Los jóvenes rompen barreras y buscan que Caracas sea divertida para ellos (III)

Algunos los llaman “tribus” porque hacen las mismas cosas y se visten igual. Lo cierto del caso es que la juventud se reinventa para sobrevivir y se adapta con su arte y con deportes extremos a los espacios duros que hay en esta capital de 450 años de fundada.

Caracas. Caracas tiene miles de rincones que viven llenos de rostros jóvenes. Son chamos que andan en busca de pertenecer a un lugar y ser escuchados, así sea por sus iguales.

Esquinas, parques, tascas, espacios universitarios, zonas residenciales… Son blanco para que los adolescentes y jóvenes den rienda suelta a sus inquietudes.

Nos buscamos espacios, los acomodamos, los hacemos nuestros y ahí nos expresamos. Caracas se presta para eso, es una ciudad a la que amamos y odiamos a la vez.

Así se expresa Alessandra Baloa, grafitera y muralista, cuando habla sobre la ciudad que este 25 de julio arribó a sus 450 años de fundada.

¿La ciudad ofrece espacios para los jóvenes?

—Sí. En todo caso, cada quien, dependiendo de su tendencia, encuentra dónde pertenecer.

En el caso de los grafiteros, andan por el mundo bajo anonimato. Su firma queda plasmada en las paredes. Su rostro solo es bien conocido por sus iguales. Entre ellos se conocen. Pero prefieren no estar revelando su identidad porque hay varias tendencias. Hay quienes pintan paredes con el permiso de la comunidad, y hay quienes se dedican al grafiti vandal.

La artista plástico Alessandra Baloa afilando detalles en el mural que fue realizado en la calle principal de “Las Casitas” de La Vega / Cheché Diaz

El grafiti es una especie de “arte vandálico”. Lo definen así porque lo hacen aquellos muchachos que andan con la pintura y el pote de spray dejando huellas por doquier, como si estuvieran al margen de la ley. El trabajo requiere destreza y rapidez al momento de abandonar el lugar una vez terminada la labor. “Por eso el anonimato”, comentó Baloa.

Lo cierto del caso es que estos jóvenes suelen ser estudiantes de Arte, como es el caso de Alessandra, quien a sus 24 años dice amar las calles de Caracas. “Uno pinta en un barrio o en un sector de Chacao y siempre es una experiencia maravillosa”.

Transgresores y libres  

Expresarse en Caracas, una ciudad joven, tiene sus matices, sanciones y recompensas.

Si son jóvenes que están en una protesta reclamando un derecho son reprimidos, vejados, detenidos o asesinados. Si hacen arte o deporte son homenajeados y condecorados, algunos.

Sin embargo, esta población siente que el apoyo de parte de la sociedad no es al 100 %. Si estamos rapeando en la equina, dicen que estamos fumando marihuana. Si pateamos un balón en la entrada del edificio, nos reclaman porque dañamos las paredes. Por eso buscamos acomodo en las calles, en espacios abiertos como bulevares. Ahí tenemos que estar pendientes de los choros, de la policía y de la noche. Cuando ya oscurece nos vamos retirando. Bueno sería que cerca de nuestros sectores pudiéramos estar libremente y hacer lo que nos gusta. Así es Caracas, así vive la juventud en Caracas, reprimida por muchas cosas, pero venciendo barreras. Nos tildan de irreverentes, de que no respetamos las normas, que no ayudamos al anciano. Lo que sucede es que damos lo que recibimos.

Ese es el testimonio de Paúl López, de 19 años, rapero, habitante de Caricuao, quien ve a Caracas ya no como la sucursal del cielo, sino como un sitio donde todo el mundo se reinventa para sobrevivir.

“Aún así, me gustan sus calles, sus colores y el full movimiento de la gente. Aquí todo hay que hacerlo rápido”, comentó.

Música y deportes extremos, en esa onda se mueven las tendencias. Raperos como Paúl hacen vida en los bulevares de Caricuao y Sabana Grande, donde también hay chamos haciendo actividades llamativas a los ojos del transeúnte: los que saltan por las escaleras y las barandas en patinetas o los que hacen parkour, como Jorge David Rada, habitante de La Vega, y quien encontró en esta actividad un medio de expresión.

David, el del medio, se expresa saltando por las paredes.

Él salta, escala paredes, da volteretas en muros altos y hace movimientos complicados con su cuerpo que requieren de mucha destreza. Lo que hace es una técnica de desplazamiento donde priva lo natural y muchas veces lo individual. Quien lo ve brincar desde una azotea no hace sino cerrar los ojos pues lo imagina al final tendido en el piso con la cabeza rota. Sin embargo, para él esta actividad representa una acción de libertad.

Los sábados y domingos en el parque del Este se ve en aumento los grupos que practican este deporte de origen europeo. El parkour se ha convertido en otra forma de experimentar la ciudad.

También hay quienes encuentran fascinante el hecho de desplazarse por los muros y calles de la ciudad pero prefieren hacerlo con una herramienta de cuatro ruedas: la patineta. De esta opinión es Beiker Bacco, de 19 años y técnico en Informática. “Iba en una camioneta y en el Metro y lo que quería era ir rodando”.

¿Y Caracas tiene espacios, te brinda la oportunidad?

—Sí, para mí esta es una ciudad muy liberal, que no tiene reglas o no las hacen cumplir. Uno encuentra los espacios y se libera.

Beiker anda con su patineta para arriba y para abajo. Si consigue un buen grupo, rueda desde Coche hasta Los Próceres.

“Me siento libre cuando ruedo por Caracas”.

Aunque la mayoría de las veces tiende a andar solo con su patineta. Tabla que le costó Bs. 150.000 y que salió de su bolsillo, pues no es una actividad que los padres quieran patrocinar por los costos que implica.

“Los zapatos me duran dos meses. Se desgastan por el asfalto, aunque uno les coloca goma o silicón por los lados para rendirlos, pero igual se dañan. A mí me gusta lo que hago y me siento bien en las calles”.

Practica en el skate park de Los Símbolos, donde a diario se reúnen entre 20 y 30 jóvenes que saltan muros, barandas y escaleras.

“Es un sitio apropiado, donde me siento relajado, tal como nos ve la gente, por eso dicen que somos despreocupados, incluso con el vestir, pues andamos con jeans y franelas, que es lo más cómodo para rodar”.

En ese sitio público están hasta las 6:00 ó 7:00 p. m. mientras que haya luz. Luego se retiran porque no es seguro.

Además de Los Símbolos hay otras plazas en Caricuao, Altamira, El Peñón, La Ciudadela y en Los Dos Caminos, espacios donde los jóvenes se siente dueños de la ciudad.

Lea también:

“Amo a Caracas a pesar de todo lo malo” (I)

“Caracas está orgullosa de ese joven que se preocupa y ocupa de ella” (II)

Fotos: Chehé Díaz/Mabel Sarmiento

Video: Mabel Sarmiento Garmendia


Participa en la conversación