A un año del vandalismo colectivo que se desató a raíz del anuncio de Nicolás Maduro de invalidar los billetes de 100 bolívares, la región está sumida en una crisis peor que la de 2016: un micropanorama de Venezuela.

Ciudad Guayana. No es difícil explicar lo que pasó hace un año en el estado Bolívar: el 19 de diciembre de 2016, en la capital del estado, Diosdado Cabello habló sobre “mafias” que controlaban el acceso al dinero en efectivo.

Ciertamente, en las zonas del sur de la región, el contrabando tiene sus tentáculos allí: el comercio del oro es exclusividad del dinero en efectivo. Y hablar de oro es hablar de pandillas. Y es hablar, también, de coimas. Y hablar de coimas es hablar de funcionarios gubernamentales. Por lo tanto, cuando Cabello, ese 19 de diciembre, pretendió culpar a unas mafias, indirectamente culpó a los funcionarios militares que reciben coimas para que el dinero en efectivo circule en las zonas mineras y se venda, a más del 100 % de su valor, por pacas en los mercados de poblaciones como El Callao, Tumeremo, Guasipati, Upata y Santa Elena de Uairén.

En las minas es común, por ejemplo, que camiones cargados con dinero en efectivo viajen hacia el interior de esas ciudades paralelas dominadas por los pranes. Pero para que lleguen hasta allí, deben pasar por alcabalas custodiadas por la Guardia Nacional. ¿Cómo llegan? A punta de sobornos, sin contar las veces que esos camiones arriban custodiados por los mismos militares.

Esa era la cotidianidad en el sur hasta el 11 de diciembre de 2016, el día en que Nicolás Maduro anunció durante su programa dominical que, por decreto, sacaría de circulación los billetes de 100: todo para que los mafiosos “de Cúcuta y de Alemania” no siguieran traficando con la moneda.

Pero algo le falló en el plan: que todos los venezolanos tenían un plazo de 72 horas, a partir del martes 13 de diciembre (el lunes 12 era feriado bancario) para declarar y depositar los billetes. Una vez vencida, no tendrían validez.

Ciudad devastada

En las pocas agencias bancarias del sur del estado Bolívar comenzaron las aglomeraciones a primeras horas de la mañana del martes 13 de diciembre. Una plataforma no apta para una contingencia de ese tipo, colapsó.

Los propietarios de los negocios (especialmente los chinos) al ver el panorama de los bancos, optaron por no recibir más los billetes de 100: nada les garantizaba que, luego, podrían depositarlos.

Eso encendió la mecha: primero protestas, luego ánimos caldeados y, finalmente, los saqueos, que comenzaron, casi de manera simultánea, en Guasipati (municipio Roscio), El Callao (municipio El Callao) y Tumeremo (municipio Sifontes).

En los días siguientes, la reacción saltó a Upata y a Ciudad Guayana y aterrizó en la capital del estado, Ciudad Bolívar, en donde los saqueos se desataron en la madrugada del sábado 17 de diciembre.

Aniversario 1 de saqueos en Ciudad Bolívar
Más de 600 negocios fueron saqueados en todo el estado.

Fue esa la zona más afectada. Austerio González, expresidente de la Cámara de Comercio de Bolívar, explica que la poca capacidad de respuesta de los funcionarios policiales y militares para frenar el vandalismo tuvo dos causas: unos estaban ya de vacaciones navideñas. Otros estaban de servicio en el sur, justamente para contener los otros saqueos.

Durante tres días, Ciudad Bolívar fue noticia mundial. El lunes 19 de diciembre, cuando Diosdado Cabello, en nombre del Gobierno pero enarbolando las banderas del Partido Socialista Unido de Venezuela, dijo en una rueda de prensa que la situación estaba totalmente controlada, quedaban, en realidad, algunos focos de disturbios. La medida que Maduro anunció ese domingo 11 de diciembre y que revirtió una semana después, dejó 646 negocios saqueados, 540 de ellos solamente en Ciudad Bolívar, y un joven asesinado durante una revuelta en El Callao. Una herida que aún no cicatriza.

Fotos: Cortesía


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