La tercera edad se ha convertido en una calamidad para los adultos mayores

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Hoy, 29 de mayo, es el Día del Adulto Mayor. Con sus ingresos los abuelos solo pueden comprar huevos y harina de maíz, los bancos les fraccionan el pago en dos o tres partes, hay días en los que salen a la calle sin desayunar, viajar en el Metro se ha convertido para ellos en una prueba de fuego, en las camionetas deben pagar pasaje completo y comprar medicinas es casi una misión imposible.

Caracas. A las 9:30 a.m. de este martes 28 de mayo Petra Pacheco estaba en la plaza de Parque Carabobo, frente a la fuente de Narváez, con su bastón entre las piernas. Llegó temprano y sin desayunar. Solo faltan horas para que en el país se “celebre” el Día del Adulto Mayor.

“Yo me vine sin comer porque hoy amanecimos sin nada en la casa”. No lo dice a las primeras de cambio, lo confiesa después de haber conversado de varios temas.

Petra vive en San Agustín del Sur, tiene 77 años, tuvo cinco hijos y dos hijas. Uno de los varones quedó incapacitado después de recibir un disparo. La hija menor sufrió meningitis, lo que le dejó secuelas en su carácter y estado anímico. Por ello las necesidades económicas en casa son mayores. “Mis otros hijos me ayudan con lo que pueden, pero a ellos tampoco les alcanza el dinero que ganan”.

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Petra agradece que alguien la entreviste y espera que esta nota sirva para conseguir ayuda.

Hace más de 20 años Petra recibió su pensión. Entonces podía vivir un poco más holgada, hoy no puede cubrir ni siquiera sus gastos básicos. “Sufro de la tensión, estoy operada de una pierna porque sufro de varices y tengo una cardiopatía crónica. Con el dinero de la pensión no puedo comprar los medicamentos, no me alcanza. Una de estas noches no tenía qué comer, tuve que tomarme un vaso de agua antes de dormir y más nada”.

A veces espera que llegue la bolsa del Clap para comer, otras veces le toca esperar el pago de la pensión para llevarse algo de comer a la boca. Si preguntamos más encontramos más. No tiene agua en casa porque la tubería se le dañó, también se le dañó la nevera y a su hija le robaron el celular que usaban las dos.

Petra pide ayuda para cubrir tantas necesidades, pues la Chamba Adulto Mayor propuesta por el gobierno de Maduro para atender a las personas de la tercera edad no sería una opción para ella: “Últimamente me están dando unas puntadas en el pecho, ¿cómo me pongo a trabajar así?”.

Ayer comí arroz con plátano sancochado para que me le diera saborcito

Gladys Conde tiene 67 años, es jubilada del Ministerio de Salud desde 2009. Ahí trabajó como asistente de analista por más de 29 años.

“Es doloroso lo que estamos viviendo. Como arroz porque ya yo no puedo comer granos, me están haciendo daño. ¿Sabes qué comí ayer? Arroz con plátano sancochado para que me le diera saborcito al arroz. A veces uno puede comprar un poquito de pollo o de carne, pero eso es a veces”, cuenta.

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Para Gladys, la crisis no es cuento, “es algo que estamos viviendo muchos en Venezuela”.

Carga una placa de tórax en la cartera. Se la pudo tomar en la zona colonial de Petare gracias a una donación, porque en el Hospital Vargas no se la hicieron por falta de agua. Ella vive en Ocumare de la Costa, pero ahorita está con su hijo en Caracas haciendo diligencias para operarse una hernia inguinal bilateral.

“Estoy en esto desde 2016. Ahorita metí la cabeza por ahí en el Hospital Vargas a ver si me operan eso, porque me da terror irme así para Ocumare de la Costa. Allá hay Barrio Adentro, hay CDI, pero no es lo mismo que acá”.

Gladys pide perdón a Dios y confiesa: “En estos días me agarré en una venta de verduras como cuatro ajíes para darle sabor a la comida, porque es que no me alcanzaba la plata. Yo dije: ‘Bueno, Señor, si me agarran fichada quedaré’”.

Tiene artrosis severa y el dolor a veces le pega más fuerte que de costumbre. “Hay días en los que no tengo ni para comprar un acetaminofén”, dice mientras abre la cartera y saca un pequeño sobre blanco: “Mira, esto lo compre en una farmacia, 10 cápsulas de acetaminofén por 10.000 bolívares, 1.000 cada una”. Aunque el sobre diga “acetaminofén” escrito a bolígrafo, no tiene nada que lo certifique.

Ambas mujeres participaron en la protesta que jubilados y pensionados realizaron el martes 28 de mayo, en la plaza de Parque Carabobo, frente a la sede principal del Ministerio Público. Desde ahí marcharon hacia la Defensoría del Pueblo con el deseo de que las autoridades escuchen su petición principal: “Una vejez digna como lo establece la Constitución”.

Pensionados y jubilados, sin camisa, marcharon hasta la Defensoría del Pueblo para reclamar una vejez digna.
Con su medio cuerpo paralizado, prefiere caminar que tomar el Metro

Jaime Graterol es oficinista. Con sus 65 años de vida y una parálisis en la parte derecha del cuerpo, también se hizo presente en la acción de protesta pacífica.

Vive en Catia con su hija, su esposa murió hace poco más de un año por falta de medicinas, dice. Muchas veces prefiere caminar hasta el centro de Caracas que tomar el Metro. “Ayer me tumbaron en una de las estaciones y me golpeé esta mano, por eso prefiero caminar”.

A los siete meses de nacido, a Jaime le dio parálisis infantil y con todo lo que ello implica, no se detuvo en el camino. Trabajó 15 años en la empresa de telefonía Cantv y 32 años en el Instituto de Previsión y Asistencia Social para el Personal del Ministerio de Educación (Ipasme).

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Jaime asegura haber perdido a su esposa hace un año por falta de medicinas.

Está jubilado desde hace seis años. “Trabajé tanto para conseguir mi jubilación y ahora mira dónde estamos”. Necesita más de un millón de bolívares para cubrir su dieta médica. “Con la jubilación ni siquiera puedo comprar un cartón de huevos”.

Últimamente Jaime ha tenido dolor de cabeza, la tensión descontrolada y dolores en el cuerpo. “Hoy hay más problemas que antes. Uno conseguía las medicinas, la comida, ahora para comprar un bollo de pan uno tiene que hacer cola, y yo no puedo permanecer mucho tiempo de pie”.

Sin ropa ante la mirada de todos

Carlos Segundo está dispuesto a llevar la lucha hasta donde sea necesario. Si tiene que mostrar ante las cámaras los efectos de la crisis en su cuerpo, no dudará en quitarse la ropa. Este 28 de mayo  junto con otros compañeros marchó hacia la Defensoría del Pueblo con la piel al descubierto.

En conversación con Crónica.Uno aseguró haber perdido más o menos 60 kilos debido al hambre que ha pasado.

Carlos cumple el próximo lunes, 3 de junio, 81 años. Es pensionado por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) desde el año 1999. Es diabético y sufre de arritmia cardíaca. Mientras habla con Crónica.Uno afirma sentirse descompesado. Quiso compartir su drama ante la cámara.


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