La inseguridad tiene hartos a los trabajadores de la UCV

Mientras los obreros protestaban, los estudiantes iban y salían de clase como de costumbre. Solo algunos empleados administrativos apoyaron la manifestación de los trabajadores de la casa que vence las sombras.

Caracas. A las 6:00 a. m., las cinco puertas que dan acceso de entrada y salida a la Universidad Central de Venezuela (UCV) amanecieron cerradas. Ningún carro entraba, ninguno salía. Los docentes hacían una cola interminable para estacionar sus vehículos en el aparcamiento privado de la Asociación de Profesores de la UCV. Los que hacen vida en la institución solo podían entrar caminando. Un grupo de 150 trabajadores que pertenecen al Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la UCV (Sinttraucv) decidió trancar los accesos de la Ciudad Universitaria para exigir más seguridad dentro del campus, entre otras demandas.

Los obreros también contaron con apoyo de algunos empleados de administración en su protesta, en la que se dividieron para no permitir la entrada de carros y motos en los cinco accesos de la universidad.

“Las autoridades [de la UCV] no le quieren dar permiso al Gobierno de que monte puntos de control dentro de la universidad, aunque sea en las noches y en las vacaciones”, aseveró el secretario General del Sinttraucv, José Bastidas, desde la puerta Tamanaco.

Mientras Bastidas y sus compañeros resguardaban la entrada para no permitir el paso, como medida de protesta, estudiantes, deportistas, y hasta profesores caminaban y entraban por el paso peatonal. Todos observaban a los trabajadores en su faena, en ocasiones sorprendían una discusión de estos con motorizados que ignoraban el bloqueo; y seguían su camino. En las facultades todo estaba normal. Los alumnos mantenían su rutina académica, e incluso en la Escuela de Educación había un grupo de estudiantes que estampaba sus franelas con el logo del Alma Máter.

Así se encontraba a las 11:00 a. m. una de las entradas a la UCV.

Mientras los trabajadores quemaban cauchos en la entrada de La Tamanaco, un grupo de estudiantes jugaba cartas y otro dormía en Tierra de nadie. La apatía e indiferencia predominaron en el alumnado. En ningún momento parecieron mostrar interés por la protesta de los obreros, que tenía como demanda principal aquella que perjudica a todo el colectivo que hace vida en esos espacios: la inseguridad.

“La directiva de la universidad nos debe el pago del bono del año escolar 2015-2016 de los hijos de los trabajadores, los uniformes de los años 2014 y 2015 que solo le dieron el dinero incompleto a un grupo de empleados y a otros ni eso, de paso no sabemos cuánto cobramos. Cada semana nos depositan un monto distinto”, se quejó Bastidas.

A parte de desconocer la remuneración total de su trabajo, los obreros han hecho reclamos en la oficina de administración porque nunca les dan los recibos de pago en físico, sino que les dicen que se los harán llegar a través de correo electrónico.

Seis horas duró la protesta. A las 12:00 m. los obreros apagaron los cauchos que tenían fuego y abrieron los accesos a las universidades. Bastidas detalló que esperan respuesta por parte del Ministerio de Educación Superior y, principalmente, de las autoridades de la Central.

“Esta protesta no es en contra del Gobierno, ni tampoco es que no nos gusta la oposición. Estamos aquí exigiendo nuestros derechos. No me importa cuál se el ministro, o quién es la rectora, lo que queremos es que nos cumplan a los trabajadores”, enfatizó.

Fotos: Cortesía / Charlie Barrera


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