Especialistas afirman que el país se encuentra en el punto más álgido de lo que terminará siendo una transición política. Esta debe ser honesta y transparente, aunque no necesariamente pública. Advierten que si las coaliciones no ceden, la posibilidad de un enfrentamiento aumentaría.

Caracas. A cuatro días de la proclamación del presidente de la Asamblea Nacional (AN), Juan Guaidó, como presidente encargado de Venezuela, el escenario que enrumbe hacia una negociación política en el país toma fuerza. La ruta para la transición y cambio “va a depender de la factibilidad y viabilidad” de esa negociación, afirma Francine Jácome, directora del Instituto Venezolano de Estudios Sociales y Políticos.

El viernes, el gobierno de Nicolás Maduro insistió en llamar al diálogo y afirmó estar dispuesto a sostener un encuentro con Guaidó, quien, casi en paralelo, desestimó ir “a un falso diálogo” en una rueda de prensa desde Chacao. Guaidó se plantea como único elemento posible el mecanismo que lleve “al cese de la usurpación”. “No hay otro”, ha dicho.

Es la negociación o el uso de la fuerza, considera el profesor de Derecho Administrativo y Constitucional, José Ignacio Hernández. Asegura que se deben crear los incentivos necesarios para avanzar en la ruta que la oposición se ha planteado —cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones.

El jueves, Guaidó dijo en una entrevista en el canal internacional Univisión, que no se descarta ningún elemento al ser consultado sobre la posibilidad de que Maduro se acoja a la Ley de Amnistía, proyecto que adelanta la AN para civiles y militares que quieran recuperar el orden constitucional y que se llevó a consulta pública este fin de semana.

Es simplemente una negociación para ver cómo desaloja [Maduro] en lo inmediato el Palacio Presidencial, dijo Hernández, la negociación es el mejor mecanismo, pacífico y constitucional, para el cese de la usurpación. En el caso del uso de la fuerza, en cumplimiento con la Constitución, debe actuar la Fuerza Armada, institución que continúa bajo el mando de Nicolás Maduro.

Cuando surge un proceso de transferencia del poder entre dos coaliciones que luchan por imponer regímenes distintos, explica Miguel Ángel Martínez, especialista en conflicto político, procesos de pacificación y profesor universitario, se reabren las posibilidades para una negociación política.

Por un lado, Guaidó se ha proclamado presidente encargado invocando los artículos 233 y 333 de la Constitución, además de contar con el respaldo pleno de más de 20 países. Los 28 Estados miembros de la Unión Europea han dado un plazo de ocho días en Venezuela para convocar a elecciones, de lo contrario, reconocerán a Guaidó como presidente encargado.

Mientras, Maduro continúa perdiendo legitimidad ante el mundo tras la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente en 2017, organización que llamó a elecciones presidenciales para el 20 de mayo de 2018. La ANC es considerada “espuria” y “contraria a los principios democráticos”. Desde el 10 de enero Maduro ha sido señalado como “usurpador” de la Presidencia.

La negociación será primordial. En la medida en que la posición del régimen actual se vaya haciendo estructuralmente más insostenible y, que, al mismo tiempo, se cohesione la coalición democrática, se irán abriendo las posibilidades para algún tipo de acuerdo, pero enfocado ahora hacia un cambio de régimen político y no a la preservación del statu quo, dice Martínez.

Y agrega: Si ninguna de las coaliciones ceden, la probabilidad de un enfrentamiento aumentaría, porque la situación no es sostenible en los términos actuales.

Desde que se iniciaron las protestas el pasado 22 de enero, al menos 29 personas han muerto producto de la violencia y represión de Nicolás Maduro.

Por eso, insiste Martínez, en que el único proceso que “verdaderamente puede enrumbar a Venezuela hacia la salida de la debacle actual, es la que esté claramente orientada al cambio de régimen político”, la cual debe ser negociada desde una posición de fuerza.

A su juicio, esto es lo que ahora mismo pareciera estar consolidándose: “Aunque falten muchos pasos por concretar”.

Para Jácome, esa negociación tiene que darse en un corto plazo, deber ser transparente y honesta, y no necesariamente pública.

La incertidumbre de tener a dos personas asumiendo las funciones de Ejecutivo Nacional tendrá que definirse en el marco de la democracia, de la Constitución y la no violencia, piensa Jácome. No creo que podamos imaginar que sigamos en esta dualidad institucionalidad durante un tiempo en el mediano plazo. Es inviable, no es posible, remata.

Martínez concluye que si el gobierno de Maduro no abre las puertas de su propia salida pacífica, se arriesgará a cargar con las consecuencias de acciones mucho más drásticas por parte de la coalición de actores democráticos, especialmente los extranjeros.

Transición a la democracia

El segundo paso que ha propuesto la coalición opositora es la de un gobierno de transición. Jácome expresa que se aspira que sea hacia la democracia, que tiene como elemento fundamental unas elecciones transparentes, con observación internacional. Pero advierte que no se puede perder de vista la posibilidad de una transición hacia un régimen aún más autoritario.

Creo que quizás es el momento de pensar y analizar la actualidad desde la racionalidad, y no desde la emotividad. En este momento, quizás, a diferencia de otros tiempos, estamos viendo un liderazgo muy racional. Espero yo que con estrategias muy definidas, que tengan realmente una ruta viable y factible, dice.

Esta actualidad es definida por Martínez como “el momento más álgido y decisivo de lo que efectivamente podría terminar siendo una transición política si en efecto se consuma esa transferencia de poder”.

No hay un tiempo específico para la transición. Para que sea efectiva, explica Martínez, y no correr el riesgo de revertirse, “debería ser tan larga como sea necesario para lograr la implantación de las nuevas reglas del juego, pero tan corta para reducir al mínimo la incertidumbre en torno a la conducción del gobierno”.

Una vez que Guaidó tome posesión del cargo, dice Hernández, se va a conformar un gobierno de transición que va a mandar y cuyas órdenes van a ser obedecidas. Hasta el momento ha asumido la representación internacional del Estado, lo que en palabras de Hernández, es la conducción de las relaciones internacionales.

“Es una de las atribuciones de la Presidencia de la República. Sin embargo, para poder ejercer plenamente el resto de las atribuciones, es necesario hacer cesar la usurpación”, aclara.

Elecciones deben esperar

El profesor de Derecho Administrativo, José Ignacio Hernández, afirma que hoy no es posible convocar a elecciones. Explica que quien debe llamar a comicios es el Poder Electoral: “Este está irregularmente compuesto por rectores designados de manera inconstitucional por la sala constitucional, quienes han manifestado una parcialidad política evidente”.

Para poder llamar a elecciones es necesario restablecer las garantías mínimas electorales, Hernández las enumera: cese de la usurpación, disolución de la Asamblea Nacional Constituyente, que la Asamblea Nacional en pleno ejercicio de sus facultades nombre un nuevo CNE, reestructure el Tribunal Supremo de Justicia y dicte Amnistía para liberar a los presos políticos, dejar sin efecto las inhabilitaciones políticas y depurar el registro electoral.

Como estamos viendo, hacer elecciones en Venezuela no es algo que se pueda hacer en 30 días. El lapso mínimo debe ser nunca menos de seis meses, además, hay una regla que tiene que cumplirse. Es el artículo 298 de la Constitución, que obliga a que las elecciones se realicen al menos con seis meses de antelación“, expresa.

Concluye: Por lo tanto, deben realizarse elecciones en el menor tiempo posible una vez se rescate las condiciones de integridad electoral y eso debe quedar muy claro en las medidas que desarrollen la Asamblea Nacional, aseveró Hernández.


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