental del Lago, tan alejada de la ciudad, dificulta el control de esos grupos delictivos”, apunta.

Por ahora, en el óvalo cercano a la plaza de toros, buscan mejorar la seguridad para evitar que se repitan sucesos como el del viernes y- como indica Verastegui- “darle confianza a la gente para que retorne a las tribunas”. Además de la presencia de la Guardia Nacional en las instalaciones, un censo al personal que labora en Hinava, la carnetización a los empleados y la apertura de un solo acceso los días de carreras son los correctivos que están en agenda.

En La Rinconada, la custodia de los espacios de pista, caballerizas y tribunas es deficiente, lo que facilitaría la comisión de los delitos ocurridos en las otras dos pistas del interior. “Los sábados de traqueos son un carnaval de desconocidos. Cualquiera que le pasa algo a los vigilantes entra sin problemas. Las autoridades deben tomar cartas en el asunto y no esperar que en un sábado de desorden pase algo grave para actuar”, alerta el entrenador Carlos Alberto Arteaga.

El problema de las apuestas
En la lucha por el control del hipódromo de Santa Rita, las apuestas ilegales y el arreglo de las competencias para favorecer a un determinado ejemplar o impedir que un favorito gane son elementos comunes a los dos grupos en pugna.

Según el propietario, el problema es el nuevo enfoque que hay sobre las jugadas. “En las oficinas y la banca suiza hay mucha gente que empezó a ver a las apuestas como un negocio porque se maneja muchísimo dinero y lamentablemente la gente que empezó a verlas de esa manera es de un estrato delincuencial, de gente vinculada a redes muy peligrosas, que nada les cuesta amenazar de muerte a jinetes, entrenadores o propietarios para que pierda un caballo”, indica.

Con todo, y pese a los nubarrones actuales, el inversionista subraya la importancia de la actividad. “El hipismo es una fuente de trabajo. Es la segunda o tercera industria más grande del país por la cantidad de gente involucrada directa e indirectamente”. Y Verastegui reafirma su compromiso. “Estamos dispuestos a seguir y a sacar adelante la actividad hípica”, asegura.


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