Los venezolanos ya no saben cómo mantenerse con sus sueldos (I)

A las familias la plata no les rinde y el dinero que ganan se les va en la comida, que cuesta conseguir por el desabastecimiento y los altos precios. Muchos limitan sus gastos en salidas y en educación.

Mabel Sarmiento/@mabelsarmiento
Mayela Armas
/@mayearmas

Caracas. “En mi casa somos ocho personas, cuatro adultos y cuatro niños. El más pequeño es el de mi hija, de 19 años, con apenas tres meses. Mi esposo y yo trabajamos por nuestra cuenta como proveedores de insumos de limpieza y con lo que ganamos hoy no podemos pagar los servicios y los colegios. Casi que nos estamos comiendo un cable pela’o”, relató Maritza Ramos, quien ya no sabe cómo rendir su sueldo.  

Vive en El Valle, tiene 46 años y se gana la vida desde hace dos décadas en el comercio informal. Pero el dinero que obtiene por las ventas, que en algún momento le permitió cubrir todos sus gastos y hasta darse gustos, resulta insuficiente para adquirir lo más básico: alimentos, pagar el agua y la luz y el colegio de los chamos. Ramos siente hoy que su familia es más pobre.

“No quise trabajarle a nadie. Vendiendo estos productos fue que conocí a mi esposo y entre los dos primero pagamos un alquiler y después compramos un apartamento de tres habitaciones en Los Jardines de El Valle. Luego vinieron los muchachos e igual nos iba bien. Incluso viajamos al exterior en varias oportunidades”, contó.  

Maritza iba y venía de Colombia cada tres meses para comprar productos. “Sentimos que nos cayó una plaga. No hay mucha mercancía, está muy cara y lo poco que ganamos lo gastamos en comida y a veces ni eso encontramos”.

La familia de Ramos, al igual que muchas en Venezuela, sufren una elevada inflación y una severa escasez de alimentos, medicinas, jabón, papel higiénico y pañales como consecuencia de la prolongada crisis económica, que no solo se debe a la caída de los precios del petróleo, sino también al modelo de controles del Gobierno que ya hizo aguas, y que lleva a las industrias a producir menos.

Por la recesión, el dinero es insuficiente y hay más pobres. La Comisión Económica para América Latina (Cepal) en su Informe de Panorama Social de 2015 destacó que Venezuela es el país de Latinoamérica, donde el decrecimiento de los ingresos de las personas se constituyó en el principal factor de aumento de la pobreza.

En 2014, 52,6% de los venezolanos estaban en pobreza de ingresos, en 2015 la cifra subió a 76%, según la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Universidad Simón Bolívar (USB).  Ese dato indica que 20 millones de personas tienen limitaciones para adquirir los artículos básicos.

De hecho  nueve de cada 10 venezolanos compran la mitad o menos de lo que necesitan, reveló la firma Datos en febrero de este año.

Jimmy Arteaga es uno de los que debe hacer maromas para estirar su sueldo porque no es suficiente. Este docente que vive en Caricuao contó que devenga al mes 30.000 bolívares, tras el último ajuste salarial y ello no le alcanza, porque  además su esposa no tiene un ingreso fijo.  “Vende productos por folletos que ni siquiera están llegando al país, entonces es poco lo que podemos comprar o pagar”.

Desde la mañana hasta la noche le arropa la desesperación. “Tengo que pagar el colegio y el condominio y tengo deudas acumuladas”. 11% de su presupuesto se va solo en cancelar los servicios.

La pulverización 

Desde 2012 los precios se aceleran velozmente y en 2015 terminaron con una variación de 180,9%. Si una persona hace cuatro años, por ejemplo, pagaba 3,5 bolívares por el pasaje en el transporte público, hoy tiene que desembolsar 35 bolívares.

Ante el alto nivel de inflación, el director de Datanálisis, Luis Vicente León, aseveró en días pasados que “nunca habíamos visto una pulverización de los ingresos de los venezolanos de esta magnitud”. Por ese deterioro, una mayor cantidad de personas han pasado a formar parte de los estratos de D y E (que son los pobres).

Las cifras de la firma detallan de cuánto es la pérdida de poder de compra del salario a febrero de 2016. En el estrato C (clase media) la caída fue de 27,3%;  y en los estratos D y E el retroceso fue de 30,3% y 16,8%, respectivamente

El estudio de la UCAB, UCV y USB muestra más. 47% de los venezolanos forman parte de la pobreza reciente, la cual está asociada directamente al ingreso, que se evapora por la inflación. Aunque entre 2015 y lo que va 2016 el Gobierno autorizó cinco incrementos del salario mínimo, esos ajustes se quedan cortos frente a la escalada de los precios.  

Hay familias que perciben un monto mayor a la remuneración básica, sin embargo, ese sueldo es limitado. Jenny Moreno, quien vive en Los Rosales y trabaja en un comercio, aseguró que  “todos los días me siento más pobre. Entre lo que gano y recibe mi esposo, que es promotor de ventas, no alcanza para mucho”.  Su hijo de 18 años a veces colabora, porque se rebusca como asistente de albañil. “Si bien él trae algo de platica, igual todo lo que entra a la casa no rinde”.

La mitad del presupuesto familiar va a la compra de comida, de manera que el costo de los alimentos es lo que más golpea. La profesora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, María Gabriela Ponce, explicó que el incremento en los precios de los alimentos impacta más y determina qué tan pobre es un ciudadano.

El pasado año la inflación de alimentos fue de 315% y en este 2016 el avance ha seguido, pese a que el Banco Central no ha publicado los datos. Según el Cenda (Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores), en marzo la canasta alimentaria llegó a 89.153 bolívares y aumentó 489% en 12 meses. Para adquirir esos artículos básicos se requieren más de siete salarios mínimos.

Jimmy Arteaga contó que todos los días piensa en que no podrá llevar plata a la casa para la comida. “Esa es mi única prioridad”.

Por eso el economista, Ronald Balza, advirtió que si los precios siguen disparados, la pobreza por ingresos subirá y ello luego se reflejará en la pobreza estructural. “Se corre el riesgo de que más familias retiren a sus hijos de las escuelas, porque no pueden afrontar algunos gastos. Que dejen de realizar reparaciones en la vivienda, pues no pueden costearlas. Y estos daños son más difíciles de revertir”.

Según la Encovi, la pobreza estructural pasó de 21,3% en 2014 a 29,1% en 2015, por el empeoramiento de los servicios.

Hay familias que no tienen como costear los arreglos de sus casas.
Hay familias que no tienen como costear los arreglos de sus casas.

Muchas familias ya están revisando los gastos en educación. Desirée Díaz, que reside en El Valle y tiene dos adolescentes una niña de 12 años y un chamo de 17,  tomó medidas drásticas ante la crisis. Decidió que este año sacará a su hija del colegio para un liceo público. “Tengo que retirarla de las actividades extra cátedras, porque no podemos costearlas. Mi esposo trabaja en un banco y con ese sueldo, no podemos hacer nada”.

Una situación similar vive Maritza Ramos. “Debemos febrero y marzo en el colegio de los chamos. Y de hecho ya hablé en la escuela Fe y Alegría de La Rinconada para que me guarden cupos. Creo que ya no los puedo tener en el privado, y eso que no es caro. No está fácil la situación, mi esposo y yo lo que hablamos es de plata, de que hay que buscar más dinero, de que no tenemos y eso me preocupa y enferma”.

Luis Valdez, estudiante de diseño gráfico, no sabe cómo va a pagar el próximo semestre. “Mi papá lo hace hasta ahora, pero ya me dijo que no puede más. Estudio en Caracas y vivo en los Valles del Tuy, entre el pasaje, la comida y los materiales gasto mucho. La verdad es que ahora me estoy replanteando seguir la carrera o ayudarlos. En estas noches llegué y escuché a mi mamá decirle al perro que no le iba a dar comida, porque la que tenía era para nosotros”.

Los sacrificios aumentan. Marina López, secretaria que vive en La Vega, postergó los arreglos de su casa. “De arreglar alguna cosa en la casa, como reparar una pared o comprar un mueble nuevo ni pensarlo. Ya eso es un lujo, no lo hice antes, quizás porque no lo necesitaba, pero ahora ¿cómo? Es impensable hacer una reparación”.

La crisis lleva a más cambios. Las familias limitan las salidas a la playa o al centro comercial  y hasta han dejado de comprar ropa y usar el carro. Datos informó que 21% de los venezolanos comen menos fuera de la casa y 18% reducen el entretenimiento.

Marina cambió sus hábitos. Contó que “le dije a mi hija que ya no podemos ir a pasear a la playa, porque primero está la comida”.  Y apuntó que no gastará más en ropa, le metió al reciclaje y sacó lo viejo que tenía en el closet. Una blusita le puede costar un salario.

Jimmy restringe el uso del vehículo. “Tenemos un carro que solamente lo usamos para llevar a la niña al colegio aquí en Caricuao. Ni para salir a dar un paseo, porque estamos cuidando que no se dañe alguna pieza. Conseguir los repuestos es difícil y si aparecen cuestan un ojo de la cara”.

Pero la fábrica de pobres continuará. La profesora de la UCAB aseveró que “el desempeño de la economía está asociado a los posibilidades de más pobreza”.  Y las perspectivas no son alentadoras. Diversas firmas estiman que este año la economía tendrá un retroceso de 8% y la inflación oscilará entre 300 y 1.000% de manera que los venezolanos tendrán sus ingresos más recortados.  

¿Y los programas sociales?

Frente un incremento de la pobreza, los planes sociales no cubren a los ciudadanos. Como la plata no alcanza más personas van a las distintas modalidades de la Misión Alimentación: Mercal, Pdval y Abastos Bicentenario. En 2014 dos millones de personas eran beneficiarias de las redes gubernamentales de alimentos y en 2015 6,5 millones de venezolanos se declararon favorecidos por la Misión, según la Encovi.

Sin abastecimiento subsidiado no se come en Venezuela. Mercal no acercó a los pobres, los pobres se acercaron a Mercal, comentó hace algunos meses el sociólogo, Luis Pedro España.

Pero en un momento en el cual un mayor número de familias busca subsidios, la respuesta del Estado comienza a ser limitada. El programa bandera del Gobierno, Mercal, no le llega a todos. El pasado año la distribución de alimentos cayó 37%, y 68% de los establecimientos de esa red no estaban operativos, según la Memoria del Ministerio de Alimentación.

Adicionalmente, hace dos meses el Ejecutivo nacional empezó a reestructurar la red de Bicentenario y muchos establecimientos operan de manera intermitente. 

Noris Quintana es una trabajadora de mantenimiento que habita en El Cementerio y para ella los Bicentenario no son como antes. Luego de realizar horas de cola fueron pocos los artículos que se pudo llevar. “Cada vez hay menos productos. No están los que se necesitan”.

La Encuesta de Condiciones de Vida mostró que también las misiones estructurales como las educativas están abandonadas. Robinson, Ribas, Sucre y Saber Trabajo tienen pocos o casi nada de beneficiarios.

Para los analistas las misiones no han sido una política de superación de la pobreza y ahora no son una política de contención de la crisis, por lo cual urge redefinir la política social.

Ronald Balza añadió que frente un incremento de la pobreza, el gasto público tampoco se enfoca bien. 

Los recursos adicionales por el aumento del precio de la gasolina van a un fondo para las misiones, que a su vez financia a los beneficiarios  de la Misión Hogares de la Patria, quienes reciben tarjetas para adquirir comida y medicinas. En días pasados se empezaron a entregar dichas tarjetas, que tienen depositado 14.500 bolívares, pero por ahora solo 300.000 familias han recibido ese pago.

María Gabriela Ponce dijo que que esa política evidencia que “no todos los recursos están llegando a quién los necesita”.

Foto: Cheché Díaz


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