En el país no hay campañas de prevención del embarazo adolescente, cifra que puede estar llegando a 30 % en algunos estados, no hay métodos anticonceptivos y se presume que el aborto causa 60 % de las muertes maternas.

60 % de los nativos están ocupando áreas urbanas, dejaron sus comunidades ancestrales y ahora están en los llamados “cinturones de pobreza”. Datos como esos fueron presentados en el foro “La salud en emergencia humanitaria”, organizado por Amnistía Internacional.

Caracas. Según el último censo —el del 2001— en el país hay un poco más de 700.000 indígenas, lo que representa 2,5 % de la población nacional. Es un grupo minoritario con una dinámica muy particular. De hecho, contrario a lo que se piensa, 60 % de los nativos están ocupando áreas urbanas, dejaron sus comunidades ancestrales y ahora están en los llamados cinturones de pobreza.

Aimé Tillet, antropólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en el foro “La salud en crisis humanitaria”, habló de un tema que muy poco se visibiliza: los factores de riesgo de la población indígena.

Se paseó por los antecedentes generales, desde que hubo el primer contacto de los pueblos indígenas con las sociedades europeas, cuando la población nativa se redujo 90 % a causa de enfermedades y epidemias.

Los indígenas no tenían ni la inmunidad, ni las curas tecnológicas. Solo sabían del aislamiento, las migraciones y la dispersión. De hecho, los grupos que lograron huir son los que han sobrevivido hasta la fecha. Ese 10 % que quedó del proceso de colonización es el que hoy sufre de una fuerte discriminación social.

El investigador explicó que estar ubicados en las zonas fronterizas tiene una consecuencia para ellos y es que las políticas públicas les llegan de manera muy disminuida.

De 2001 a 2011, según Tillet, se registró un crecimiento de más de 40 % de la población, en la actualidad hay 51 pueblos indígenas que, hoy en día, tienen unas determinantes sociales alarmantes:

Están perdiendo sus tierras, están migrando, viven en pobreza sistémica, en desempleo, no tienen acceso al agua potable, están fuera de los servicios educativos y de salud y, por si fuera poco, se están diezmando por la malaria, tuberculosis, desnutrición, drogadicción, alcoholismo, VIH-Sida, por las enfermedades diarréicas, respiratorias y otros males endémicos.

Además, a esos factores sumó que están sometidos a cambios socioculturales forzados, a la minería ilegal y al Arco Minero, a la violencia y son víctimas de los grupos armados irregulares. Todo esto nos hace concluir que los pueblos indígenas son el sector más marginado y subatendido y, por tanto, los que peor indicadores de salud tienen.

Están muriendo por paludismo, pero ni siquiera ese registro se tiene oficialmente, pues cuando se levantan los datos de defunción, esta enfermedad —de acuerdo con lo investigado por Tillet— no aparece de primera en la causa del deceso. “Entonces no hay datos oficiales, pero también hay una opacidad en la información”.

Ese punto final fue coincidencia en el resto de las ponencias presentadas por Feliciano Reyna, de Acción Solidaria, quien habló sobre la situación general de la emergencia humanitaria en salud; Jorge Díaz Polanco, investigador del Cendes, quien hizo un análisis del sistema de salud; Flor Pujol, cuya ponencia fue sobre la incidencia del VIH-Sida en la población warao y Magdymar León, de Avesa, quien habló de la salud sexual y reproductiva de las mujeres.

Los datos aportados por León también fueron alarmantes. Y aunque desde 2012 no hay cifras oficiales, resaltó de sus investigaciones que el embarazo adolescente (entre 15 y 19 años) llega casi al 30 % en varios estados del país y a 3 % en menores de 15 años.

Además, destacó que en el país actualmente hay 90 % de escasez de métodos anticonceptivos.

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León citó el estudio que realizó Cáritas en las parroquias más pobres del país, el cual reveló que 68 % de las niñas y niños evaluados muestran algún grado de desnutrición y que, entre estos, 15 % tiene un tipo de desnutrición muy grave que permite calificar a la situación, según la escala y la intensidad del daño, como una emergencia humanitaria.

En su exposición mencionó el estudio más reciente de Datanálisis sobre hábitos de consumo, el cual revela que la frecuencia de consumo de alimentos entre mujeres y hombres difiere en cuanto al patrón de alimentos consumidos: mientras más del 50 % de los hombres encuestados reporta un consumo de 15 alimentos, las mujeres consumen solo 12. En 33 % de los hogares venezolanos la mujer está dejando de comer para alimentar a su familia.

Y en cuanto a la salud, destacó que las mujeres tienen unas necesidades específicas que tiene que ver con su salud sexual y reproductiva. “Y el retroceso en la atención de estas necesidades es dramático: 60 % de las muertes maternas, se presume que son por abortos y se enfrentan a 60 % de paralización de equipos de diagnóstico y tratamiento como los mamógrafos, por ejemplo”.

León hizo mención a los Boletines Epidemiológicos del Ministerio para la Salud, publicados por primera vez en casi dos años en el mes de mayo 2017, que revelan el grave impacto de la crisis de salud sobre las cifras de mortalidad materna que registró, en 12 meses, un crecimiento de 66 %.

El estado con mayor número de muertes maternas en 2016 —107 en total, 42,67 % más que el año anterior— fue el estado Zulia, territorio donde se concentra el mayor número de población indígena del país (61 %), lo cual habla de la precariedad del acceso a servicios de salud sexual y reproductiva de mujeres indígenas de zonas remotas y rurales.

Por su parte, Díaz Polanco se refirió a que en el país se ha hecho la inversión más grande en salud, y aun así Venezuela tiene los peores indicadores, además del aumento exponencial de los casos de malaria y tuberculosis, con prevalencia de VIH en población de 13 a 49 años, de diabetes y de subnutrición.

Foro: Omar Villafañe | Mabel Sarmiento


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