En cada supermercado los criterios de los fiscales para establecer los precios variaban. En algunos la orden era ajustar los costos de 10 de productos, en otras era llevar los precios a los que tenían antes del 15 de diciembre.

Caracas.  El pasado viernes la Superintendencia  para la Defensa de los Derechos Económicos (Sundde) ordenó a los supermercados rebajar los precios de los productos, y este sábado desde tempranas horas de la mañana se registraron largas colas en los sucursales de las grandes cadenas. Todos esperaban comprar “barato” alimentos y artículos de higiene y limpieza.

En un recorrido realizado por Crónica.Uno a varios supermercados, se evidenció que los criterios de disminución de los precios variaban en cada establecimiento. Algunos recibieron la orden de ajustar 10 artículos, otras tuvieron que disminuir los costos de todos los productos al valor que tenían para el 15 de diciembre de 2017, y en varios establecimientos los fiscales les indicaban de manera aleatoria los precios que debían tener ciertos rubros.

Esa disparidad generó un caos. En cadenas como Central Madeirense y Plazas por ejemplo, las personas llenaban los carritos de productos y aguardaban a que llegaran los fiscales, pues su expectativa era que bajaran los precios de todos los artículos y luego pagar.

En el Plazas de Los Chaguaramos algunos vecinos de la zona, con los carritos hasta el tope, comentaban que era seguro que la Sundde llegaría en cualquier momento para bajar los precios. En tanto otra señora, que no quiso identificarse, apuraba sus compras pues no quería hacerse “cómplice” de las rebajas de precio.

Los comentarios de algunos ciudadanos era que había que controlar los precios. “Es que tienen que bajar los precios, todos los productos tienen un sobreprecio. Aquí hay especulación”, comentó María Rojas, una enfermera que reside en Los Chaguaramos y que en su carrito tenía detergente cuyo precio pasó de 167.000 a 107.000 bolívares.

En Luvebras, la Sundde obligó a bajar precios de charcutería, huevos, margarina, chucherías, perrarina, entre otros artículos. Los productos tenían que venderse al mismo precio de hace un mes, ya al mediodía no quedaba queso, jamón, margarina ni huevos. “La margarina estaba en 120.000 bolívares, eso no puede ser”, comentó una señora que vive en Santa Mónica y que la adquirió con el nuevo valor.  Pero otros sí expresaron que saben que la fiscalización de la Sundde generará más problemas en el corto plazo.

En Unicasa de Santa Mónica, a mediodía, la gente compraba dos y tres bolsas de perrarina.

“Esto es comida para hoy y hambre para mañana”, dijo Luis Quintero habitante de El Valle, quien fue hasta Santa Mónica a ver qué podía conseguir. “Me trato de abastecer con lo que puedo, pero sé que más adelante la crisis empeorará”. Comentario que fue compartido por Judith Gómez, quien vive en El Cementerio. “Hago esta cola para comprar algo. Sé muy bien que habrá más escasez. El Gobierno todo lo daña”.

Las distorsiones

El Gobierno desde hace 15 años impuso controles a los privados lo que ha generado ausencia de productos en los anaqueles y altos precios.

Las industrias han estado obligadas a vender artículos muy por debajo de sus costos de producción y además han sufrido un recorte en las asignaciones de dólares oficiales y, por ello, operan a un tercio de su capacidad, lo que ha generado fallas de abastecimiento. Las distorsiones se han agudizado. Aquellos que han intentado mantener sus operaciones han tenido que recurrir al mercado paralelo, porque las autorizaciones de dólares por Dipro y Dicom han sido insuficientes, lo que se termina reflejando en los precios finales.

En paralelo, el Estado tiene un tejido de empresas cuya producción se ha desplomado y no ha podido atender la demanda.  Frente a estos desequilibrios, la administración de Nicolás Maduro ha seguido imponiendo regulaciones .

En 2016 creó los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) para distribuir bolsas de comida, lo que analista calificaron como una vía para administrar la escasez. Para garantizar el despacho de las bolsas, el Gobierno obliga a las empresas a vender más de 50 % de su producción a los entes oficiales, de manera que la disponibilidad de rubros para los comercios formales es menor.

El cerco crece. Mientras la producción cae y se dificulta el abastecimiento, el Ejecutivo aumenta las fiscalizaciones, lo que genera más ausencia de productos. Ya los resultados de esas inspecciones se evidenciaron entre 2013 y 2017 con el “Dakazo” que implicó la rebaja de precios de los electrodomésticos, y luego con los ajustes en los precios de ropa y calzado. Hoy en día esos comercios tienen poca mercancía que ofrecer.

Y siguen las filas

Las colas en los supermercados siguieron hasta en la tarde, las personas aguardaban por productos a menor costo. En sucursales de Excelsior Gamma, los ciudadanos esperaban comprar margarina, cuyo precio fue fijado por los fiscales en 60.000 bolívares, pese a que marca 120.000 bolívares, y que en horas del mediodía ya se había acabado.

En el Gamma Express de Santa Mónica algunos seguía haciendo filas, pese a saber que ya no quedaban productos regulados.

Iris Rodríguez indicó que ella no se iba, porque en cualquier momento llegaba. “Si ellos pueden poner ese precio –de 60.000 bolívares- es porque ese es el costo, ningún supermercado va a vender a pérdida. Ellos tienen que ver cómo hacen. No gano 5 millones de bolívares, porque es lo que hay que ganar en este país para poder comprar”.  Ya Iris había ido temprano a una tienda Clap en la que adquirió un combo de harina, arroz y pasta por 68.000 bolívares.

Los caraqueños que estaban a su lado comentaban que el supermercado tenía que volver a sacar los productos. La cola daba vueltas.

En Unicasa hubo desorden. Los trabajadores del supermercado que pidieron mantener su nombre en reserva relataron que los fiscales iban y venían a cada rato para indicarles qué ajustes tenían que hacer. En los carritos, las personas llevaban los productos que habían sido rebajados por el organismo supervisor. La pasta estaba en 40.000 bolívares, que hasta el viernes se vendía en 77.000 bolívares. La avena pasó de 51.000 a 37.000 bolívares y los huevos de 102.000 a 86.000 bolívares.

Las largas filas de personas en el Unicasa de Cumbres de Curumo se observaban en el interior y no afuera como en otras cadenas.

En la sucursal de Cumbres de Curumo de esta cadena las largas filas de gente no se veían a las afueras, sino adentro, donde además de alimentos para humanos, la gente cargaba bolsas de perrarina que también habían sido rebajadas por los fiscales de la Sundde.

Fotos: Mayela Armas


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