El nuevo ministro de Salud, Carlos Alvarado, recibió el timón con el paro de enfermeras al que se plegaron 17 estados y 18 hospitales solo de Caracas. Los trabajadores exigen mejoras salariales e insumos. Las protestas se iniciaron a las 7:00 a.m. y pasada las 4:00 p.m. el grupo de la tarde hizo lo propio con cierre de calles en las afueras de los hospitales de Caracas.

Caracas. “Estamos trabajando ad honorem, una quincena nuestra no pasa de los 600.000 bolívares. Nosotras, cuando mandamos a hacer una guardia, pedimos que nos las paguen con comida”.

Testimonios como este se repitieron durante la mañana de este lunes en las puertas de los hospitales capitalinos, donde se cumplió el llamado a paro, convocado por el Colegio de Enfermeras del Distrito Capital.

La protesta no fue más bulla que la cabuya. En efecto sí se cumplió, pese a las amenazas de despido y a las intimidaciones de los grupos de choque que hay dentro de los hospitales.

Las enfermeras se levantaron en protesta indefinida por los bajos sueldos y por la escasez de insumos. Se plegaron a la acción 17 estados y solo en Caracas, se sumaron 18 hospitales, según la cuenta manejada por el Colegio de Enfermeras del Distrito Capital.

Comenzaron a las 7:00 a.m. a colocar pancartas, para expresar su mala situación económica. A partir de las 4:00, iniciaron una nueva jornada con el grupo de guardia de la tarde.

Cerraron las calles de acceso a sus puestos de trabajo, y le mandaron un mensaje al nuevo ministro de Salud, Carlos Alvarado: “Este paro se levanta cuando nos paguen lo que nos merecemos”.

La crisis salud pica y se extiende

Aunque los médicos también comparten las vicisitudes de las enfermeras, al igual que el personal obrero, y estuvieron apoyando la protesta, el turno al bate fue de las enfermeras que mostraron sus medias rotas, sus uniformes desgastados y sus zapatos rotos.

Dicen que no pueden comprar nuevos uniformes.

Hasta Bs. 100 millones pueden gastar en un nuevo uniforme. Por eso ya muchas van a trabajar con los pantalones blancos remendados y hasta con ropa de diario no apta para entrar a las áreas quirúrgicas.

“Salarios de hambre, eso es lo que nos dan. Y tenemos que cuidar a los pacientes que a veces no entienden que aquí no hay ni compresas”, dijo Doris Infante, licenciada en Enfermería y trabajadora del hospital José Gregorio Hernández, ubicado en Los Magallanes de Catia.

Infante se sumó al paro, aunque anoche recibió un mensaje del sindicato oficialista para que no apoyara la medida.

“Pero cómo no voy a estar aquí, si el 15 de junio cobre Bs, 600.000, tengo un hijo de siete años y no tengo ni siquiera para comprar los uniformes, mucho menos los útiles, yo no tengo bonos de la patria, este es mi trabajo y lo hago con orgullo. Sin embargo, es insostenible la situación”.

Aunado a que su voucher de pago refleja unas quincenas paupérrimas, está el hecho de que el hospital está “por el piso”.

Desde hace un año la emergencia de adultos funciona en un área del archivo médico, donde colocaron siete camas con medio metro de distancia cada una, sin condiciones mínimas, pues ahí no hay aire acondicionado, se meten los insectos, el olor nauseabundo de los baños y no hay asepsia.

En ese mismo espacio hay un cuarto de menos de dos metros donde estuvo un cajero automático, y ahora hay una cama para los tiroteados.

“Trabajamos con esas condiciones. No hay ni comida para los pacientes, no hay agua, no hay seguridad y encima tenemos que protestar por los salarios. Estamos cansadas de esta situación”.

Los equipos con los que trabajan están deteriorados.

Mientras ella daba su testimonio, por las escaleras corría un enfermero con un adolescente en brazos. Como no hay ascensores los trasladan de esa manera.

Casualmente ese paciente estaba minutos antes en una cama de la emergencia improvisada. Su respiración era muy crítica, debido a la falta de oxígeno.

“Cuando empeoran los tienen que llevar corriendo al quirófano, pues ahora los pabellones funcionan como sala de recuperación, si alguien necesita estar conectado a una máquina lo llevan para allá”, aclaró Infante.

Según los trabajadores esa emergencia provisional sería temporal, por tres meses. Pero las remodelaciones en este hospital son un hueso duro de roer desde 2007, cuando cerraron la Terapia Neonatal.

La Sala de Partos, al igual que la Emergencia Pediátrica, están en rehabilitación desde hace un año

En Los Magallanes de seis quirófanos están funcionando tres, de cuatro ascensores solo uno está operativo, para trasladar la basura, a los pacientes, y la comida.  

Solo las emergencias

El paro de las enfermeras se cumplió en las puertas de los hospitales. Únicamente los casos críticos estaban siendo atendidos. También los hospitalizados recibieron atención y suministro de tratamientos.

“No podemos dejar al paciente desasistido. No somos muchas, porque aquí hay un éxodo marcado. Tenemos una enfermera para cubrir un servicio con 10 pacientes, y en las noches es más crítico aún, una sola puede tener hasta dos servicios”, dijeron las enfermeras del hospital periférico de Catia Ricardo Baquero, conocido como Pepo, que este lunes trancaron por espacio de dos horas la autopista Caracas-La Guaira, sentido hacia el distribuidor La Araña.

“Lo que ganamos no nos alcanza ni para medio kilo de queso. Vengo de Los Valles del Tuy y eso para mí representa Bs. 200.000 diarios. Tengo quedarme en el hospital toda la semana, pues si subo no puedo irme a mí casa”, dijo la enfermera Alida.

Mientras que Dexida Pérez contó que no tienen nunca agua y que muchas veces se dejan el povidine o el gerdex en las manos para poder atender a los pacientes y “así quieren sustituirnos con la chamba juvenil”.

“No tenemos las condiciones, no tenemos ni cepillos para desinfectarnos”, destacó Pérez.

En el Pepo en estos momentos hay 17 pacientes del servicio de Traumatología que no están recibiendo antibióticos, porque en el hospital no los hay. En ese puesto tampoco hay ambulancias, las sillas de ruedas y las camillas vencieron su vida útil, no hay comida, no hay Rayo X y lo que es común en todos los hospitales: No hay laboratorio y no está funcionando el Banco de Sangre.

En el complejo José Ignacio Baldó, El Algodonal, tiene salieron a protestar. “No nos dedicamos a vender, trabajamos con salud, con seres humanos, y ese aumento no alcanza sino para un paquete de papel higiénico. Señor presidente, Nicolás Maduro, pregúntese como hacemos nosotros para comer”, gritaban los trabajadores.

En este centro, la maternidad Herrera Vega, tiene tres semanas si luz. Solo están recibiendo a las parturientas que lleguen expulsando el bebé. Los médicos, que también apoyaron el paro, dicen que alumbran con sus celulares el momento del parto.

Y no menos crítica está la maternidad San Ana en San Bernardino. Ahí, aunque recientemente ingresaron a 40 enfermeras, el déficit es sostenido, precisamente por los bajos salarios.

En este puesto, una maternidad, no hay Terapia Neonatal, y por tanto solo reciben a las parturientas en trabajo de parto. Si tienen nueve de hematología las refieren a otro centro, pues no hay sangre, tampoco Rayos X.

Los trabajadores del Pepo cerraron la autopista Caracas-la Guaira.

A todas sin excepción para poder ingresar les piden un litro de cloro y un yelco.

La mayoría de las pacientes que llegan a la Santa Ana, son de escasos recursos económicos y cuando están en el sitio se encuentran con que tienen que llevar hasta los tubos de ensayo para las tomas de laboratorio.

Esas denuncias las hicieron las enfermeras que hasta casi al mediodía de este lunes protestaron en las puertas del puesto asistencial, sin que hayan tenido respuestas a sus exigencias.

Por tanto, el paro de enfermeras, que fue convocado el pasado 21 de junio sigue su rumbo. A las 4:00 p.m. cuando estaban comenzando nuevas protestas en El Algodonal y en Los Magallanes de Catia, no había pronunciamiento oficial.

Fotos: Luis Morillo


Participa en la conversación