Tiroteos, allanamientos, ajustes de cuentas y ventas de drogas son muchas de las cosas que ven los habitantes de las residencias de la avenida Páez, en la invasión de en frente

Yohana Marra/@yohanamarra

Caracas. Desde los apartamentos de El Paraíso se ve más que la vida de la Cota 905. Jóvenes armados suben y bajan por los callejones de la invasión, mostrando lo que tienen sin temor, a cualquier hora del día.

Observan, por ejemplo, cuando las bandas se caen a tiros y las madres salen corriendo de sus ranchitos a reunir a sus hijos, que juegan inocentes, para protegerlos de las balas. Los momentos en que concretan las ventas de drogas también son hechos bajo la mirada de los vecinos, pues desde sus balcones se ve claramente hacia la comunidad.

“Estamos de acuerdo con la toma del lunes pasado (13 de julio) porque si siguen así la situación va a mejorar. Estamos cansados de los tiroteos que se oyen siempre, nos despiertan de madrugada y nos asustan”, soltó un matrimonio desde su hogar, el cual pidieron no identificar por seguridad.

Ya se acostumbraron a tener de vecinos a delincuentes. Con normalidad comentaron que cuando los antisociales ajustan cuentas, el resto de los habitantes de la invasión sigue haciendo sus labores como si nada. “Hemos visto que si le disparan a alguien el otro sigue pintando las paredes de la casa”.

Los fines de semana tampoco descansan. Música a todo volumen los atormenta de viernes a domingo, seguidito, sin parar ni un momento para descansar. “El vallenato es todo el día, se escucha a la casa durísimo y a cada rato. No oyen otra cosa”.

Por colores de viviendas saben, prácticamente, quién es quién. La señora, propietaria del apartamento, echó mínimo un cuento de casita por casita. No le calculan más de 18 años a quienes pillan armados y al describirlos destacaron que siempre usan bolsitos de lado, donde guardan las pistolas, así como radios para comunicarse.

“El viernes 5 de junio, en uno de los primeros operativos fuertes que se formó recientemente, veía a los policías subir por el cerro y le pedía a Dios que los protegiera, tanto a ellos como a la gente inocente que vive ahí”, detalló la habitante.

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Ventanas de las habitaciones permanecen cerradas, por miedo a enfrentamientos. Crónica.Uno/Yohana Marra

Otros males

Además de que tienen la violencia a patica ‘e mingo, los vecinos de la urbanización El Paraíso deben cargar con otros rollos, generados por la invasión de la Cota 905.

Las casas no tienen tuberías y, según los afectados, los edificios de la avenida Páez se convirtieron en su poceta ya que el agua baja por un canal hasta los edificios. “Cuando llueve todo se inunda y cae en la avenida Páez. El olor siempre se mete a las casas, es raro que hoy todavía no huele”.

Por si fuera poco hace cinco años gestionaron construir una pared, en vista de lo cercano al barrio que quedan las residencias, pero las obras se detuvieron faltando solamente 30 metros.

“Ahora los habitantes de la invasión nos están pidiendo vacuna para que dejen que se termine la construcción. Por los lados de esa pared han tirado dos cadáveres, hace tiempo ya”.

Añadieron que se han reunido con el consejo comunal de esa comunidad, en su mayoría colombianos, para llegar a acuerdos de convivencia. Incluso, fueron a la Cámara Municipal y a la Asamblea Nacional para buscar una solución a los rollos que llegaron a las residencias de El Paraíso después de que se permitiera la toma en esos terrenos del barrio.

Fotos: Yohana Marra

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